Capítulo IV: Cena con la familia Wonfresh

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 Cato se bañó en su casa y luego se fue caminando a lo de Clove, no quedaba muy lejos de la escuela, y la escuela no quedaba muy lejos de su casa.

 Al llegar, tocó la puerta, y lo recibió Clove con una sonrisa, lo dejó pasar y directamente atravesaron juntos una puerta que daba a un patio trasero. Ahí había una mesa sin comida aún. Luego de que los niños se sentaran en la mesa, entraron los padres de Clove con la comida en las manos. Era un estofado con papas y zanahoria, con una salsa de tomate y carne. Cato nunca había disfrutado una comida como esa antes.

-Antes de comenzar a almorzar, papá, mamá,  les presentaré a mi compañero de clases. Él es Cato Plegiant, y su arma especial es la espada –Dijo Clove presentando a Cato. Los padres de Clove saludaron a Cato y éste se mostró muy amable ante la familia.

-Interesante, muchacho. ¿Qué tan bien usas la espada? –Le preguntó el padre de Clove, Class, a Cato.

-Soy bastante bueno –Respondió Cato, no quería estar presumiendo demasiado.

-¿Bueno? ¡Es excelente! –Dijo Clove; y Cato se sonrojó. –Papá, deberías pelear con él.

-Es solo un niño, igual que tú, Clove –Dijo Class –A menos que tú quieras pelear con el maestro, muchacho –Dijo, inclinándose hacia Cato.

-Papá fue entrenador de espada. –Dijo Clove, orgullosa de tener a su padre como entrenador –A veces pelea conmigo con los cuchillos.

-Genial. ¿Fue entrenador aquí, señor? –Dijo Cato inclinándose hacia Class.

-Solo dime Class. Pero no, no lo fui aquí –En ese momento la esposa de Class, Zara, lo pateó por debajo de la mesa muy fuerte. Cato se dio cuenta, pero no sospechó de nada ni de nadie.

-¿En serio? ¿En dónde lo fue? –Preguntó Cato con intriga. Al preguntar eso, Clove y sus padres estaban nerviosos, Zara hasta sudaba de los nervios.

-Lo fue en el Distrito 7 –Dijo Clove. Enseguida los padres la miraron, pero Clove les asintió como para decir ‘confíen en lo que estoy haciendo’.

-¿Cómo que en el Distrito 7? ¿Acaso no es de aquí, señor? Disculpe… Class. –Dijo Cato. Él no soportaba estar con gente de otros distritos. La mayoría eran fugados, generalmente pobres, pero casi ninguno entraba al 2. Muy pocos lograban hacerlo y se hacían pasar como que eran del Distrito 2 en vez de otro. Nunca se supo cómo entraban, solo se sabe que hay refugiados en el 2, son las personas que nadie conoce, que se disfrazan tan bien que ni te das cuenta de los rasgos que tiene en su rostro de otro distrito vecino. Cato no los aguantaba porque, como la mayoría eran pobres, no le gustaba ver ropa gastada o pieles rasgadas en un distrito tan particular y especial como el de él.

-No, no, no…  Somos de aquí, del Distrito 2, solo que mi esposo ha sido enviado al Distrito 7 a entrenar a algunos campesinos para una guerra que nunca se llevó a cabo. Después de todo, él fue uno de los ganadores de los mini-Juegos del Hambre. –Dijo Zara. No había dejado muy en claro lo de la guerra y eso, pero Cato entendió lo suficiente para no seguir preguntando cosas. No se daba cuenta de que algo andaba mal ahí.

-Ah… -Un dato más que Cato no sabía. A pesar de que lo que le decían era mentira.

  Los mini-Juegos del Hambre son para desarrollar las mentes de los niños para ir a Los Juegos del Hambre, también tienen una preparación especial, tienen armas reales, mentores más jóvenes, ganadores de los mini-Juegos del Hambre. Una sola regla: matar o morir. Los mini-Juegos del Hambre tienen más facilidades y cosas más sencillas para los niños. Se hace de los seis años hasta los doce años. En estos también se hace una cosecha. Ni Cato ni Clove salieron sorteados en alguna cosecha, pero los dos estaban listos para ir.

-Y dime, Cato… -Dijo Zara. -¿Alguno de tus padres ha sido vencedor de algunos Juegos del Hambre?

-Sí, mi padre, Acio, ganó los 38° Juegos del Hambre. Me gustaría haberlo visto ganar. Y a nombre de él, yo voy a ganar. Voy a ser voluntario para cuando tenga entre dieciséis y dieciocho años, así me preparo bien. Ya estoy preparado, por si salgo sorteado en algún otro año, pero prefiero tener cierta edad para ir a pelear. Mi madre, Prull, no participó de ninguno de los Juegos, pero estaba preparada desde los mini-Juegos del Hambre. ¿Usted, señora, fue vencedora?

-No, querido. Y no me gusta ver tanta matanza. Lo siento, sé que es ofensivo decir eso en la mesa, con estas personas que tengo alrededor mío, pero, la verdad es que no me gusta. Suerte que no salí ni siquiera en los mini-Juegos, lo único que podría hacer sería esconderme.

  Pasaron el mediodía comiendo y hablando. Estuvieron haciendo lo mismo toda la tarde. Hablaban de cualquier cosa, hasta Class contó sus anécdotas de cuando estuvo en los mini-Juegos del Hambre. Antes de que Cato se vaya, Class preguntó:

-Niños, ustedes se ven lindos juntos, ¿no son novios? –Los niños se rieron, pero lo tomaron bastante en serio. Aunque, en realidad, no eran nada. Ninguno se sentía atraído por el otro.

 Después de aquella comida, todos los días de colegio Cato y Clove hablaban. No importa de qué. Se hicieron amigos. Por todo un año fueron los mejores amigos. Muchos pensaban que eran algo más, pero, la verdad, no eran nada, solo unos perfectos amigos que se querían.

Clove & CatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora