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Alberto abrió los ojos asustado. No recordaba dónde estaba, aunque al frente a él vió un póster de All time low y supo que se encontraba en casa de su rubio amigo, intentó levantarse pero fue bastante inútil porque Dominic tenía una mano en la cadera del castaño, Alberto quería levantarse cuanto antes. Quería estar levantado antes de que Dom abriera los ojos y se encontrara con esta situación algo incómoda.

Aparte de que Alberto estaba sintiendo el pene de Dominic contra su trasero y era bastante raro. Es decir, ya había aceptado que amaba a Dom pero eso no quiere decir que iba a dejarlo apoyar su pene en su trasero. No, no.

— Deja de pensar y vuelve a dormir, Alberto — Dominic habló con voz ronca sin abrir sus ojos.

— ¿Cómo sabes que estoy despierto y pensando?

— Tu respiración cambió y simplemente te conozco muy bien. Estás divagando con todo.

— Ya que estás despierto, ¿podrías soltarme? O al menos dejar de apoyar tu cosa contra mi trasero.

— ¿Te refieres a mi anaconda? — Dom rió.

— Idiota — el chico de ojos marrones se levantó rodando los ojos.

Si bien Alberto ya se había quedado a dormir en casa de Dominic muchas veces, era la primera vez que despertaban abrazados o en contacto siquiera.

— ¿La señora Sherwood está abajo?

— Mamá sale a correr en las mañanas y papá ya está en el trabajo, estamos solos — Dom se giró para seguir durmiendo y Alberto pudo darse cuenta de que él sólo tenía puestos unos boxers blancos ¿en qué momento de la noche se había desvestido?

— Bajaré a hacer el desayuno para ambos así me cuentas lo que querías decirme porque anoche ni hablaste — repuso el castaño mientras salía de la habitación dejando la puerta abierta.

— Gracias, bebé — gritó el rubio.

Alberto rodó los ojos pero aún así sonrió, parecía como si fueran novios y estarían viviendo juntos. Cuando llegó a la cocina encontró el desayuno servido en la barra que dividía el comedor de la cocina junto a una nota de color celeste que decía "coman bien, mis pajaritos." La mamá de Dom los llamaba así desde que él tiene uso de razón.

El chico estaba por volver arriba a avisarle a su amigo que el desayuno ya está hecho cuando lo encuentra ya bajando las escaleras.

— Tu mamá nos dejó el desayuno servido.

— Que considera, mi madre — Dominic sonrió de costado, aún seguía en boxers.

— ¿Por qué aún no te has vestido? — Alberto hizo una mueca.

— Porque si me visto voy gastar tiempo y podría perder la valentía que necesito para decir todo lo que tengo que decirte, hombre.

— Está bien — Rosende se sentó y apuntó a la silla que estaba enfrente suyo —. Dímelo todo.

Dom suspiró y se sentó donde el castaño dijo.

— Genial, aquí voy.



siento que esto apesta pero quería escribirles algo.

DESPACITO, domberto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora