Eran las cuatro de la mañana.
Clove se levantó de la cama porque no podía dormir. Estaba nerviosa. Tenía miedo. Fue a la sala de estar a mirar televisión, quería repasar algunos Juegos anteriores a ver qué clase de arena podía tocarle este año.
Cuando llegó a la sala, encontró a Cato sentado en el sofá mirando en la televisión lo que ella quería ver.
-¿Tampoco puedes dormir? –Preguntó Clove a Cato.
-No –Respondió Cato –Me cuesta. Estoy nervioso por mañana.
-Yo igual.
Clove se sentó en el sofá con él. Se quedaron mirando unos minutos las arenas.
-Prefiero no verlo –Dijo Clove –Quería, pero ya no –Apagó la televisión.
-Está bien. Solo hay que tener en cuenta que si es un lugar frío, hay que buscar cuevas. Y si es un lugar caluroso, buscar agua –Dijo Cato. Clove asintió.
-Tengo miedo.
-Eres una luchadora. Los demuestras en público, y, aunque no parezca, es cierto. Serías capaz de matarme fácilmente –Cato notó que lo que dijo hizo que Clove tenga lágrimas en los ojos –Perdón… Podrías matar fácilmente a… Katniss.
-Puede ser –Sonrió.
-Solo… Tranquila. No tengas miedo, como ya dije eres una luchadora. ¿A qué le tienes miedo? –Hubo un silencio. Hasta que Clove contestó:
-A perderte.
Se durmieron en el sofá sin darse cuenta y los despertó Reeve a las ocho.
-Hay que desayunar.
Clove y Cato se pararon y fueron directamente a la mesa, que estaba preparada con un gran desayuno, más grande que el de todos los días.
-Reeve, ¿por qué hay más comida en la mesa hoy?
-Es obvio, Cato –Dijo Enobaria, que apenas había aparecido en la mesa –Hoy deben alimentarse más –Silencio. No querían hablar del tema.
-Bien –Dijo Reeve mientras todos masticaban algo –el plan de hoy es así: ahora se darán un baño; luego, irán al laboratorio para que los maquillen por última vez, también les pondrán su ropa para la arena. Más tarde irán a la terraza del edificio, donde estarán todos los tributos, y subirán a un aerodeslizador, en donde les pondrán sus rastreadores. Y finalmente, se encontrarán en una pequeña sala con sus diseñadores y saldrán a la arena.
Clove no podía comer, seguía asustada, más nerviosa que asustada, sentía que no podía tragar. Estaba entusiasmada, pero quería quedarse en donde estaba.
Se obligó a tragarse algunas galletas y un vaso de leche.
Al parecer, Cato comió sin problemas.
Después de comer, cada uno fue a su habitación y se dio una larga ducha. Cuando estaban listos, encontraron unas batas blancas en la cama, así que se las pusieron y salieron a los laboratorios.
Los estilistas se abrazaron junto a su tributo, luego comenzaron a maquillar.
-¿Quieres que te bronceemos esta vez? –Preguntó Rehma a Clove.
-Esta vez no. Lo más probable es que en un día ya se me haya quitado –Rehma asintió y obedeció. Siguieron los tres con la pomada para cicatrices.
Mientras le arreglaban las cicatrices a Clove, a Cato le arreglaban la mano. Reeve se había enterado solo que se había lastimado la mano, no sabe cómo. Pero no se preocupó demasiado. Pero, si ve las grandes cocidas, se asustaría, y llevaría a Cato al hospital.