Capítulo XXVI

17.3K 1.1K 113
                                    

Ver a Jack Golding sentado plácidamente en uno de los sillones de la biblioteca, no solo lo puso de mal humor, sino que también le hizo recordar cosas desagradables. Como que su madre se había vuelto loca. ¿Quién en su sano juicio habría sacado a Golding de la cárcel?

-Estás más alto.

Hell se encontró con los ojos de Jack fijos en él, analizándolo. No le gustó para nada.

-La última vez que te vi medias medio metro – continuó.

-La última vez que me viste tenía padre – Hell se sentó en un sillón frente a él.

El silbido de Jack no hizo que cambiase su expresión fría, sino que la empeoró. DD había muerto por cierta información. Esa información se la había dado Golding sin lugar a duda. Para Hell, él era tan culpable del asesinato de DD como el propio Rhett al apretar el gatillo.

-Ya he hablado con tu madre. Deja estas cosas a los mayores – Jack entrecerró los ojos como si intentase buscar algo en él.

-Soy lo bastante mayor para pegarte un tiro en la cabeza. Que mi madre tenga un mínimo de confianza en ti no significa que yo sí la tenga. Y ante una orden mía de volarte los sesos y otra de Babe de protegerte, pesará más la de enviarte al otro mundo, te lo aseguro.

Jack lo miró fijamente unos segundos y después sonrió.

-Solo eres un crío – no lo dijo con desprecio sino con compasión -. DD siempre se enorgullecía de no fallar nunca pero contigo lo hizo estrepitosamente. Tenía cierta esperanza de que los rumores no fuesen ciertos pero me equivoqué. Estás totalmente perdido. Pero yo puedo ayudarte.

-No necesito tu ayuda. Tampoco que intentes confundirme como lo haces con los demás. Solo quiero saber qué sabía mi padre para que se lo cargasen – escupió Hell.

-¿Y por qué se supone que yo debo saberlo? - Jack volvió a sonreír.

-Tío Jack, mi madre está muy cabreada. Yo estoy muy cabreado. Los Capobianco estamos tan sumamente cabreados que podríamos quemar la Casa Blanca. No juegues conmigo porque a estas alturas, ni la familia me importa.

Las miradas de tío y sobrino estuvieron en contacto durante unos minutos, retándose. Parecía que un incendio fuese a arrasar la mesa de café y la alfombra persa que los separaba. Hell sabía que si su madre se enteraba de que había estado molestando a Jack Golding, le iba a echar la bronca del siglo. Pero realmente no le importaba. Solo quería que le diese una maldita explicación.

-Rhett Capaldi tiene dos hijos.

-Liam y Kiara – murmuró Hell observándolo con recelo -. El primero adoptado.

-¿Solo el primero?

Jack se llevó una mano al bolsillo y sacó un paquete de tabaco con una media sonrisa. Le ofreció uno mientras Hell intentaba mantener el rostro inexpresivo sin resultado.

Cocaína (Saga Adrenalina I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora