Capítulo VI

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Hell le dirigió una mirada amenazadora a Kiara, que observaba nerviosa el lugar.

- ¿Es que papi no te ha traído nunca a ninguna Tregua?

Kiara no contestó. Tragó saliva y continuó analizando la nave industrial en la que se encontraban. Nunca pensó que las Treguas pudiesen realizarse en sitios como  aquel, aunque tampoco sabía dónde se hacían pues, como el demonio que tenía al lado había dicho, su padre nunca la había dejado asistir a ninguna. Es más, apenas sabía un par de cosas sobre las Familias. Hasta hacía una par de meses, ni siquiera sabía quiénes eran los Capobianco.

Hell le dio una nueva calada a su cigarrillo y bajó del BMW. Ella no se movió, no porque no quisiera sino porque no podía. Notaba todos los músculos paralizados. La puerta del copiloto se abrió y Hell le tendió la mano.

- No hables con nadie. No mires a nadie. No bebas ni comas nada. No te separes de mí – murmuró Hell pasando un brazo por sus hombros para sostenerla en pie -. ¿Sabes al menos qué es una Tregua?

Se sentía incómoda cuando la tocaba pero no podía decir una sola palabra si quería volver a casa. Sabía lo que eran las Treguas, o creía saberlo. No había que ser demasiado listo para darse cuenta de que eran carreras entre Familias.

Había decenas de coches de carreras esparcidos por todo el recinto, todos de diferentes Familias.

- Carreras – contestó con voz ahogada -. Por eso preguntaste si me daba miedo la velocidad.

Hell asintió mientras se acercaban a un par de coches de alta gama. Un grupo de unos diez chicos reían estrepitosamente mientras bebían a morro de botellas de whiskey y tequila.

- ¿Qué se gana? – preguntó Kiara atemorizada por el ruido estridente de los motores.

- La vida – contestó Hell con una sonrisa divertida ante el rostro de ella.

Kiara se estremeció. Notaba como le flaqueaban las piernas. Tan solo el brazo firme de él no le impedía caer.

- Quiero volver a casa, por favor – susurró mientras su respiración se aceleraba.

Hell paró en seco y la miró.

- No vayas a darme otro susto, te lo digo enserio. No tengo tiempo de buscar otra Salvación.

Kiara lo miró aturdida.

- ¿Qué es una Salvación?

- Tú confía en mí, nena – contestó sin mirarla.

Uno de los tipos que bebía whiskey abrazó a Hell con fuerza. Tenía la piel oscura, el pelo rapado y muchos tatuajes en los brazos y el cuello.

- ¡Joder, Hell, esto está lleno de maricones! – gritó entre los rugidos de los motores - ¿Has visto a los Pryce? ¡Joe está tan acojonado que no se atreve a poner un pie por aquí!

Seguidamente estalló en carcajadas y señaló a Kiara.

- ¿Esta es la “niña”? – preguntó mirándola de arriba abajo – Pues menuda niña… ¿Cuántos años tienes, preciosa?

- Relájate, Logan, no queremos que papá Rhett nos acribille a balazos – rio Hell cogiendo la botella de su amigo y bebiendo un largo trago.

- Tal vez lo haga.

Hell casi se atraganta con el alcohol al decir esto. ¿Esa niñata acababa de contestarle?

- No te cruzo la cara porque yo no pego a las mujeres – murmuró amenazadoramente muy cerca de su oído -, pero no me tientes porque tú solo eres una niñata.

Cocaína (Saga Adrenalina I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora