Capítulo XI. -Los pecadores de cabezas.

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¿En qué consiste la vida? ¿Aferrarse a algo que nunca hemos visto? Nacer, respetar a tus padres, obedecer el sistema, crecer, graduarte de una buena carrera universitaria, conseguir un buen trabajo, casarte con una pareja, tener hijos, envejecer y morir. ¿Sólo de eso se trata la vida? Es aburrida...

Yo estoy aquí de nuevo, y esta vez decidida, sentada en el borde del precipicio, mirando hacia las eternas profundidades, tirando diminutas piedras y observando cómo caen hasta combinarse en el abismo. Me levanto, mis ojos se rehúsan a cerrarse, siento como el viento recorre todos mis finos cabellos. ¿Estamos en este mundo por una razón? Después de preguntarme tantas veces lo mismo, creo que simplemente soy un error de la naturaleza y un estorbo para el sistema social.

Si mi cuerpo cae de esta altura... ¿Moriré al instante? Sería una lástima no poder apreciar la imagen de arte de mi propia muerte. Es triste que nadie conozca la historia de mi dolor. Sería genial que todos hubieran conocido mi nombre, pero ya no tengo razones para sonreír, el camino de la vida es muy oscuro para la poca luz de mi ser.

Ya me he rendido. Lo bueno de suicidarme es que no causaré dolor si me voy. Nadie me ata a este mundo. Mi hermano, la única luz que me quedaba en la vida, se convirtió en un enloquecido demente. ¿Sus facultades mentales se volvieron así por mí? No lo sé, yo sólo quiero desaparecer y volverme pedazos.

¿En este mundo habrá alguien como yo? ¿Eres feliz? ¿Lo intentas? ¿Finges ser la persona más alegre del mundo con esa risa contagiosa? ¿Te has negado en decir la verdad que esconde tu interior? Sólo por el hecho de ser diferente, te señalan, juzgan y hablan de ti a tus espaldas. Cada día es una difícil lucha por levantarse de la cama, y convencerse de que ese día será distinto a los demás.

Estaba a punto de caer por el hondo precipicio, pero aquella voz que sonó detrás de mí congeló mi cuerpo por completo.

—Crónicas 7:14. Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla, ora, me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra —dijo aquella voz grave y robótica que reconocí al instante, seguidamente carcajeó.

Sin voltearme, deprimiéndome, no podría verle la cara a aquel hermano de mi carne que se autonombraba como un mesías de Dios.

Cerré mis ojos, estaba lista para despedirme del mundo. —Sé bueno, hermano. Por favor, perdóname por ser una mala hermana —dije, rompiendo en lágrimas, pero mi cuerpo se rehusó a lanzarse por la oscuridad.

En ese instante, escuché aquélla voz que tanto tiempo tenia sin escuchar, pero inmediatamente mi cerebro la identifico. —Gary, por favor no te mates. ¿Qué haría yo sin ti, amor?

No había dudas, aquella voz era la de Cynthia, mi exnovia.

Mis lágrimas se detuvieron, mi cuerpo tembló de furia, escuchaba las carcajadas que aquella demente invocaba.

¿Cómo reaccionar? ¿Qué decir? Acumulé todas mis fuerzas y me volteé.

Mi cerebro no sabía cómo interpretar lo que mis ojos estaban viendo, quería mentirme, lanzarme y quitarme la vida.

Pero aquello superó las mentiras de toda mi existencia.

Aquel demente, disfrazado con sus vestiduras negras, poseía la sonrisa más espeluznante que el arte ha podido engendrar y con unos ojos tan malignos que hasta el mismo infierno tendría miedo.

Era Roco.

En su diestra retenía un aparato cerca de su boca, lentamente lo apartó de él y lo lanzó al aire.

Respiré con mucha intensidad, mi presión sanguínea estaba enloqueciendo dentro de mis venas.

No podía creerlo ni aceptarlo, todo este tiempo el gran amor de mi vida, Cynthia, el ser que tanto amé y la persona que tanto aborrecí en estos últimos días "El Mesías"; ambas eran Roco todo este tiempo.

Me sentí humillada, burlada, escupida, miserable y desechable.

«ERES UN MALDITO HIJO DE PUTA». Si Roco es "El Mesías", entonces... ¿Dónde está mi hermano?

Puse los ojos en blanco, mientras él carcajeaba intensamente.

—Tu hermanito tiene bastantes días que no despierta, está profundamente dormido, no quiero que pienses que está muerto o algo así. ¿Estamos de acuerdo? —dijo él con una maquiavélica carcajada que heló todas las fibras de mi piel.

Él me fulminaba con su espantosa mirada. Me costaba respirar, mis hombros se volvieron extremadamente pesados. Dentro de mi mente empecé a caminar de un lado a otro.

Cerré mis ojos. No puedo creerlo, pero todo esto es verdad.

Acto siguiente, abrí mis parpados y lo miré directamente a los ojos. Nos separaban unos pocos metros de distancia. La furia se apoderó de mi cuerpo, tenía los ojos clavados a Roco.

La locura era evidente en el rostro de Roco, él era un ser lleno de una densa perversión. Mi cuerpo corrió velozmente hacia él.

A continuación, él me detuvo al instante y sentí el filo de una aguja clavándose en mi cuello. Perdí lentamente las fuerzas. Todo se combinó y se deformó en forma de espiral; el cielo era la tierra y la tierra el cielo, yo estaba a punto de perder completamente el sentido y caí al suelo sintiendo un ruido ensordecedor.

Mis ojos se abrían y se cerraban. Yo estaba dentro y fuera de mi conciencia.

—No quiero que pienses que eres un experimento social, un juguete, o distracción en tiempos aburridos, ni nada de eso. Sólo eres alguien que conoció a personas incorrectas —dijo él con una despiadada carcajada, mientras que mis sentidos se durmieron por completo, en medio de un jardín de versos incorrectos.

IncorrectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora