Cayó sobre un suelo con arena roja, en medio de la nada. Hacía un calor abrasador, y seres extraños formaban una larga cola.
-P-Perdona…-le preguntó a uno de ellos-¿sabes cómo llegar al castillo…?
Le miró, y sin decir una palabra, aquel ser rojo señaló un camino que no parecía llegar a ninguna parte, pero no le quedaba otra opción. Comenzó a caminar sobre el suelo que había pasado a ser negro. Después de una hora caminando, se sentó a descansar, pensando que llevaba todo el tiempo caminando en círculos. De pronto, vio como unos seres pequeños seguían su camino, y decidió seguirlos. A mitad del viaje, tropezó con una piedra, hiriéndose las rodillas y una mejilla.
-Ah…-se quejó, levantándose.
Los pequeños diablillos se rieron de él y siguieron su camino más rápido sin esperarle.
-E-Esperad…-gritó, limpiándose la sangre que corría por su mejilla-Maldición…
Se sentó de nuevo, agotado y deprimido, hasta que oyó una melodía triste. Se levantó de golpe y miró a su alrededor, a pesar de que no había nada. El silencio le rodeo de nuevo, y dio una patada a una piedrecilla. Las notas sonaron de nuevo, esta vez más alto. Descubrió que venía del final del camino, y corrió desesperado. Adelantó a los diablillos, y al final del valle le esperaba un gran castillo negro e imponente. Dio un paso hacia atrás, vacilante, pero se decidió a entrar.
Subió unas grandes escaleras de mármol negro hasta llegar a la primera parte. Se introdujo entre los interminables pasillos, tratando de seguir la melodía que parecía provenir de la guitarra del vampiro, a pesar de que la perdía por momentos.
-¿Tú qué haces aquí?
Se giró y se encontró con dos guardias con armadura negra y roja. Comenzó a correr, pero el agotamiento y la falta de práctica le pudieron, y le acabaron cazando.
-Mira-comenzó a decir uno-si tenemos un prisionero.
-Además de caramelo-rió el otro y lamió su brazo.
Chicle se sonrojó y trató de zafarse.
-¡Soltadme! ¡Que me soltéis!-gritó, desesperado.
-No está mal…
Sonrieron maliciosamente y comenzaron a lamer su cuello y mejillas. Chicle se sintió humillado y débil, pero no dejó que se notara. Comenzó a gritar y a intentar huir de sus brazos.
-¡Ayuda! ¡Marshall!-gritó, desesperado.
Desabrocharon su camisa y continuaron lamiendo su pecho, hasta que Chicle acertó a darle una patada a uno de ellos y conseguir escapar. Corrió por el laberinto de pasillos con los guardias pisándole los talones.
-¡Cuidado señor!-gritó uno de ellos.
Chicle se giró para mirarles y se acabó chocando contra alguien. Al levantar la cabeza, vio a un muy confundido Marshall mirándole.
-Ch-Chicle… ¿por qué estás así?-le preguntó, ruborizándose ligeramente.
-¿Huh? A-ah…-se tapó rápidamente, avergonzado-Ha sido por su culpa…-explicó, señalando a los guardias.
-Pero, señor, se ha colado en el castillo sin per-
-Está bien-les interrumpió, con voz firme-yo me encargo.
Le cogió como si fuera un saco de patatas sobre su hombro y entró a una habitación.
Siento que sea tan corto, pero hoy no tengo mucho tiempo... ¿Qué creéis que le dirá Chicle a Marshall? Espero que os guste~