18. La reunión

3.8K 297 36
                                    

Era una mañana cálida y el cielo estaba completamente despejado así que Magnus había abierto las cortinas para que la luz iluminara su departamento.

En ese momento estaba sentado frente a su comedor recorriendo la web de las noticias en la pantalla de su laptop y sonriendo como tonto. Habían pasado dos semanas desde que Alexander lo marcó y se sentía tan enamorado y feliz que todavía no podía creer que esos sentimientos existieran.

De pronto, un titular llamó su atención y miró la nota con mucha atención. De inmediato vio que la situación no pintaba bien.

— ¿Se puede saber qué es lo que te tiene tan absorto? —se escuchó hablar a Ragnor al mismo tiempo que se sentaba a su lado con su taza de café.

Magnus levantó la mirada y se le quedó viendo a su amigo con un poco de sorpresa.

—El New York Times publicó acerca de la fórmula que estamos desarrollando con Alexander —respondió mordiéndose las uñas con nerviosismo.

— ¿Y qué tiene de malo? —preguntó Ragnor antes de beber un sorbo de su bebida.

—Ya te he dicho varias veces que Alexander mantiene en completo secreto del trabajo que estamos haciendo —respondió pasando una mano por su cabello—. Acondicionó el laboratorio en el mismo piso que la dirección, es lógico que fue porque no quiere que se sepa de la formula en favor de los omegas en la que estamos trabajando.

—Por favor, Magnus, eres tan paranoico —respondió su amigo cerrando su laptop con fuerza innecesaria—, deja de angustiarte y ve a cambiarte antes de que llegue tu novio por ti, tienes que lucir muy sexy para él.

Magnus sintió su cara arder cuando su amigo lo miró con burla, Ragnor sabía demasiado de su vida íntima y esto le daba un poco de vergüenza. Cuando la risa de su amigo resonó en la estancia, Magnus, se giró para darle la espalda con su cola muy erguida y se dirigió a su recámara con rapidez.

A pesar del tiempo que había pasado desde que fue marcado, aún no podía quitarse de encima a Ragnor con sus bromas y chistes de mal gusto respecto a su destinado.

Las cosas no mejoraban porque cada noche venía Alexander y tenían sexo de manera tan salvaje que Ragnor se veía obligado a salir y regresar a altas horas de la noche después de que su novio se marchara a su propia casa. Esperaba que su amigo se fastidiara de la situación aunque se le veía demasiado cómodo, como si hiciera algo realmente interesante en esas horas que pasaba fuera de casa.

Y a pesar de que Alexander no desperdiciaba ningún momento para estar con él, todavía no lo presentaba ante la gente ni a su familia como su novio ni como su destinado. Algo que comprendía porque todavía tenía que resolver el problema que suponía su relación y para ser franco, no esperaba que él la hiciera púbica.

Magnus le echó una mirada a su guardarropa y finalmente decidió ponerse un traje lustroso y muy entallado. Minutos después salió de su recamara encontrando a Ragnor con su habitual bata blanca del laboratorio.

Su amigo resopló al verlo.

—Vas a trabajar, no a una cita —comentó Ragnor con un bufido, aunque sus ojos brillaban divertidos.

—Hablando de trabajo —dijo acercándose a él—, necesito que dejes a alguien más a cargo del laboratorio que diriges, quiero que estés a mi lado junto con Cat para terminar de desarrollar la fórmula.

—Ahora sí me incluyes porque tu novio está seguro de que no te arrebataré de su lado —espetó Ragnor entrecerrando los ojos y moviendo su cola con brusquedad.

Magnus desvió la mirada, sabía que en algún punto su amigo le reclamaría por dejarlo fuera del proyecto desde un principio.

—Por favor, amigo —siseó con esa voz omega que había aprendido a controlar y usar a su favor—, necesito que estés a mi lado en esto.

Mi felino destinado (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora