Capítulo XVI

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No sé ni cómo me siento el día de hoy, igual que ayer. No sé si enfadarme porque me trate con esa indiferencia después de mi primer beso y mi estupidez o estar feliz con mi vida de que mi primer beso haya sido con un tío tope buenorro. Pasé mi día de clase más tranquila estando con Mary. También quedamos a comer juntas. No me atrevía a decirle nada de lo que pasó ayer. Sigo conmocionada por lo que pasó.

Una vez terminada me fui andando a la empresa. Conforme avanzaba me ponía más nerviosa. ¿Cómo iba reaccionar cuando lo vea después de lo que ha pasado? ¿Pasará de mí? Es lo más lógico que haga. Mis manos estaban sudando y mira que hacía un frío de muerte.

Cuando llego a la empresa voy directa a mi despacho, pero al saludar a Samantha me para:

- Buenos día señorita Torres. El señor Blackwell quiere verla de inmediato. – Si estaba nerviosa antes ahora estoy temblando de arriba hacia abajo de lo inquieta que estoy.

- Muchas gracias Samantha, primero pasaré a mi despacho a dejar mis cosas. Hasta luego.

- Hasta luego señorita. – dice con una sonrisa.

No me lo puedo creer. ¡Sabe sonreír! Y se ve preciosa cuando lo hace. Ha dado un cambio drástico. Sólo la semana pasada me trataba fatal. A lo mejor tuvo una mala semana, así que mentalmente la perdono, aunque pienso que no debe tratar mal a los demás porque ella lo esté pasando mal. Pero bueno, al fin y al cabo, somos personas y solemos cometer errores.

Voy a dejar mis cosas u me aliso la falta de tubo negra que llevo, me pongo mis gafas y cojo mi libreta con un bolígrafo. Me temblaban las manos. Soy un caso aparte, cuando está enojado e imponente no me importa ni me afecta (bueno sí, me hace gracia a veces), pero después de que me de mi primer beso y hacerlo como lo hizo, estoy que me muero de los nervios.

Hago un intento de calmarme y salgo de mi despacho hacia el de Jason. Como siempre doy tres toques a la puerta y me indica a que pase. Lo hago y cierro la puerta detrás de mí, si va a echarme una bronca o hablar del beso de ayer, no quiero que se entere nadie. Estaba sentado con el pelo revuelto, no está perfectamente peinado como lo suele llevar siempre. Se ve tan joven de esa forma.

- Buenas tardes, señor Blackwell. ¿Me ha llamado? – intento evadir su mirada.

- Buenas tardes Agnes. – me sorprendió que me tratase de tú a tú y lo miré a los ojos. Su mirada era intensa. Era demasiado para mí. – Sí, te he llamado. Siéntate. – le hago caso y me siento enfrente de él. – Te llamaba para tres asuntos. En primer lugar, te informo de que la primera reunión para el grupo de investigación es el lunes a las 4 de la tarde, aquí tienes el informe que tienes que estudiar. Esta primera reunión aprenderás a trabajar en equipo, no estás obligada a participar, pero sí debes observar cómo trabajamos. Ya para a segunda reunión me gustaría que empezaras a participar.

-En segundo lugar, te pido perdón por lo de ayer. No sé qué se me pasó por la cabeza en ese momento, espero que me perdones. No volverá a pasar. – ¿se está disculpando por besarme? Fue el mejor beso de mi vida y el primero, aunque haya acabado mal. He disfrutado el momento mientras duró, eso no lo voy a negar. Pero eso no se lo digo claramente, el gato me comió la lengua. – Por último, mi madre te invita a la fiesta su cumpleaños, que será el domingo a las 7 de la tarde.

Eso me cogió desprevenida.

- Eh, no creo que sea adecuado que vaya. Dale las gracias a tu madre por invitarme, pero no creo que vaya a estar cómoda. – digo intentado buscar cualquier excusa. Aunque, es verdad que me sentiré incómoda.

- ¿Por qué no ibas a estar cómoda? – me pregunta frunciendo ligeramente el ceño. ¿En serio me va a hacer explicárselo?

- Sólo os conozco a vosotros, no creo que conozca a nadie de la fiesta. Y seguramente vosotros estaréis ocupados con los demás invitados. Así nos ahorramos un mal trago para ambos. – digo con toda la sinceridad del mundo. Si en algo era una experta era en la sinceridad, no sé mentir. Si lo hago, se me nota bastante.

El alzó las cejas sorprendido, no sabía qué se esperaba que le dijese.

- Mi madre no aceptará un no por respuesta, la conozco muy bien. Además, - agacha la cabeza ¿avergonzado? – está... eh... agradecida por lo que hiciste por nosotros la noche que caí.

- No ha sido nada. Pero tengo muchas cosas que hacer, tengo trabajo atrasado de la universidad. – es una mentira a media, seguramente para el domingo tenga trabajo atrasado que tenga que entregar, en lo único en que fallé es en el tiempo verbal.

Me levanto de mi silla cogiendo mis cosas y el informe de investigación.

- Dale las gracias a su madre por invitarme, pero no voy a poder. – le doy mi mejor sonrisa. Co lo de su madre, se me pasaron algo los nervios. Aunque sigo sintiéndome incómoda con la situación en general. Por lo del beso y por la invitación de su madre. – Me retiro. Que pase una buena tarde.

- De acuerdo e igualmente. –me responde una sonrisa de lado un tanto traviesa. Prefiero no saber qué está tramando en su mente fría.

Voy a mi despacho a empezar con el informe de investigación. Después de dos horas de trabajo suena el teléfono de la empresa. Me quito los auriculares y respondo a la llamada.

- Agnes Torres, dígame.

- Buenas tarde mi querida Agnes. Soy Mirella, la madre de Jason. – dice la mujer al otro lado de la línea. – Acabo de hablar con mi hijo Jason y me dijo que no podías venir a mi fiesta de cumpleaños por trabajos de la universidad. Y como yo no acepto un no por respuesta, he convencido a mi hijo de que te deje la tarde del viernes para que hagas tus trabajos de la universidad y puedas venir a la fiesta. Me encantaría que estuvieras querida.

¿En serio? Ahora ya entiendo la sonrisa traviesa de Jason. Él sabía perfectamente que su madre no quedaría quieta por mi negación.

- ¿Estás segura de que me dejó la tarde del viernes libre? – no creo que haya hecho eso, después de tenerme trabajando hasta hartarme.

- Sí, segurísima. – me dice la mujer contenta.

- Si no has más remedio entonces... - digo en broma a lo que la mujer ríe. Pero sigo pensando que me aburriré como una ostra el domingo. Bueno al menos si no tengo trabajo de la universidad la tendré la tarde del viernes parcialmente libre.

- Luego mi hijo te dará la tarjeta de invitación. Te veo el domingo querida. – la madre no tiene nada que ver con el hijo. Para nada.

- Nos vemos señora Blackwell. – me despido de ella.

- Llámame Mirella, por favor. Me haces sentir vieja. – ríe a lo que le sigo yo también.

Cuando termino con la llamada, sigo mi trabajo hasta que tocan la puerta. Al segundo abren la puerta. Era Jason. Se acerca a mi escritorio y me tiende una tarjeta, que supongo yo que es la invitación. Al cogerla nuestras manos se tocan y siento una carga eléctrica que pasa de mi mano hacia todo mi cuerpo. Cojo la tarjeta y retiro rápidamente la mano.

Lo miro a los ojos, el cual es un error porque veo que sus ojos tenían la misma expresión que tenía después de habernos besado. Se aclara la garganta.

- Supongo que mi madre ya le habrá informado de que el viernes lo tienes libre. Ya te dije que no aceptaba un no por respuesta. – dice con una sonrisa de sabelotodo. Y con ello se sale del despacho.

Me sentiría mejor si le quitase esa sonrisa de arrogante de la cara con un puñetazo. Aunque le destrozaría su preciosa cara. Al menos así estamos al mismo nivel.

Termino sin interrupciones mi jornada y me voy de la empresa despidiéndome de Samantha y de la mujer de la recepción a mi paso.


El resto de la semana pasa sin incidentes, sólo con mucho trabajo. Al menos la semana es menos estresante que la semana pasada. El sábado tarde me dediqué a buscar un regalo para Mirella. No sabía qué le podría gustar. Supuse que tenía de todo y le llamé a Alba para preguntarle y ella tampoco tenía idea, aunque me dijo que le comprase algo sencillo. Paseándome por las tiendas encontré un collar sencillo de plata, tenía un círculo decorado con cristales. Lo encontré rebajado de precio, era un collar precioso. Estaba contenta con mi compra.

En el trabajo conversé un rato con Edwin en mi descanso, el hizo su descanso a la misma hora. Hablar con él es muy agradable. Me había invitado a tomar algo después del trabajo, la cual decliné de nuevo. Tenía mucho sueño, ¡qué raro! Pero le prometí que algún día pasará. Al final, insistió en que me acercase a la residencia, esta vez no me negué.

Si Es Contigo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora