La decisión de Athena

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  Te encontrabas frente a la diosa de la sabiduría, los caballeros dorados de igual manera se encontraban en el mismo lugar.

  Comenzaste a colocarte más nerviosa de lo que usualmente te encontrabas, sabías que si Athena pedía la presencia de los diez caballeros del zodiaco, junto contigo, un caballero de bronce, era algo sumamente o incluso alguna una orden del mismo grado.

  Te encontrabas alado de Milo, tu maestro, quien al estar cerca tuyo te transmitía algo de paz y calmaba algunos nervios.

—..no puedo dejar que otra vez los caballeros de bronce, decidan perder su vida en algo como esto.—comenzó a hablar la de largos cabellos lilas, provocando en ti una mirada de completa confusión y negativa.

  Tu sabías que Seiya y tus mejores amigos, los caballeros de bronce, protegían a la diosa de la guerra por el simple hecho de que era algo que ustedes adoraban hacer, además de proteger su legado.

—P-pero...—estabas por decir algunos de tus argumentos válidos, aunque alguien te había irrumpido de repente. 

—(T/N)...—murmuró tu maestro cabizbajo, acto que provocó que no hablarás.

—..asi que e decidido que no deseo ver las presencias de ningún caballeros de bronce en el Santuario, se que ellos me acompañaron en la batalla en contra de Saga, pero no permitiré que malos acontecimientos sucedan de nuevo. —decretó sin más preámbulos, al momento de generar un gran disgusto de tú parte.

—Diosa Athena.—comentaste tomando la atención de la unica diosa presente.—no puede decretar eso.

  Todos en el lugar sabían que te ibas a oponer a aquella orden por parte de la diosa, así que estaban preparados para ti.

  Te levantaste del suelo completamente segura de lo que estabas por hacer; —Lo lamento.—dirigió una mirada cómplice alado tuyo, ya que allí se encontraba Milo, quién al instante lo comprendió el mensaje de la diosa.

  Lo que sucedió después fue que tu maestro dirigió una mano sobre tu hombro intentando detener cualquier movimiento involuntario que pensaba ue estabas por hacer. Aún seguías desafiando a la diosa Athena con tu mirada penetrante.

  La misma diosa sabía que lo que estaba por avecinarse sería algo peligroso incluso para los caballeros de bronce a los cuales la protegían.

—Athena, existen otra manera, esta no es la solución. —intentabas cambiar de opinión a la diosa, aunque lógicamente sabias que no lo lograrías.

—Ya e tomado mi propia decisión. —murmuró la diosa, cabizbajo.

  Te sentías realmente molesta por aquella orden, no querías dejar el Santuario sin tu protección, en serio que te molesto aquello. Habías sentido un pequeño apretón en uno de tus hombros, giraste la cabeza para ver a el responsable de aquello encontrandote con unos orbes azules, que te pedían que dejarás de discutir.

  Debías de admitir que no querías dejar de luchar contra lo que en verdad te importaba demasiado.

—No puedo hacerlo.—exclamaste de forma ruda causando que los caballeros presentes se pusieran en guardia.

  Estabas totalmente indefensa, pero aun así querías seguir dando pelea.

—Se que esta mal desobedecer tus ideales, Athena, pero no puedo quedarme aquí de brazos cruzados, quiero estar con ustedes para cuando el enemigo ataque.—pronunciaste de forma valiente, aunque al terminar bajaste la mirada esperando a que la autoridad te deje hacer algo más.

—(T/N) esto que quiero para ustedes, eso es algo que deseó. No puedo dejarlos pelear si aparece algun enemigo.—te observó fijamente a lo cual parpadeaste fuertemente.

—Si ese es tu ideal, no me das otra elección Athena.—hablaste en forma de amenaza, el cual no paso desapercibidos por algunos.

—(T/N) de Águila.—la diosa pronunció tu nombre de la misma manera.

  La observaste fijamente, dedicándole una mirada completamente retadora. Sabias que ella podría hacer algo al respecto, es una diosa pero, en serio querías seguir tu vocación de protegerla, a pesar de todo.

—No estoy conforme con todo esto, aunque no puedo decir lo mismo de los caballeros dorados.—te reiste de forma seca.

  Los caballeros dorados estaban listos para atacar en cualquier momento, sabias que estabas demasiado loca por hacerle frente a una de las deidades de olimpo pero, era realmente cierto. Los caballeros de bronce luchan por Athena, y siempre por ella.

—Milo.—pronunció nuevamente la diosatras dirigir su mirada hacia atrás de ti.

  A través de aquella mirada Athena le suplicaba al caballero que hiciera algo al respecto con su discípula, pero este se negaba a hacerlo, ella tenía toda la razón acerca de ello.

—(T/N), no podrás entrar al Santuario, de hecho ninguno de tus amigos, hasta que todo esto termine. Tu decides si quieres que los caballeros te acompañen a la salida o simplemente irte en paz.—hablo la diosa de forma demandande amenazándote con que los caballeros dorados te sacarían a volar sino aportabas algo de obediencia.

  Habías mordido el interior de tu boca completamente molesta con ella. Mayormente sentías como si una persona te prohibiera hacer algo, como si tus padres no dejarán que hiciera lo que te gusta hacer en la vida, algo peor que tener que retirarte de hacer tus labores favoritos.

  Sabías que tambien estabas haciendo algo mal, no debías de contestarle de esa manera a una de las grandes deidades que aun existían, aunque era algo inevitable.

  Te dirigistes hacia la salida cercana tomando con mucha fuerza aquella perilla de puerta, azontándola, debido a que no manejastes el cosmo como acostumbrabas, provocando que aquel objeto terminará destrozándose en pedazos, sacando un poco de sopresa en tus espectadores.

  En serio no querías quedarte fuera de esto, querías ser parte de esto.

  Comenzaste a caminar con la velocidad que te permitían tus pies, era algo triste el pensar en que ya no podías estar en el Santuario.

—¡(T/N)!.—de pronto escuchastes hablar a una persona, reconocías aquella voz.

—Maestro.—lo observaste lo que de igual manera te copió.

—Lamento mucho lo que esta sucediendo. —bajaste la mirada, aún molesta aunque también triste.—siento mucho, lo que te voy a decir. —bajó la voz.

  Estabas completamente consiente en lo que queria decir, ya que en otras palabras te habían hechado del Santuario.

—¿Que sucede?. —le cuestionaste a lo cual el solo se dedico a dirigir su mirada hacia otra parte del lugar.

—Tienes que irte de la casa de escorpión. —murmuró a lo rápidamente.

—De acuerdo. —no te habías opuesto ante ello, no querías armar tantos líos por aquella decisión.

  Desde que el nuevo caballero de Géminis apareció, o al menos se encuentra en su casa ahora, las cosas habian cambiado drásticamente. Una visón que había experimentado la diosa demostrando que quizás habría una nueva guerra, y no sabían quién era aquel enemigo.

  Tomaste rumbó hacía la octava casa del zodiaco, donde no sabías lo que se guardaría al final. Tenías demasiada ira acumulada, pero como te lo había explicando hace tiempo el caballero de Virgo, no debías dejarte llevar por ello, y de hecho tiene la razón.

  Esto es algo sorpresivo e inesperado, pero puedes con ello protegerías a Athena pase lo que pase, con o sin su ley de restricción al santuario.

  Te adentraste lo bastante rápido, o al menos la velocidad que te permitían tus píes, no quisiera reencontrarte nuevamente con algún caballero, ya que si lo hacía tendría una gran molestia.

GUERRERA ━━ los caballeros del zodíacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora