Me mire al espejo nerviosa. Usaba un vestido coral, sin mangas y una mano arriba de la rodilla; tenia sutiles tachuelas doradas en los hombros y estaba ajustado a la cintura; y tenía puestas unos flats color nude. Mamá me había ayudado a arreglar mi cabello y maquillaje haciéndome ver como yo sola nunca podría hacer. No estaba tan mal, de hecho no estaba nada mal.
Suspire y moví mis hombros en busca de relajarme un poco. Shawn había quedado en llegar por mi en 15 minutos.
- Hija, baja. Quiero verte. – grito mamá.
Ya la imaginaba con la cámara en mano y completamente emocionada como si fuera a graduarme. Salí de mi habitación y pase por la pequeña estancia y baje las escaleras. Trate de sonreír para hacerme creer a mi misma que todo estaba bien pero solo conseguí ponerme más nerviosa.
En cuanto mamá me vio, sonrió melancólica y, tal como imagine, tomo una foto justo frente a mi cara estrellando el flash justo en mis ojos.
- Dios, madre! Me dejaste ciega. Y para que las fotos, es solo una cena. – en cuanto iba a tallar mis ojos mamá tomo mis manos deteniéndome ignorando mi pregunta.
- Te arruinaras el maquillaje. No quieres parecer un mapache.
- Supongo…
Dejo de acomodar mi cabello y me miro con una ceja levantada.
- No sé si parecer un mapache sea bueno… - dije encogiendo los hombros.
- En estos casos no lo es.
- Madre, estoy nerviosa.- murmure.
- No lo estés corazón, todo estará bien.
- Como lo sabes?
- Bueno… - acomodo el cordón de la cintura. – Shawn parece ser buen chico.
- Pues… lo es. – mire mis pies y balancee las puntas.
- Lo ves? No hay nada que temer. – tomo mi cara con las dos manos y me apretó un poco.
Reímos mientras me zafaba. Lan apareció de la cocina con un pedazo de pastel de chocolate en la mano. Cuando me miro abrió los ojos y subió las cejas.
- Vaya, donde está la camisa blanca? – pregunto divertido.
- Ja – ja, que divertido. – le saque la lengua.
- Ya, enserio. Te ves muy bien. – me sonrió igual que mamá cuando me vio bajando las escaleras.
- Gracias. – le devolví la sonrisa.
El timbre interrumpió nuestro cursi momento. Mamá fue a abrir después de sonreírme emocionada. En cuanto abrió la puerta apareció Shawn con un pantalón oscuro de mezclilla junto con una camisa azul claro debajo de una chamarra gris oscuro haciéndolo ver un poco más informal y atractivo; en sus pies estaban sus infaltables Vans negras. Saludo a mamá con un beso en la mejilla y a Lan con un saludo de manos después de entrar al salón. Me sonrió y saludo para después sacar la mano que estaba detrás de él con una rosa color rosa. Me sonroje al instante y la tome.
- Gracias. – murmure.
- No agradezcas. – susurró. – bien, nos vamos?
- Claro.
Después de poner la rosa en agua y despedirnos de mamá y Lan, salimos de la casa. Al parecer tenía un coche pero sin chofer. La verdad estaba sorprendida o bueno, no tanto. Era un buen coche: un audi negro. No sabía sí era del año pero era increíble.
Me quede parada frente al auto. Cuando se dio cuenta de ello rio y dijo:
- Mi tio tenía que hacer algo más para convencerme de venir.
Salí de mi trance y avance hacia donde él estaba: a un lado de la puerta de copiloto esperando por mí.
- Convencerte de venir? – abrió la puerta y entre.
- Así es. – cerró la puerta.
Rodeo el auto y entro. Quede viéndolo pensando en lo que había dicho. De que tenía que convencerlo para que le diera un auto como este. Se dio cuenta de que no dejaba de mirarlo justo antes de encender el auto.
- Qué pasa?
- Nada.
- Nada?
- Aja. – le sonreí y me enderece poniéndome el cinturón de seguridad.
- Puedes decirme.
Lo mire y pensé en que si se lo preguntaba sería ser demasiado curiosa.
- Tu coche es lindo.
- Eso es lo que querías decirme? – pregunto como si no pudiera creer que no quería decir algo tan simple.
- Si, no soy buena con los cumplidos, lo siento. – mentí. Era buena haciéndolo cuando lo ameritaba.
- Si es así debemos practicar. – encendió el auto y salió hacia la calle.
- Practicar? – pregunte sin entender.
- Aja. – sonrió casi como imitándome.
- Para qué? – reí.
- No lo sé, una señorita debe saber cómo alagar.
- Te creería sí fuera un hombre.
- Ahora resulta que me gusta una chica feminista.
Dijo que le gustaba? Lo había dicho?
- No soy precisamente feminista. - Su última frase se repitió mil veces en mi cabeza.
- Bien porque eres más que eso.
- Y eso es bueno?
- Muy bueno. – me sonrió como si me acabara de contar su mejor secreto.