VIII

848 61 12
                                    


“Podría jurarte la Luna, pero
prefiero jurarte mi amor.”

Parte I:

Cuando Vanessa llegó al apartamento que compartía con Eli, rebuscó en su bolso hasta que encontró sus llaves, pero se encontró con una sorpresa: las llaves no abrían la puerta. Vanessa forcejeó varios minutos tratando de abrir la puerta, pero fue inútil. Dio un fuerte grito de desesperación y empezó a golpear la puerta con su mano.

—¡Eli! ¡Si es una broma no tiene ninguna gracia! —gritó desde el otro lado mientras no dejaba de dar golpes en la puerta —¡Abre de una maldita vez! —entonces la puerta se abrió de golpe y Vanessa se encontró con alguien que le resultaba muy familiar. Lo miró unos segundos tratando de recordar su cara —¿Y tú quién eres? —preguntó con los brazos en jarra y el chico que tenía en frente, notablemente soñoliento, pareció sorprenderse ante la pregunta.

—Yo soy Simón… Simón Vargas. Pensé que Eli te habría hablado de mí. Tú eres Vanessa, ¿verdad?

—Ya me acuerdo de ti. ¿Dónde está Eli? Es urgente —y Vanessa entró con todo su equipaje mientras Simón cerraba la puerta.

—Todavía está durmiendo.

—¿Durmiendo? ¿A la 1 de la tarde? —preguntó Vanessa completamente indignada y Simón se encogió de hombros.

—¿Qué son esos golpes y esos gritos? —se quejó Eli entrando al salón frotándose los ojos —¿Y tú que haces aquí? —dijo sorprendida al ver a su amiga.

—Gracias por tu calurosa bienvenida —respondió Vanessa sarcástica —¿Se puede saber por qué mis llaves no abren la puerta? —preguntó sacudiendo sus llaves en el aire.

—Perdí mis llaves y por eso cambié la cerradura —dijo Eli sin más —Pareces alterada, ¿pasó algo? —y se cruzó de brazos.

—Algo que no voy a contar delante de él —habló Vanessa señalando a Simón, que estaba en la cocina observando la escena en absoluto silencio.

—Si quieren yo me retiro a la habitación —se excusó Simón.

—No hace falta. Mejor prepara el desayuno. Nosotras vamos a la habitación —dijo Eli tomando del brazo a Vanessa.

—¿El desayuno? ¿Estás de coña? —rio irónica Vanessa —Ya a estas horas, la comida. Eli rodó los ojos y tiró de su amiga hasta su habitación.

—A ver, cuéntame qué ha pasado para que volvieras antes de tiempo y trata de calmarte —habló Eli mientras se sentaban al borde de la cama. Vanessa dio un largo suspiro, tratando de coger fuerzas para contarle todo a su amiga.

—Me he peleado con Pedro —respondió mirando sus manos sobre su regazo.

—¿Cómo que te has peleado con Pedro? Ha tenido que ser algo muy fuerte para que hayas regresado —dijo Eli preocupada.

—Creo que me ha sido infiel —Eli alzó ambas cejas procesando lo que Vanessa acababa de decirle.

—¿Crees? Explícame eso bien, por favor —entonces Vanessa empezó a contarle la historia desde el principio, cuando conoció a Lena —. A ver, que yo me aclare. ¿Me estás queriendo decir que Pedro no negó haberse acostado a esa mujer? —Vanessa asintió —¡Será hijo de puta! —exclamó llena de rabia —Te dice que no creas nada de esa revista, pero él no es capaz de negarte semejante cosa. Es un idiota, por decirlo suavemente. No niego que dejarse llevar por un cotilleo es un poco demasiado, pero ¿qué le costaba ser sincero contigo? Y ni que hablar de esa bruja. Si la veo, me la cargo y si lo veo a él, le corto las pelotas.

Un secreto a voces Donde viven las historias. Descúbrelo ahora