—El inhibidor no está funcionando —se quejó Magnus cuando Ragnor tiró de él al interior del departamento.—Magnus, probablemente no está funcionando porque te has estado inyectando todo tipo de sustancias en el cuerpo —respondió su amigo arrastrándolo para llevarlo a su recámara.
—Por favor Ragnor, lo necesito. Necesito un poco más, siento que me estoy quemando por dentro —jadeó tumbándose en su cama y quitándose la ropa a toda prisa. Se olvidó por completo del pudor al sentirse tan desesperado. Ragnor se le quedó viendo de una forma extraña— ¡Ragnor! —gritó con una mano tomando su dolorosa erección.
El aludido sacudió la cabeza y tapó su nariz.
—Tendré que dejarte solo por un rato porque ya no tengo más fórmula aquí y tengo que ir al laboratorio por ella —exclamó alejándose de él.
—Por favor apúrate —gimió masturbándose con rapidez —no creo aguantar mucho.
Ragnor cerró la puerta por fuera y un chasquido le indicó que había cerrado con llave.
Para cuando se vino por primera vez estaba demasiado húmedo por su propio semen y sudor que cubría su piel por el calor sofocante. Con manos temblorosas tomó un pedazo de papel higiénico para limpiarse, pero más tardó en limpiar sus secreciones cuando ya estaba masturbándose de nuevo. Magnus lloriqueó porque esto ya no era suficiente y sentía que en cualquier momento moriría por el insaciable deseo.
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Alec no estaba muy seguro de a donde se dirigía, solo seguía su instinto y al lazo que se apretaba cada vez más en su muñeca. De repente sintió un jalón que lo hizo frenar de golpe, vio a su alrededor percatándose de que estaba frente a un pequeño edificio negro, así que estacionó su automóvil con prisa y se echó a correr al interior del lugar.
Olfateó con cuidado por los pasillos para seguir ese aroma dulce, cegando sus sentidos hasta que dio con una puerta negra. La golpeó repetidas veces y solo logró frustrarse al no ser atendido. Su respiración se descontroló al no poder tener acceso a la fuente de ese aroma que lo enloquecía.
En un ataque de furia pateó la puerta derribándola de un solo golpe y entró aspirando con fuerza en dirección a otra puerta oscura. Desde ahí se podía escuchar un maullido fuerte que era el llamado desesperado y necesitado por un alfa. Alec la empujó y al sentir la resistencia dio otra patada abriéndola con facilidad.
Cuando entró, un gruñido escapó de su garganta pues ahí estaba Magnus recostado en la cama, completamente desnudo y rodeado de incontables bolas de papel mientras jaloneaba su enrojecida erección a toda prisa, con la otra mano introducía tres dedos en su entrada. Se veía completamente ido y sudoroso en lo que maullaba desesperadamente.
— ¡Alexander! —gritó jadeante su destinado, enderezándose y pegándose a la cabecera de la cama totalmente erizado.
Alec cerró la puerta tras él y se aseguró de que estuviera bien cerrada pues no quería que saliera ni una pequeña brisa de ese embriagador aroma que deseaba solo para él. De inmediato se abalanzó sobre Magnus para besarlo con agitación en lo que acariciaba esa sudorosa piel con urgencia. Se sentía igual de desesperado de como Magnus se veía. Su erección encerrada en sus pantalones dolía hasta el punto de querer gritar.
Mordió los labios de Magnus con fuerza cuando esa delgada cola se enredó en su brazo al mismo tiempo que esas garras se encajaban en la piel de sus hombros. Era doloroso, aunque no lo suficiente como para detenerlo.
Él sabía que su omega ansiaba ser tomado, su cuerpo temblaba por ello. Su mano se dirigió a la base de la cola atigrada para apretarlo con fuerza, él también deseaba tomarlo, su cuerpo ardía por hacerlo.
—No juegues conmigo —gimoteó Magnus cuando dejó de besarlo, solo para barrer sus labios sobre el cuello de su destinado. Sus colmillos hormiguearon cuando pasaron cerca del punto que anhelaba por morder—, si tanto quieres tu empresa es mejor que te vayas en este momento.
La voz de Magnus sonaba tan dolida que tenía ganas de patearse a sí mismo por lastimarlo de esa forma. En ese momento lo único que deseaba era aliviar el dolor que tenía su destinado, su gran amor.
—No quiero cosas materiales —expresó separando su rostro para verlo. Esos hermosos ojos verdes estaban rojos y llenos de lágrimas, lo que lo hizo enfurecer aún más— solo te necesito a ti —habló desenredándose de la delgada cola.
Se levantó de la cama para quitarse su ropa a toda prisa sin quitarle la mirada de encima a Magnus, quien maullaba mientras se retorcía en las sábanas que olían a él.
Alec, completamente desnudo, se recostó encima de su destinado acariciando con fuerza esas sensuales caderas, al mismo tiempo que lo inmovilizaba contra el colchón. Su boca devoraba con ansiedad esos labios hinchados y humedecidos por sus besos.
Alec levantó un poco las caderas de su Magnus e introdujo lentamente su dolorida erección. En ese momento estaba experimentando la sensación más placentera de su vida, estaba tomando a su omega, reclamando a su destinado.
Los maullidos desesperados de Magnus se convirtieron en sonoros gemidos cuando su miembro estuvo completamente dentro de él. Comenzó a moverse con un ritmo descontrolado y ansioso, haciendo crujir la cama al mismo tiempo que la cabecera golpeaba la pared. Se sentía desesperado mientras lo hacía suyo, quería hacerlo que gritara su nombre hasta que no supiera otra palabra.
Las garras de Magnus se clavaban en su espalda y se deslizaban hacia abajo una y otra vez mientras aceleraba sus movimientos. Alec gruñía por el dolor y el placer que le provocaban los arañazos y él solo quería todo más rápido y más profundo.
Magnus dejó de arañarlo para tomarlo por la nuca y empujó su rostro contra el hermoso cuello bronceado a esa parte latía enloquecida. Alec aspiró con fuerza sobre ella absorbiendo ese delicioso aroma que lo hacía perder la razón.
—Eres mío —gruñó a la vez que endurecía sus movimientos y chocaba con fuerza sus caderas contra las de su destinado.
—Completamente tuyo —gimoteó Magnus aferrándose a él con fuerza.
Alec lamió ese cuello caliente antes de clavar sus colmillos sobre ese pulso enloquecido. El sabor de la sangre mezclado con el de la dulce piel lo provocó un placer del que era ajeno hasta ese momento.
Magnus gimió en voz alta con su cuerpo sacudiéndose mientras sentía que un líquido caliente se regaba entre los dos. Él siguió con sus movimientos frenéticos sobre ese cuerpo deshuesado sin dejar de clavar los colmillos hasta que se vino con un fuerte maullido que se vio amortiguado por esa piel bronceada. Vació su abundante semilla dentro de su amante, disfrutando de las maravillosas réplicas que le ofrecía el extraordinario orgasmo. Debajo de él, la piel ardiente recobraba su temperatura normal. Se sintió complacido de haber saciado por completo el deseo de su destinado.
—Te amo —escuchó a Magnus murmurar en una voz suave.
Alec se enderezó un poco y besó los parpados cerrados de su amante.
—También te amo, amor mío —susurró frotando su nariz con la contraria.
Esperaba una respuesta de Magnus, pero este ya había caído en un profundo sueño. Salió de él con cuidado y se acurrucó a su lado para abrazarlo por completo. Lo apretó un poco porque sabía que desde ese momento las cosas cambiarían. Magnus y él eran uno solo y pobre de aquel que intentara alejarlos.
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Por fin el momento deseado llegó 🙌🙌 y he aquí lo que tenía que decirles:
Estamos a 6 capítulos de llegar al final de esta parte de la historia y habrá una segunda etapa que se llamará "La vida con mi felino destinado" así que todavía hay muchos momentos bonitos que leer de estos lindos gatitos. ❤️❤️❤️
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Mi felino destinado (Malec)
FanfictionMagnus y Alec son descendientes de las razas más puras de gatos, aunque sus vidas no podrían ser más distintas. Alec es, como toda su familia esperaba, un poderoso alfa que mantiene en alto el apellido Lightwood. En él recae la responsabilidad de m...