Capítulo 5

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La noche había sido terrible para mí, luego de despertar a la hora de siempre, después de la pesadilla, no pude volver a conciliar el sueño. Me había pasado el resto de la noche escribiendo mi novela, aislada de lo que ocurría a mi alrededor hasta que el despertador sonó, sacándome de aquel trance: la hora de ir a la universidad había llegado. Tuve que parar a cargar combustible de camino al instituto y recibí una llamada de Mona.

—Isa, no hemos hablado desde que viniste de vacaciones, ¿te encuentras bien?

—Sí, Mona, todo ha estado perfecto, solo que necesito conversar contigo, pero me parece que no debería ser por celular.

—Bueno, pensé en ir a visitarte el fin de semana, pero debo regresar el lunes, no puedo dejar la floristería demasiado tiempo sola.

—El fin de semana está bien. ¿Y tú cómo has estado?

—Todo bien mi niña, no te preocupes por mí. ¿Todo bien con las calificaciones?

—Sí Mona, excelentes como siempre. Hablaremos mejor el fin de semana, ahora debo dejarte porque voy llegando al instituto.

—Ok, Isa, pórtate bien.

—Eso no debes ni decirlo.

Llegué al instituto; terminando de estacionar, Jared se acercó y me abrió la puerta.

—Hola preciosa, quería esperarte para mostrarte el reportaje.

—Debe ser brillante como todos tus trabajos —le dije sonriendo.

Me lo entregó, dentro de una carpeta, lo leí por encima y quedé asombrada. Era realmente bueno, de seguro obtendría un treinta.

—Jared, es perfecto, ¿te sentiste mal después de escribirlo?

—¿De qué hablas?

—Pues acabas de matar a alguien —dije con la cara más seria que logré poner.

—No bromees conmigo, es solo un reportaje ficticio.

—Lo sé, tonto—reí —pero es tan bueno que parece que fuera una noticia real.

—Bueno gracias, esperemos que mi profesora piense lo mismo.

—Claro que lo hará.

—Eh, debo irme, tengo que entregar el reportaje.

—Sí, yo tengo que ir a mi salón, pero nos vemos en el descanso.

—Por supuesto.

Entré a mis clases; Emily debía de seguir aturdida porque ni se inmutó cuando me senté a su lado.

—Buenos días —le dije.

—No hables tan fuerte, hace tres horas salí del club.

—Contigo no hay remedio —negué con la cabeza riendo.

—Sí, claro, mira quién habla, deberías preguntarle a Peter qué hizo anoche.

—¿Estaba contigo?

—Así es, festejamos toda la noche, voltea y mira.

Peter estaba detrás de nosotras, tomándose un gran vaso de agua; al verme se acercó.

—Mira donde está la señora ocupada, debiste haber salido con nosotros, lo pasamos genial.

—Peter ¿te conozco? —dije bromeando.

—Ahora no, preciosa, es hora de disfrutar la vida.

Tenía el cabello ligeramente desordenado, una franela roja, jeans y converse azules. Me sorprendió un poco pues él nunca se vestía así.

Si hubiese sido asíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora