Capítulo XXII

95 10 0
                                    

Me despierto no con muchas ganas, no he tenido suficiente de dormir y lo que he dormido no lo he hecho bien. Espero que nadie me haga enfadar, no quiero acabar en una cárcel el día de hoy, todavía tengo vida por vivir. Aunque para mi edad ya he pasado por mucho.

Cuando termino de ducharme y de vestirme salgo a la habitación. Alex ya estaba despierta, en cuanto la vi fui directa a abrazarla como agradecimiento por lo de anoche. Me hizo sentir mejor y protegida. La abracé tan fuerte que llegó un momento en que temí que le rompiese la columna vertebral. Creo que estoy exagerando un poco demasiado.

- Hey, hey, ¿qué pasa? – pregunta preocupada mientras me devolvía el abrazo.

- Disfruta mientras puedas, esto no volverá a repetirse. – digo bromeando. Ella ríe y me abraza más fuerte. – Muchas gracias. – le digo agradecida.

- Te dije que-

- Calla y deja que te las gracias anda. – la corto - Que con lo llorona que soy, acabo inundando la habitación si sigues siendo así de dulce. – me separo de ella, mientras ella ríe.

Debería de quedar más con ella y conocerla mejor. Ya sabía que era una buena chica, pero ahora tengo curiosidad de saber más de ella. Sus gustos, preferencias, opiniones... Vamos, lo que se llama hacer una buena amistad con ella si se puede. Y que por fin pueda abrirme a ella y contarle todo de mí también.

Cojo mis cosas para ir a desayunar y se me ocurre algo, que hasta el momento no lo había hecho.

- Alex, ¿vienes a desayunar conmigo y luego vamos a la universidad juntas? – pregunto un poco nerviosa, no sé si le gustaría – Si quieres claro.

- Por supuesto. – me responde con una sonrisa radiante – Es una buena idea.

Sonrío aliviada. No sé cómo tratar a la gente para que les caiga bien. A ver si empiezo a aprender a socializar un poco. Que necesito tener una vida social. Mi psicóloga lleva recordándomelo desde hace tiempo. Ahora que tengo las agallas de empezar a socializar pues aprovecho. Puede que pierda la oportunidad de tener este valor para dar un paso a delante y abrirme más a la gente.

Pues la mañana que empecé quejándome por lo poco que he dormido acabó siendo una buena junto a Alex. Me ayudó a dejar de pensar por un momento en el sueño que he tenido. Eso es de agradecer.

Llego a clase sonriente, lo cual es muy raro. Mary me mira con los ojos saliéndose de sus órbitas.

- ¿Qué has desayunado esta mañana como para que llegues una mañana sonriendo? – me pregunta con cara seria - ¿Estás enferma? – se levanta de su silla y me toca la frente, para ver si tengo fiebre, con fingida preocupación.

- Buenos días a ti también. – sonrío por el dramatismo fingido de mi amiga Mary.

- Buenos días. Pero dime, ¿cómo que has entrado a clase, en una mañana, como una persona normal y no como un zombi? – me pregunta, ahora con curiosidad.

- Nada, sólo que he venido acompañada de Alex. Estoy conociéndola mejor. – digo como si nada.

- O sea, ¿tú haciendo amigos? – me pregunta alzando y bajando las cejas.

Ese gesto me recuerda al de José, lo echo de menos. Siento que mi ánimo va decayendo. Salgo al momento de mis cavilaciones e intento responder a Mary, sin que se me vaya la voz. Siempre que tengo esas pesadillas, paso los días siguientes intentado superar las pesadillas. Me afectan bastante.

- Eso parece. – intento seguirle la broma.

- ¿Estás bien? – me pregunta ahora realmente preocupada. Eso de fingir se me da bastante mal por lo que veo.

Si Es Contigo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora