Capítulo IX: Llegada al Capitolio

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 Clove se dio cuenta no podía estar tirada todo el tiempo y no ver a Cato, a pesar de que se sentía incómoda estando con él. Se fue al comedor a saborear algo antes de irse y ahí lo encontró. No sabía qué iba a hacer, estaba tensa, nerviosa, y hasta empezaba a sudar. Cato estaba igual, pero no tan nervioso, solo tomaba panecillos y los untaba en mantequilla. Clove comía unas adictivas galletitas con azúcar y caramelo.

-Lamento lo de recién, Clove. No sé qué pasó para terminar así –Cato hizo su mejor intento, al parecer funcionó, porque no resultó incómodo entre los dos.

-Está bien. Fue muy rápido, a cualquiera le podría pasar. Como en las películas, pero no… así –Cato no entendía lo que Clove dijo. No se le hacía muy coherente. Pero lo que Clove quería decir era que en las películas siempre pasa lo que le pasó a ella y a Cato, solo que no iban a terminar juntos. Cato entendió después de un momento, y no sabía bien lo que Clove estaba pensando. ¿Pensaba en que él no gustara de ella? ¿Ella estaba enamorada de él o definitivamente no? Cato pensó demasiado, solo por unos minutos.

-Entiendo lo que dices, en serio. Lo que quiero es que esa situación no nos incomode a ninguno de los dos. Somos mejores amigos, jamás nos vamos a dejar –. Cato ya no sabía qué decir, y Clove seguía tan nerviosa que se quedó callada. –Lo que trato de decir es que lo que pasó en la habitación no nos tiene que incomodar, y que hagamos como que no pasó nada. No quiero perderte, Clove –Clove solo asintió, pero miró a Cato, no quería que pasara de nuevo lo que había pasado, así que se enfocó en la comida y bajó la cabeza. Cato hizo lo mismo. De repente entró Reeve, y atrás la seguía alguien. Una mujer, que aparentaba ser de unos veinte años, con cabello negro y la piel bronceada, una mujer típica del Distrito 2. Miraba a los chicos de reojo con arrogancia, daba miedo.

-Bien, chicos, siéntense –Dijo Reeve sentándose en una mesa de cuatro personas, junto a ella se sentaba la mujer. –En los últimos diez minutos que quedan, -Reeve remarcó el diez, porque era poco tiempo lo que quedaba para llegar al Capitolio –les presentaré a su mentora –Estaba claro que Reeve estaba enojada con esta mujer porque no se pudo presentar en las ocho horas de viaje. –Enobaria Purse. Enobaria, -Dijo Reeve presentándola frente a los tributos –Cato y Clove. Ganó los Juegos hace cuatro años. Los ganó cuando tenía su edad. Es una mujer muy talentosa, aunque al parecer no es consciente de lo que pasa alrededor.

-Te dije que estaba cansada, tenía sueño y me dormí. ¿Qué hay de malo en eso? –Dijo Enobaria. Parecía una avox mientras Reeve contaba todo lo que hacía. Cato y Clove se dieron cuenta de una característica de ella que no habían visto nunca antes: tenía implantados dientes puntiagudos y filosos, con la punta de cada uno bañado en oro. Clove y Cato se asustaron y movieron sus cabezas para atrás como si fuese a atacarlos. – ¿Qué? ¿Algún problema con mis dientes? –Dijo Enobaria, dirigiéndose a los chicos. –Cato y Clove atrasaron aun más su cabeza ya que Enobaria se les acercó por un segundo mostrándoles los dientes. Al ver que hicieron eso, ella empezó a reír desesperadamente.

-No los asustes, Enobaria –Dijo Reeve en tono calmado, aunque estaba realmente furiosa con ella.

-Luego les contaré la historia de mis colmillos –Dijo Enobaria, volviéndose de nuevo a los chicos, después de su larga y exagerada carcajada –Bien. Pidan consejos, es lo mismo cada año, tengo experiencia en eso.

-¿Cómo consigo refugio? –Preguntó Clove.

-¿Tienen armas especiales? –Preguntó Enobaria a los chicos, ellos asintieron. – ¿Cuáles?

-Yo uso la espada y ella los cuchillos. –Respondió Cato, y Enobaria sonrió.

-Yo también usaba los cuchillos, no me arrepiento de nada, porque podría haber elegido otra arma. Pero los cuchillos son geniales –Clove sonrió al escuchar esto, ya que alguien entendía su pasión por esas cosas. Asintió y bajó la mirada –Aunque luego descubrí a estos Dijo Enobaria repitiendo su movimiento de mostrar la boca.

Clove & CatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora