- No vuelvas a traerme aquí. Nunca.
Sky dio un largo sorbo a su café de Starbucks y se subió al BMW de su hermano. Hell podía quejarse todo lo que le apeteciese. Ya habían cerrado el trato que era lo que realmente importaba, lo demás solo eran chiquilladas.
- ¿Querías que viniese yo sola? - preguntó Sky mordiendo un donut - ¡Oh, dios, esto está buenísimo!
Hell la miró con el ceño fruncido y aceleró bruscamente. Su hermana era idiota, pero era su hermana al fin y al cabo.
Todavía podía ver la sonrisita del Sr. Collins como si la tuviera delante al hacerle aquella estúpida propuesta.
"Es un nuevo club para clientes VIP: la mejor compañía tiene un precio", había dicho dando una gran calada a su puro cubano, "Pásate todas las noches que quieras, Hell. Te reservaré la chica que quieras".
- No pienso pagar por sexo - dijo Hell muy serio.
- ¿Y qué más te da? - preguntó Sky molesta - ¿Es que ahora te has vuelto moralista? Te recuerdo que hace apenas un año no había quien os sacara a ti y a tus amigotes de los clubs de alterne.
Tal vez tuviese razón. No, que digo, ¡por supuesto que la tenía! Era una de sus principales aficiones junto al alcohol, las drogas y los casinos. A pesar de que Hell nunca había tenido problemas en conseguir a la chica que le apeteciese, siempre visitaba los clubes con frecuencia. Era algo que le ponía.
Pero ya no. No sabía por qué pero ahora le daban asco aquellos lugares.
La imagen de su hermana pequeña, Tears, encerrada en aquel antro se lo recordó. Había sucedido un par de meses atrás, cuando su hermana regresaba de una fiesta en una de las mansiones de las afueras. Habían ido juntos pero la vuelta había sido diferente.
- ¡Me voy, Hell! - le dijo Tears tambaleándose.
- Pues adiós - había contestado él.
Ahora se arrepentía y mucho de haberla dejado sola con dieciséis años y con semejante borrachera. Él estaba demasiado ocupado tirándose a una pelirroja el nombre de la cual ni recordaba.
Y cuando al día siguiente Tears no apareció, ni al siguiente, ni al siguiente, Babe, su madre, ya estaba al borde de un ataque de nervios y DD tenía movilizada media patrulla de policía por todo Nueva York.
Privilegios del dinero.
La encontraron él y Josh en uno de los clubes de David Brown, a las afueras. Hell le pegó un tiro en la frente en cuánto lo vio. Por suerte, Tears estaba bien.
Ya la habían vendido a un pez gordo de Canadá que pensaba llevársela esa misma noche y que no iba a renunciar a ella tan fácilmente, pero una visita de DD solucionó las cosas.
- ¡¡¡HELL!!!
El grito de su hermana lo devolvió a la realidad y dio un volantazo que casi les hizo salirse de la carretera. Había estado a punto de llevarse una moto por delante.
El café se había desparramado por el carísimo vestido blanco de Sky.
- ¡¿En qué cojones estabas pensando?! - gritó histérica - ¡Oh, mierda, los papeles!
Pero eso que reposaba sobre su regazo ya no eran documentos, era solo café con grumos.
Sky continuó gritando. Durante cinco minutos hasta llegar a su mansión del centro no descansó: chilló, lo regañó, lo insultó, lo amenazó e incluso le soltó algún que otro golpe en el brazo.
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Cocaína (Saga Adrenalina I)
Action- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - EDITANDO - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - ¿Y si te quemas, Hell? ¿Qué pasa si te quemas? Hell Capobianco no tiene lo que se diría una vida difícil. Alcohol, sexo, drogas y dinero: esos son los pilar...