Capítulo XIII

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Temerosa me dirijo a la habitación donde se encontraba. Estaba aterrada, muchos recuerdos empiezan a invadirme poco a poco. Intento contralarme y alejar todos esos recuerdos de mi mente, pero muchos fragmentos de mis recuerdos empiezan a apoderarse de mí. Me cuesta respirar. Aun así, yo sigo con mi camino, para asegurarme de que Jason se despierte y que esté bien. En ese momento me iré cagando leches.

Llego con dificultad a la habitación donde reposa Jason debido a la invasión de malos recuerdos y a que el hospital es enorme. Llego en frente de la puerta, con una mano temblorosa cojo el pomo de la puerta temiendo que en cualquier momento pueda perder el control de mi cuerpo . Cierro los ojos y me armo de valor para abrir la puerta.

Cuando los abro encuentro a Jason recostado en la camilla con un brazo colgando de un lado de la cama. Me acerco a él para verlo mejor. Sigue estando inconsciente, su cara iba tomando color. Lucía más joven al estar indefenso de esa forma. Al verlo a él, tambado en la cama y con esas pintas me olvidé de mi misma y mis temores. Lo único que pensaba y deseaba es que se despertase y que estuviese bien lo antes posible si puede ser.

Cuando me paro a un lado de la cama, me doy cuenta de los cables que estaban inyectados, uno en el dorsal de la mano que reposaba en su pecho y uno en el brazo que le colgaba fuera de la cama. Cojo ese brazo y lo coloco sobre su cuerpo. Sé lo que duele tener una noche entera el brazo colgando fuera de la cama, el dolor a la mañana siguiente cuando doblas tu brazo es parecido a cuando te das un golpe en la tibia contra algo rígido.

Me quedé observándolo durante un buen rato hasta darme cuenta de que no he avisado a ningún familiar suyo para que esté al tanto de su situación. Es lo primero que debería haber hecho desde un primer momento.

Tengo su abrigo desde que se le cayó cuando se desmayó, ni siquiera se lo había puesto. Es que, a decir verdad, Agnes, tampoco estaba en condiciones. Me reprimo a mí misma. Rebusco en los bolsillos y no hay nada. Debería de llevar la cartera y el móvil a mano como mínimo. Hecho un vistazo a la habitación y veo una bolsa blanca, donde, supongo, que está su ropa y sus pertenencias.

Me dirijo hacia donde está la bolsa, busco y encuentro el móvil. Lo miro y me da miedo en que cualquier momento se me cayese, era el último modelo de iPhone. Intento desbloquearlo, pero tenía que escribir una contraseña. Supuse que el móvil tenía para desbloquear de forma táctil, ya que era el último modelo.

Voy hacia donde está Jason y empiezo a probar con los dedos de la mano derecha hasta que doy con pedo pulgar. Cuando se me desbloquea, busco en sus contactos y decido llamar a su padre, fue el primero que me apareció, no es por nada.

Eran casi las 1 de la mañana. Estaba arrepintiéndome de llamar.

- ¿Jason? – me responde su padre con voz ronca, seguramente estaba dormido - ¿Qué pasa que me llamas a estas horas?

- Buenas noches, señor Blackwell – respondo en voz baja. – Yo soy la becaria, Agnes Torres.

- ¿Cómo? – pregunta con confusión en su tono. - ¿Dónde está Jason? - ¿Cómo decírselo ahora? Debería haber pensado en qué decir y luego llamar.

- El caso es que Jason estaba en el restaurante en donde trabajo y se desmayó. – digo omitiendo varios, muchos, detalles.

- ¿Dónde está ahora? – pregunta claramente alarmado.

- Estamos en el hospital de John Radcliffe. – le recito la dirección de la habitación.

- Vale, ahora vamos para allá. ¿Cómo está él? – pregunta preocupado.

- Está inconsciente ahora. Dice el doctor que para mañana le dan el alta si se encuentra bien.

- Muchas gracias por avisar. ¡Hasta pronto!

Si Es Contigo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora