IX

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"Tal vez no quieras escucharme,
pero mi corazón necesita hablarte y así,
por fin, sentirse aliviado."

La vida parecía volver a la normalidad para Vanessa, pero nada más lejos de la realidad. Resultaba realmente complicado seguir como si nada hubiera pasado y, en el fondo, le dolía no ver a Pedro en la cafetería como cada mañana. Sí, resultaba paradójico, pero no quería que él dejara de hacer su vida como siempre por ella y echaba de menos verlo entrar por aquella puerta, aunque fuera a morirse por dentro. Eli, en cambio, sí que frecuentaba la cafetería más de lo habitual y cada vez estaba más preocupada por su amiga, que no dejaba de observar la puerta de la entrada.

—No va a aparecer por mucho que mires la puerta —comentó Eli, mientras Vanessa miraba, distraída, la puerta.

—¿De qué hablas? —preguntó Vanessa retomando la atención a unos vasos sucios.

—Hablo de que no dejas de mirar la puerta esperando que Pedro aparezca. A ver si te crees que soy idiota —respondió Eli resultando obvia.

—Eso no es verdad. Es la última persona a la quiero ver ahora mismo.

—Ya... voy a hacer que me lo creo. Sé perfectamente que Pedro la cagó, pero aunque trates de ignorarlo, lo sigues amando y es completamente normal.

—¿Podemos dejar de hablar de él? —se quejó Vanessa alterada, haciendo que casi se le rompiera un vaso.

—Está bien. No volveré a mencionarlo. Ahora tengo que irme. Hay muchas cosas que debo hacer todavía —le dio un beso en la mejilla a Vanessa y se fue.

Vanessa se quedó pensando en todo lo que le había dicho Eli y odiaba reconocerlo, pero, todavía amaba a Pedro aunque ese amor le lastimara tanto. Una parte de ella, ansiaba ir a buscarlo y hablar con él, pero por otro lado, no quería enredar más las cosas. A lo mejor, lo correcto era dejarlo todo como estaba y que el tiempo curara las heridas.

—Eli, no te esperaba por aquí —saludó Pedro al abrir la puerta de su casa —. Pasa, por favor.

—Gracias —respondió Eli pasando —. Tenía que hablar contigo —y Pedro la acompañó hasta el salón, para tomar asiento en el sofá.

—Te escucho.

—He estado estos días observando a Vanessa y resulta muy obvio que todavía te quiere, aunque se empeñe en negarlo. Se pasa las horas esperando a que aparezcas por la cafetería —Pedro dibujó una leve sonrisa al escuchar a Eli —. Deberías ir, aunque solo sea para que ella se dé cuenta de que necesita verte.

—¿Tú crees? —preguntó Pedro no muy convencido —A lo mejor es verdad que no quiere verme.

—Pedro, la conozco muy bien y sé de sobra que se muere por verte. Hazme caso y ve.

Pedro decidió hacerle caso a Eli y a la mañana siguiente, a la hora de siempre, fue a la cafetería y, al entrar, ahí la vio, enfrascada en una agradable conversación con una clienta en la barra. Se sentó en una de las mesas libres. Tal vez sentarse en su sitio habitual no sería lo más adecuado. Volvió a mirarla y entonces ella hizo contacto visual con él y así se quedaron unos segundos, hasta que él apartó la mirada dirigiéndola hacia el ventanal. Vanessa le preparó el mismo café de siempre y se lo llevó hasta su mesa. Su corazón se aceleraba a medida que se iba acercando y cuando dejó la taza sobre la mesa, pudo darse cuenta de lo cansado que parecía Pedro. Tenía el mismo rostro que las primeras semanas en las que lo conoció.

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