Reencuentro

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¿Alguna vez han volado en globo aerostático?

Yo jamás. Pero creo que siento lo mismo que estar arriba de uno de esos coloridos, alegres y geniales globos, volando libre y liviana por el cielo.

Si... me siento liviana y en el aire... ¡Y me encanta!

Me encanta Pablo y me encantan sus besos, me encantan sus manos y su voz... pero por sobre todo me alucina la marea verde que son sus ojos.

No puedo creer lo tonta que fuí al no darme cuenta antes, pero ahora que lo sé no quepo en mi cuerpo.

-Abril, esta vez sí que me tomaste por sorpresa, no me esperaba esta reacción- dice en voz baja mientras me acomoda un mechón de pelo suelto detrás de mi oreja.

-No lo pude evitar- respondo con vergüenza. –Perdóname Pablo-

-¿Qué debería perdonar? Esto lo estuve soñando hasta despierto, ya no sabía cómo hacerte entender que me muero por ti, que te quiero bien, que necesito que estés bien. No puedo verte más sufrir.-

-Gracias por estar siempre para mí. En este tiempo has estado más presente que mi propia familia- digo con un dejo de amargura.

-No te preocupes, seguro que ellos te quieren, a su modo, pero te quieren-

-Lo sé... sólo que me siento incompleta, me falta saber tanto... me falta comprender muchas cosas, me falta ver a mi papá, recordar su nombre, saber de él... de que trabaja, si tiene más hijos...si todavía me quiere...- lagrimas pesadas caen por mi rostro.

Pablo toma mi cara entre sus manos y limpia mis lágrimas una a una. Me puede la ternura de este chico.

-Se mi novia... ¿Quieres?- pregunta mirándome fijamente.

No sé que decirle, tengo miedo de fallarle, de no poder ser lo que él necesita. Me da miedo decirle que sí cuando todavía mi propia historia me pesa en los hombros.

-¿Puedes darme algo de tiempo? Tengo miedo de defraudarte, de no poder corresponderte como te lo mereces. Tengo un lío en mi cabeza... La salud de Tomy... mi propia historia... la escuela, que hace como dos semanas que no aparezco...-

-El tiempo que necesites, yo estoy aquí esperándote- dice con voz ronca y esa mirada que me atraviesa el alma. Suavemente deposita un casto beso en mis labios y no puedo hacer otra cosa que suspirar...

Se escuchan pasos por el corredor del hospital, me giro y veo a la enfermera Rosa dirigiéndose hasta donde nos encontramos. Nos hace una seña con su mano para que la sigamos, así que tomados de la mano vamos hasta la puerta que nos indica. Cuando llegamos allí me explica que en media hora termina su turno y que si no hacemos mucho ruido podemos entrar a ver a mi padre.

En ese instante comienzan a temblarme las piernas de manera descontrolada, me da la impresión que no van a poder sostenerme por mucho tiempo más. Un cálido abrazo me sostiene en mi lugar. Por supuesto que Pablo está allí.

-Vamos, no temas. Es lo que estuviste esperando por años, ¿verdad? ¿Quieres pasar sola?-

No puedo hablar, las palabras se niegan a salir de mi boca. Mi cabeza es un remolino de pensamientos, recuerdos y sentimientos. Sólo atino a asentir lentamente con mi cabeza mientras mis ojos se llenan de lágrimas.

No voy a llorar, no debo llorar, este momento es el deseé por mucho tiempo y no lo voy a arruinar ahora.

Lentamente acerco mi mano al pomo de la puerta y lo giro. 

La sala está levemente iluminada y el olor a antiséptico invade mis fosas nasales. Los pitidos de las máquinas a las que mi papá está conectado suenan de manera dispar.

Me toma unos segundos poder acercarme a la cama donde reposa.

Es de contextura grande, más bien del tipo musculoso. Parece ser bastante alto también. Respira con ayuda de una mascarilla de oxígeno.

Muy a mi pesar las lágrimas nublan mi vista, no lo puedo evitar.

Me siento a su lado y susurro lentamente...

-Hola papá, soy Abril-

Silencio...

No sé qué hacer o que decir. Sólo dejo que mis lágrimas salgan sin parar y me laven el alma. El hombre que tengo frente a mí es mi papá, el que tanto tiempo busqué, el que le salvó la vida a mi pequeño hermano, el que me dejó sola sin ninguna explicación.

No sé cuánto tiempo estuve llorando pero al escuchar unos suaves golpes en la puerta sé que es la hora de partir.

Me inclino para besarlo y de repente me toma de la mano con mucho esfuerzo. Me paralizo. Lentamente abre los ojos y pronuncia mi nombre con la voz cascada por el poco uso.

-Abril, hija- y unas pesadas lágrimas surcan su rostro.

-Papá, no me dejes nunca más-

-No, ya no más. Nunca más-

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No sé ustedes... pero yo amé escribir este capítulo.

Los quiere.

Vero

Abril. Buscando a Papá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora