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— Déjame sobrepasar tus zonas de peligro, hasta provocar tus gritos y que olvides tu apellido — cantaba el rubio mientras apretaba botones al azar en su joysticks.

— ¿No te cansas de cantar esa cosa? — le preguntó Alberto mientras lo miraba de reojo.

— Hagamos un trato — Dom le puso pausa a el juego y se dió vuelta para mirar de frente al otro chico.

— ¿Y ahora qué?

— Si me das un beso, dejo de cantar despacito para siempre.

¿qué demonios?

DESPACITO, domberto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora