ċaքítʊʟօ V

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Comenzaron a brotar lágrimas de mis ojos, primero el cáncer de mi padre, su muerte y el entierro al cuál no pude asistir y ahora esto ¿acaso me odiaba el universo? ¿Que había hecho mal? Nacer tal vezOk Marinette, no pienses en eso, mantente firme,...

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...Comenzaron a brotar lágrimas de mis ojos, primero el cáncer de mi padre, su muerte y el entierro al cuál no pude asistir y ahora esto ¿acaso me odiaba el universo? ¿Que había hecho mal?
Nacer tal vez
Ok Marinette, no pienses en eso, mantente firme, no demuestres interés en esto.
-El punto aquí es... ¡Que Marinette vendrá conmigo! -Ella me tomó del hombro y empujó a Kagami hacia ella -No creo que quieras meterte en asuntos legales, porque podrías quedar presa por secuestro -Sabine quería reprocharle pero se quedó callada, ella sabía que si se enfrentaba en un juicio frente a ella, saldría perdiendo, puesto que conseguiría mejores abogados y además una prueba de ADN bastaba para apartarme de su lado, ambas lo sabían, Sabine cambio su expresión por una más triste mientras la mujer sonrió triunfante
-Marinette, sube y has tu maleta, te vas con tu madre -hice un gesto de resignación y subí cabizbaja hasta mi habitación, tantos recuerdos vividos ahí se hacían presentes en mi mente, no pude contener las lágrimas y me tiré a la cama, lloré de la forma en la que nunca había llorado, las fotos de Adrien desaparecieron hacía ya varió tiempo, pero mi mente recordó el momento en que las coloqué ahí en primer lugar.
Después de desahogarme hice mi maleta y bajé hasta donde se encontraba la mujer, Sabine me dió un abrazo y me besó la frente, acto seguido, dejó a Kagami en la sala y se fue a su habitación, salí y me encontré con un auto rojo parecido al que llevaba a Adrien a todos sus compromisos, voltee a ver la panadería que desde la muerte de mi padre cerró, había mantas cubriendo cada mueble como si estuviese abandonado, voltee de nuevo ya que la Srta. Tsurugi me esperaba en el auto, subí y fuimos directo a casa.
El camino fue tranquilo, agradecía que la Srta. Tsurugi no hablara, lo que menos quería era escuchar voces, lo cual fue prácticamente imposible ya que... Bueno... No podía apagar mis pensamientos diciéndome lo idiota que era, lo patética que era mi existencia y el por qué me merecía sufrir de esa manera.
-Llegamos -dijo el conductor del auto, que bajó y me abrió la puerta, cuando me encontré abajo el conductor llevó mi maleta hasta mi habitación, yo lo seguí hasta que me encontré dentro, era enorme, las paredes eran blancas con toques negros, rojos y grises, la cama era para más de 1 persona, con una manta a cuadros rojos y negros, tenía un hermoso balcón y un baño asombroso, me encerré de inmediato y comencé a llorar, de nada servía estar en ésta enorme mansión, ya que me sentiría más sola que en mi pequeña habitación antigua, lloré hasta que quedé profundamente dormida.

Almas Gemelas (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora