Hermandad

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  Poco tiempo después habías sentido nuevamente el cosmos de Andrómeda, Athena logró que Hades saliera del cuerpo de Shun, cosa que habías agradecido internamente.

  En tan solo unos segundos te habías percatado de la situación en la que se encontraban, tanto Athena como la Tierra, la lugar que ambas protegían. La antes mencionada se encontraba dentro de los campos Elíseos por lo que te habías dado cuenta, ella se había ido hacia aquel lugar junto con Hades.

  El muro de los lamentos, aquel lugar se había cruzado en tu mente.

  Sentiste como es que una presencia intentaba realizar algo sumamente arriesgado, tu podrias hacerlo de igual manera, así que por aquella cosmoenergía habías ensamblado unas pequeñas palabras que sirvieron de mucho para ambas personas.

— Yo lo haré. — generaste después de que te enteraras lo que planeaba hacer alguien familiar.

  Cabe de mencionar que no te encontrabas en el lugar en donde habías despertado, sino que nuevamente habías caminado de forma lenta y pacífica hacia el lugar en donde se suponía que de encontraban Hades y Athena.

  Tu cosmos se había elevado intentando buscar unas armaduras doradas, las cuales ayudarían a tus compañeros en su partida hacia aquel muro de los lamentos.

  Habías repartido aquella energía en diferentes direcciones, bajaste la mirada un poco. Sabias que no llegarías a tiempo, estabas lejos aún, no llegarías a ver nuevamente a tu querido maestro Milo de Escorpión, así que solo habías ejecutado la misma acción que con aquel ser.

— Buena suerte Milo. — murmuraste a través de una cosmoenergía.

  No te encontrabas en el camino correcto, en el que todos tomaban, sino que en un atajo. No tuviste más remedio que regresar tu armadura hacia algún lugar para que esta no le sucediera nada,

« — No puede ir a una batalla sin una armadura, aunque sea una diosa. »

  Aquellas palabras hacían provocado que tu caminata se detuviera de imprevisto. Técnicamente si tenías una armadura o eso es lo que lograbas recordar. Así que tus pies aún siguieron caminando hacia la dirección en la cual te dirigías.

  Sabias que ahora todo del exterior de los campos Elíseos era de tu responsabilidad, tendrías que hacer que algunos caballeros lograran derrumbar aquel lugar para que los demás entraran al lugar sin problemas.

¿Quien eres tú?. — cuestionó una voz familiar, así que solo sonreíste de medio lado.

— Hola Athena, soy Artemisa. — saludaste con cierta amabilidad.

— ¿Como?. — cuestionó rápidamente con cierta confusión. — ¿no estabas en el Santuario?. — ante aquello reíste.

— No, no era yo. — Athena había callado varios segundos.

— ¿(T/N)?. — cuestionó con impresión. — ¿Kira no era...

— No. — respondiste con firmeza. — ahora supongo que ya sabes quienes están esperando entrar a los campos Elíseos.

— Los caballeros. — respondió en un susurro la de cabellos lilas.

— No te preocupes, ellos van a estar bien. — le explicó con una sonrisa. — ahora sólo debes de concentrarte en Hades, hasta que yo llegue allá.

— Esto si que es una sorpresa, no sabía que reencarnarias en el cuerpo de ella. — expuso Athena.

— Siempre estaremos cerca en todas nuestras vidas. — sonreís te amante aquello. — cuidate.

  Los Caballeros dorados siempre estarían en tu corazón, cada uno de ellos. Quienes por lo que te habías dado cuenta, ellos eligieron la muerte para que tus compañeros lograran entrar a los campos Elíseos. No podrías dejar de derramar tristeza, después de todo uno de esos Caballeros fue el que te acogió para entranarte y finalmente ser alguien en esta vida.

  Ahora los demás de derrotar a Thanatos e Hypnos, quienes son los más grandes rivales en cierto lugar.

  Estabas segura de que Pegaso haría todo lo posible por que la armadura de Athena fuera a sus manos, ya que después de que tú la habías tomado se habías dado a Seiya, quien se dedicó a proteger la armadura con una mirada totalmente firme.

El caballero de Pegaso. — sonreíste ante aquella mención. — siempre mostrando lealtad hacia Athena desde siempre.

  Todas tus memorias habías regresado a ti desde el primer instante, y una comparación también se había hecho presente. Tenma, te recordaba bastante a Seiya, ambos tenían un espíritu fuerte e inquebrantable.

  Aunque al poco tiempo después de recordar a uno de tus amigos en el pasado, tú sonrisa había decaído un poco. Nunca le habías dicho a uno de tus amigos lo que sentias por él, ni tampoco te enteraste que sucedió después de aquella guerra. Habías muerto en la recta final de la guerra.

  Solo esperabas que en esta vida no ocurriera lo mismo.

  Sabias que estaba totalmente prohibido que una dios se enamorara de un mortal. Lo sabías, Zeus siempre lo mencionaba desde tiempos antiguos, pero era difícil. Solo habías estado en tres guerras Santa contra Hades, y lamentablemente en esas tres vidas te habías enamorado de mortales. Siendo que tú misma siempre mencionas te que enamorarte de un humano era inaceptable.

  Athena te comprendía, ella era la única que lo hacía. Te comprendía, así que desde entonces decidiste luchar junto a ella para defender a los mortales, esto incluye a los animales de igual manera.

  Desde la primera vez que encarnaste en como humana, Athena siempre estuvo apoyandóte. Aunque ella no sabia que poco tiempo después serias la diosa Artemisa.

  Dohko de Libra siempre tuvo la razón, saldriás cuando fuera el momento correcto.

GUERRERA ━━ los caballeros del zodíacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora