Desesperación

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No doy más, estoy descontrolándome de los nervios. Mis manos tiemblan, mi respiración parece estancada en algún lugar de mi tracto respiratorio y mi corazón... mi pobre corazón no ha dejado de latir con fuerza desde hace más de una hora, cuando mi mamá, mi abuelo y mi abuela entraron al consultorio del doctor Evaristo. La salud de mi hermano parece haber empeorado. No me dejaron pasar a verlo ni un minuto, y ni siquiera Pablo con su mágica y cálida sonrisa pudo convencer esta vez a la enfermera de dejarme pasar un momento para verlo.

Me temo que es realmente grave.

Los brazos de Pablo me rodean los hombros y me estrujan con fuerza, parece que quiere trasmitirme seguridad a través de sus abrazos como siempre, sin embargo es tal el nerviosismo que siento que por ahora no va a ser posible estar mejor. Necesito saber qué es lo que está diciendo el doctor Evaristo a mi familia.

Por otra parte mis primos Diego y Giuliana por primera vez en lo que va de la internación de Tomy se acercaron al verlo. Si no hubiese sido por mi amiga Carla y su hermano creo que hoy hacía un gran papelón y los echaba del hospital a los golpes. No puedo entender lo insensibles que podemos ser las personas a veces. Pensé que ya no se acordaban ni de mi hermano ni de mí. Nunca fueron del tipo "Primos unidos todo terreno", pero esta vez sí que los necesite, aunque mas no sea para quedarse un rato mientras volvía a casa a bañarme.

En vez de poder contar con mis primos, encontré refugio en dos grandes seres humanos como Carla y...Pablo.

Pablo, ese chico de a poco se me está metiendo en la vida. Se está colando cada día con más fuerza en mi sistema. Nunca creí poder sentirme así con alguien. Es atento, cariñoso, generoso, confiable y además si debo ser sincera... es muy muy lindo!

-Que estás pensando?- la voz serena  y gruesa de Pablo me sobresalta.

-¿Quién? ¿Yo? Nada- digo sobresaltada.

Si supieras la verdad...

-Te vi muy callada- dice acercándose al banco donde me encuentro sentada.Sus ojos lucen cansados pero aun así no dejan de tener ese no sé qué que me encanta.

-No te preocupes Pablo, la verdad es que estoy nerviosa, quiero saber que está pasando con mi hermano-digo con la voz quebrada por la emoción de saber que se preocupa por mí.

La puerta del despacho del doctor Evaristo se abre y una Sonia bañada en lágrimas sale abrazada a mi abuelo. Mi abuela los sigue desde más atrás con la mirada fija en el suelo.

En ese momento mi corazón ralentiza su marcha. No quiero saber que dijo el doctor. No quiero escuchar a nadie. Tengo pánico de lo que me van a decir.

Me aferro con fuerza a Pablo que rápidamente pasa sus largos brazos por mis hombros. Mi mamá se acerca a donde nos encontramos y con la voz quebrada por el llanto me cuenta que Tomás ha entrado en la lista nacional para recibir su trasplante de hígado en el puesto número uno por la urgencia en el estado de su salud.

No quiero escuchar más, no puedo imaginar lo que mi pobre hermanito debe estar sufriendo ahora mismo.

¿Cuánto más tendremos que sufrir?

¿Cuándo la paz va anclarse en esta familia?

¡Como necesito el abrazo de mi papá!

Todo se desdibuja ahora, no puedo ver nada más que la camisa celeste de Pablo que me abraza y me aprieta contra su pecho.

Necesito salir de aquí y calmarme.

Quiero que esta pesadilla termine.

Quiero a mi hermanito sano, jugando con sus autitos en el jardín de casa.

¡Quiero a mi papá con migo ahora mismo!.

Yo sé que si mi papá estuviese aquí sabría qué hacer.

Sin embargo me encuentro aquí sola con Pablo, tratando de conectar con mi madre que lo único que hace es alejarme cada vez más de la figura de mi padre y no sé por qué razón.

-¿Pero tampoco la tía de Tomy puede ser donante?-pregunto entre llantos.

La mirada de Sonia es esquiva, es como que no quisiera contestarme. -No- dice de manera tajante mientras que marca un número en su teléfono celular.

Otra vez está hablando con el abogado. No lo entiendo. Cada cosa que ocurre con Tomás lo consulta con su abogado. Algo aquí no tiene sentido, pero es más el dolor que en este momento siento que las ganas de gritarle que deje de hablar con ese tipo.

-Me voy- dice después de cortar la llamada. Y así ,sin más se van mis abuelos y mi mamá, dejándome sola una vez más en el hospital al cuidado de mi hermanito.

Sola y desesperada. Así me siento... ¡Si no fuera por la compañía y la contención de Pablo creo que enloquecería!

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Alberto cuelga el teléfono de su oficina y queda en silencio. El informe que el del doctor Evaristo le acaba de dar es determinante. Tomás necesita si o si ser trasplantado a la brevedad y ningún familiar del niño es compatible...

Es raro. Bastante raro. Según el doctor no hay ningún porcentaje de compatibilidad en sangre con Paula, la tía de sangre del niño...

Algo se remueve en el interior de Alberto y lo que él había enterrado hace años en un rincón de su memoria vuelve con furia otra vez.

La duda, la incertidumbre y la desesperación de no saber la verdad cavan un hoyo en su estómago.

No puede ser...

NO. PUEDE. SER

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Bueno, aquí va otro capítulo más y ya van 17!

Gracias una y mil veces más por leer esta historia y por votar. No puedo creer que ya tenga tantas lecturas. Me llena el alma de felicidad!

Los quiero.

Vero

Abril. Buscando a Papá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora