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¿ᴇɴ qᴜᴇ ᴍᴇ ʜᴇ ᴍᴇᴛɪᴅᴏ?

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Leah Harvelle

Después de que Jason se quedara profundamente dormido me levanté de la cama con lentitud para después abrir la ventana permitiendo que entrara una pequeña brisa fresca que rápido movió mi cabello, con un suspiro miré por todos lados para ver si había alguien y al notar que la calle estaba muy desierta decidí saltar cayendo de pie con gracia.

El piso se sentía frío pero sin darle importancia caminé unas cuadras encontrando un oscuro callejón sin salida. Me adentré un poco quitándome el suéter que traía puesto para después empezar a transformarme. Solté un pequeño gemido al sentir cómo mis huesos iban cambiando y si dijera que no dolía estaría mintiendo, lo bueno es que ya casi me había acostumbrado al dolor de tantas veces que me había transformado en los entrenamientos que mi antigua manada me ponía.

Cuando terminé me dispuse a correr por el bosque y por las diversas calles que tenía Beacon Hills en busca de cualquier amenaza que podría existir en contra de mi hijo y de mi. La familia Argent me había recogido a las afueras de este condado por lo que era probable que fuera el primer o segundo lugar en el que me buscarían para cazarme.

Con cada paso que daba podía sentir cómo la brisa recorría mi pelaje con fuerza causando que emitiera un pequeño sonido de satisfacción, la luna desprendía una intensa luz alumbrando el paisaje con calidez, aunque realmente no necesitaba esa luz pues mis habilidades me permitían observar todo con claridad.

Luego de una hora de explorar el lugar tenía que admitir que era muy bonito y emitía un aire de tranquilidad, si no estuviera huyendo de nadie probablemente me quedaría aquí, estaba segura de que a Jay le vendría bien este ambiente. Cuando no encontré nada peligroso regresé al callejón volviendo a mi forma humana para después ponerme el suéter que había escondido en una de las cajas que había ahí y empezar a caminar hacia la casa de los Argent la cual no estaba muy lejos.

Al llegar decidí hacer una pequeña limpieza al carro del sr. Argent, probablemente los asientos traseros se mancharon con un poco de mi sangre y a juzgar por el color lo mejor era limpiarlo para no levantar sospechas de ningún tipo. Cuando entré por la ventana del cuarto en el que mi hijo y yo nos estábamos quedando caminé por toda la casa en busca de una cubeta y una esponja, aún seguía sin zapatos por lo que mis pisadas eran demasiado silenciosas para mi beneficio. 

Cuando encontré lo necesario tomé las llaves que estaban encima de un mueble en el comedor.

—Bueno... todo sea por pasar desapercibida.— murmuré yendo hacia el garaje.

Después de media hora seguí tallando el asiento hasta que escuché algo detrás de mi, alarmada dejé lo que estaba haciendo preparándome mentalmente para después darme la vuelta y sin darle tiempo a esa persona de que haga algo tomé con rapidez lo que parecía un brazo retorciéndolo un poco, escuché un leve quejido pero restándole importancia lo estrellé contra la camioneta aún con su brazo entre mis manos.

—¿Así es como trata a los que le ofrecen ayuda?— cuestionó una voz con dificultad pues su cara estaba contra la ventana del auto, luego de unos segundos reconocí a quién le pertenecía esa voz así que estuve a punto de quitarme pero cuando menos lo esperé él se soltó de mi agarre con fuerza y me dio la vuelta a lo que yo solté un jadeo sorprendida, ahora yo me encontraba en su lugar.— Parece que sabe mucho de defensa ¿no es así?— terminó de decir soltándome.

All About Lovin' You | Chris ArgentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora