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¿Me está amenazando?

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Leah Harvelle

Al día siguiente me encontraba caminando por las largas calles de Beacon Hills sintiendo cómo la fresca brisa revolvía mis cabellos, y hasta cierto punto esa pequeña acción mantenía mi respiración relajada. A pesar de eso mis pensamientos y emociones eran un terrible revoltijo, no podía dejar de pensar en lo que había hecho la noche anterior, tanto así que en toda la noche no pude dormir y las ojeras que rodeaban mis ojos eran un claro signo de esto.

—Él no está muerto...— susurré para mi apretando la correa de mi bolsa. Mi mente sólo recreaba una y otra vez a mi clavándole esa jeringa a aquel hombre— No está muerto.

Soltando un suspiro volví a la realidad dándome cuenta de que ya sólo faltaban algunos metros para llegar al instituto, por lo que relajé mis facciones y emití una sonrisa amable para los alumnos que recién iban caminando por el estacionamiento. Luego de haber registrado mi hora de llegada me dirigí a mi oficina y en el momento en el que entré noté que había un termo de café humeante en medio del escritorio, el cual no tardé en mirar de manera desconfiada.

—Recordé que le gusta el café con leche y dos cucharadas de azúcar.— una voz grave y profunda se escuchó detrás de mi así que me di la vuelta encontrándome con el hombre que menos quería ver— Creo que no entiende la gravedad de que usted siga aquí, ¿verdad?... ¿Acaso está jugando a algo, srta. Leah? ¿o debería decir Elizabeth?

—Leah está bien.— respondí de manera tajante alzando el mentón con seguridad, después coloqué a Jason detrás de mi con el propósito de protegerlo, él sólo miraba la escena sin entender exactamente de qué hablábamos— Y no estoy jugando a nada, sr Argent. ¿Acaso ve que me estoy divirtiendo?— escuché como sus dientes rechinaban— Eso pensé. 

—Debo admitir que me sorprendió ver su archivo en el escritorio de mi padre, aún más al descubrir que usted se había convertido en una profesora de esta institución.— soltó una ligera risa— Me pregunto qué habrá pensado el antiguo director al contratarla.

—¿Está haciéndome menos?— ladeé la cabeza con falsa diversión— Yo sé mucho, sr. Argent. De hecho se sorprendería de todo lo que mi cabeza es capaz de procesar. 

—No la hago menos.— negó sonriendo, acción que me hizo enojar— Simplemente recuerde las condiciones en las que nos conocimos. Normalmente cuando alguien huye olvida llevar consigo los papeles que piden en este tipo de trabajos.

—No estoy huyendo.— le recriminé, él borró su sonrisa suplantándola por una expresión de seriedad.

—Me tomé la libertad de revisar su horario, srta. Leah, y de esa manera observé que no tendrá ninguna clase hasta dentro de dos horas así que tengo el atrevimiento de invitarla a desayunar.

—Dígame...¿por qué aceptaría?

—Tengo algo de que hablar con usted.— sacó de su chaqueta un sobre manila— De hecho es algo muy serio, y créame cuando le digo que es mejor salir de aquí, a menos que quiera hablarlo en este lugar en frente de esas cámaras.— señaló con la cabeza los artefactos que habían fuera de las oficinas.

—¿Es una amenaza?— gruñí.

—No. Más bien es un consejo.

—Como sea.— endurecí la mandíbula aceptando.

All About Lovin' You | Chris ArgentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora