Enamorarme de ella no estaba en mis planes, su ser imperfecto me estaba volviendo loco
El era el siguiente en mi lista de espera, el que siempre debió estar en primer lugar
Historia narrada desde el punto de vista de Adrien y Marinette
Derechos rese...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El día era aburrido en casa, mi padre me envió a mi habitación a tocar el piano, mientras repetía una y otra vez la misma pieza recibí un mensaje de Nino "¿Salimos en bicicleta?" Eso era todo lo que debía decir para aumentar mi ánimo, el problema era convencer a mi padre de dejarme ir con el -No creo que mi padre me deje salir -Vamos, no puedes vivir encerrado toda la vida -¿Solo iremos nosotros? -Y Alya, que invitó a Marinette -Trataré de convencerlo, nos vemos Nino
Apagué el móvil y salí corriendo hacía la habitación de mi padre -Padre -¿Si? -¿Puedo salir hoy? Con Nino -desvío su vista de su cuaderno hacía mi y me miró analizando me -No -dijo secamente y volvió su vista a su cuaderno, en ese momento todo lo que tenía guardado salió a flote, la ira, la impotencia frente al Sr. Agreste, el no poder ser libre como mis amigos. Golpee la mesa donde se encontraba sentado y le grité -¡Disculpe Sr. Agreste, veo que su empleo es más importante que su hijo, no pensaba quitarle su tiempo, pero en sí, ésta familia es un asco! -El me abofeteó y me miró, era una mirada desafiante y me juzgaba a través de ella -Solo quiero tener una vida normal, salir con amigos, almorzar con ellos, ir de visita ¡es demasiado pedirle al universo! -golpee la puerta y me dirigí a mi habitación, aseguré la puerta, me transformé en Chatnoir y me dirigí al parque, en un lugar seguro me Des transformé y caminé sin mirar al frente, choqué con una tierna chica de cabello negro azabache y ojos grandes y azules -Perdona, soy una tonta -exclamó, era extraño que ella se dirigiera hacía ella misma de esa manera, siendo que ella es asombrosa -No lo eres Marinette -ella se sobresalta y se ruboriza -¿A-adrien? -Si -dije con una sonrisa de lado -¿Q-ue ha-aces a-quí? -tartamudeó -Alya me llamó -su expresión cambia a una seria y de desagrado -¿Alya? -Si, dijo que me encontraría aquí con Nino, para dar un paseo en bicicleta -recibí un mensaje "Adivina, no vamos a llegar,disfruta tu cita" ¿cita? "y por cierto, la bicicleta negra es mía, te la presto"-Es de Nino, al parecer no van a llegar -Típico, bueno, entonces me iré -ella da media vuelta y camina, camino hacia ella y la tomó del brazo -¡Espera! Por favor -¿Que sucede? -Bueno, es que mi padre no me deja salir y ahora... Solo no quiero desperdiciar la oportunidad de salir sin alguien vigilando me cada segundo -paso mi mano por mi cabello, despeinandolo y le dedico una sonrisa -¿Te molestaría acompañarme? -Vamos -dijo, la tomé de la mano y la llevé a la bicicleta negra de Nino -Sube Subió y recorrimos Paris, hicimos paradas en lugares importantes como el Louvre y la torre Eiffel, nos tomamos selfies y comimos crossaints, estaba feliz de haber salido con ella. Paramos en el concierto de Jagged Stone y nos quedamos un rato. Ya era tarde, oscurecía, me ofrecí a llevarla a casa y ahí la abracé, comencé a sentir algo más por ella, algo más que la simple atracción que sentí hace tiempo, la quería. -¿Que tal si lo repetimos después? -¡Claro! -Bueno, debo irme, mi padre se preguntará donde estoy Dicho eso me fuí. Ya estando en casa, abrí la puerta y fuera se encontraba Nathalie y el Sr. Agreste con miradas amenazadoras -¿Donde estabas? -Exclamó, Nathalie prefirió quedarse al margen de la situación -Durmiendo -me abofeteó -¡Mientes! Llevo horas llamandote ¿como saliste? -un silencio horrendo se apoderó de la mansión hasta que se volvió a escuchar el sonido de la palma de su mano golpeando mi rostro -¡Dije que cómo saliste! -Te odio -susurré -¡Te odio! -le grité esta vez y me encerré en la habitación, me convertí en Chatnoir y fuí a ver a Marinette, hacía frío así que tomé una manta cálida color negra para abrigarme durante el camino. Ahí estaba ella, tiritaba del frío, no tenía nada para abrigarse, llegué por la espalda y le coloqué la manta, y la saludé en un susurro leve -Hola Princesa
