Al día siguiente se levantó cada uno a las diez de la mañana y desayunaron.
-Lamento lo de ayer. Me puse un poco loca. Es que me sigue afectando venir aquí con Cato –Dijo Clove.
-Está bien. ¿De dónde dicen que se conocen? –Preguntó Enobaria cambiando de tema.
-Desde tercer grado. El primer día de escuela –Dijo Cato sonriendo.
Hubo un silencio.
-Bien. Ya es hora de que se pongan de nuevo sus trajes y vayan al gimnasio.
Los dos obedecieron y esta vez se fueron solos en el elevador. Llegaron y se encontraron con Marvel y Glimmer formados. Se pusieron a un lado y vino el Distrito 3. Y así…
-Buenos días. Hoy será un poco diferente a ayer. Tendrán que estar tres horas en los puestos de supervivencia comenzando ahora. Luego irán a almorzar. Y finalizarán con tres horas de cuchillo, lanza y espada. Luego, como ayer, tendrán unas horas libres –Dijo Atala. Todos obedecieron y fueron a los puestos de supervivencia. Esta vez los profesionales se quedaron sentados en el piso hablando. Hablando por tres horas.
Luego fueron a almorzar y se sentaron juntos otra vez.
-Sigamos hablando de los tributos –Ofreció Marvel.
-¿Puedo matar a los del 12 ahora? –Dijo Clove mirándolos. Todos soltaron una risa, hasta Glimmer.
-Me temo que aun no, Clove –Dijo Cato –. Podremos hacerlo todos juntos pronto. Dentro de dos días en realidad.
-Esto pasa rápido –. Dijo Glimmer. Todos asintieron. Hubo un silencio –. ¿Tienen algún amuleto? Yo tengo uno. Tenía. Un anillo. No lo permitieron pasar por la junta de revisión porque si girabas la gema, salía una punta con veneno. Dije que no tenía idea de que podía hacer eso. Pero de todas formas lo eliminaron.
-Yo también tengo uno –Comentó Cato. Clove frunció el ceño. No sabía cuál era su amuleto. Lo debería haber visto alguna vez, al menos una. Lo miró a los ojos, lo tenía al lado –. Hace años que lo tengo. Y cuando digo años digo muchos años –Todos parecían interesados en lo que contaba Cato –Un cuchillo. Me lo dio Clove. Es… muy especial para mí –Glimmer la miró con celos a Clove, además de que apenas Cato dijo eso Clove lo abrazó. Tenía los ojos llorosos de felicidad. No podía creer que Cato aun conservaba ese cacharro viejo y destrozado. Lo tenía guardado en el bolsillo de su pantalón. Cuando lo sacó, Jason, del Distrito 5, lo miró de una forma extraña. Como examinándolo desde lejos. Estaba 9interesado en esa cosa. Podría robarlo en ese momento. No, en ese momento no. Cato podría matarlo de una solo patada. Más tarde tal vez.
Cato lo vio y Jason sacó la mirada de ese cuchillo mientras Cato no paraba de mirarlo. Sabía que deseaba ese cuchillo, por más feo que esté.
-No puedo creer que aun lo tengas. Creí que ya no existía –Dijo Clove sacándose una lágrima con la mano que corría por su mejilla. Cato le dio unas palmadas en la espalda. Marvel hizo una mueca de ternura al verlos. Glimmer no creía la situación. Marvel con su cara de ternura al ver a dos chicos charlando de un recuerdo, Cato rodeando a Clove con un brazo, Clove llorando de alegría. Todo era horrible. Nada de lo que ella planeaba. Si todo seguía así, los del 2 terminarían juntos y ella no encontraría a nadie perfecto otra vez –Bien. Ya me calmé. Perdón por llorar. Es que… ese cacharro es de hace muchos años, y cada vez está más feo. Falta que le crezcan hojas alrededor –Todos rieron fuertemente, lo que hace que todos los miraran. ¿Importa? Para nada. Son superiores de cualquier forma.
-Vuelvan al gimnasio, tributos. Hora de sus pruebas –Dijo Atala, y los veinticuatro tributos se fueron de vuelta al gimnasio. Todo fue igual: lección de cuchillos, lanza y espada. Luego vinieron las horas libres. Los cuatro se juntaron para ver qué iba a hacer cada uno.
-¿Qué harán ahora? –Preguntó Marvel.
-Me quedo con la espada –Dijo Cato.
-Yo igual –Gritó Glimmer, haciendo de esa su oportunidad. Todos la miraron –¿Qué? Quiero practicar con un arma grande –Clove puso los ojos en blanco y sacó la mirada de ella.
-¿Me ayudas con los cuchillos, Clove? –Dijo Marvel, era su oportunidad de hablar con la enemiga de su compañera, que le caía tan bien como la comida de su distrito.
-Claro –Dijo Clove. Todos se separaron y se fueron. De repente, un grito se escucha de lejos:
-¡¿Dónde está mi cuchillo?! Jason, ¡¿Tú lo tienes, verdad?! –Cato estaba bastante alarmado, pues no encontraba el cuchillo que le regaló Clove.
Jason estaba asustado. Demasiado asustado. Mo vía las manos y sacudía la cabeza, diciendo que él no tenía nada.
Nunca descubrieron quién lo tuvo, pero de la nada, de repente, este viejo cuchillo se cayó del techo. Nadie sabía cómo, nadie sabía cuándo. Pero al menos Cato estaba feliz y tranquilo, ya que al fin encontró su cuchillo.
-¿Puedes creerlo? –Dijo Marvel a Clove mientras iban al puesto de cuchillos, después de los gritos de Cato.
-¿Qué? ¿Glimmer? –Marvel asiente –Solo quiere acercarse a Cato. Es lo más obvio del mundo. No entiendo cómo no se da cuenta de que todos los tributos deben saberlo.
-Yo tampoco. Tuve una charla con ella ayer.
-¿De qué hablaron?
-De qué te parece. Dijo que solo era de ella y que no me le acerque. Bueno, todos saben mi secreto. Que al parecer ya no es tan secreto. En fin, Glimmer cree que lo tiene todo, aunque en su poder solo tiene fuerza –Clove sonrió –Y ni siquiera la suficiente. Te dejo matarla, si quieres.
-¿Tú la matarías?
-No lo sé. Es demasiado insoportable, pero como es mi compañera, no estoy seguro de nada.
-Pues te haré el honor de hacerlo.
-Gracias.
-Ya llegamos al puesto de cuchillos. Puedes irte al de lanza, ya está.
-Quería pasar tiempo contigo para hablar de esto, pero en serio quiero practicar con cuchillos.
-Oh, bien. Entonces entra en el cuadrilátero y te diré algunas indicaciones desde aquí afuera.
Marvel progresó con el cuchillo en unas horas. Mientras tanto, Cato y Glimmer estaban juntos en el puesto de espada.
-Soy malísima con la espada –Dijo Glimmer. Cato estaba pensando en un ‘lo sé, te vi ayer’ pero no dijo nada. La ayudó a entrar en el cuadrilátero y, al igual que Clove, le daba indicaciones desde fuera.
Glimmer no progresó en nada. Solo sabía unos movimientos básicos que ni siquiera le salían bien.
Terminó el día en el gimnasio y cada pareja de tributos se fue por un ascensor diferente hasta su piso.
Toda la noche era lo mismo. Se hablaba del día mientras la cena, y se iban a dormir. Lo mismo con el último día de Entrenamiento. Todo fue igual al anterior. Solo debían poner más fuerzas ya que al día siguiente eran las puntuaciones.
Todo es el mismo circuito cada año: después de los tres días de entrenamiento, los Vigilantes, que ven todo el entrenamiento desde un lugar apartado, le dan una puntuación a cada tributo. Solo dicen las puntuaciones por televisión, no el Entrenamiento, porque no puede ser televisado. Le dan a cada tributo un número, del 1 al 12, donde el 1 es rematadamente malo y el 12 inalcanzablemente bueno. Representa lo prometedor que es el tributo. La nota garantiza quién ganará, no es más que una indicación del potencial que ha demostrado el tributo en el Entrenamiento.