Jeno

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Con tan sólo 17 años, Lee Jaeno era un chico extraordinario. Su madre, le había enseñado muy bien a su hijo sobre valores y respeto, así que no tenía ningún problema con su hijo.

Jeno, quién todos pensaron que al llegar a la adolescencia, sería un chico rebelde, resultó ser todo lo contrario; un chico adorable y bastante amoroso.

En la escuela no tenía muchos amigos, más que RenJun y ChenLe, dos Chinos de intercambio y aunque al principio no entendía mucho su idioma, resultaron ser los mejores amigos. Tanto cómo ellos le enseñaron un poco de su idioma natal, Jeno los ayudó a aprender coreano para que su estadía fuera mucho más fácil.

Jeno, Lele, mis padres saldrán el viernes por la noche y me han dado el permiso para invitarlos a casa. — Habló el mayor de los tres con la idea fascinante de tener una pijamada en su casa, aunque no era la típica que solían hacer las chicas, más bien, una noche en dónde podían jugar videojuegos, ver películas de terror y  comer todo lo que podían.

¿El viernes por la noche? No puedo, mamá invitó a los nuevos vecinos a cenar. — Ésta vez habló Jeno, quién se acomodó la mochila en el hombro mientras caminó por la banqueta en compañía de los otros dos.

Oh, ¡Vamos! Jeno, tienes que ir, compré un nuevo videojuego. — ChenLe se quejó y brincó delante de Jeno, éste último rodó los ojos y sonrió un tanto convencido.

Bueno... Quizás podría intentar convencer a mamá, no me agrada estar en una cena de bienvenida.—

—¡Por favor, por favor, por favor! Jeno, debes venir a casa, ¿Sí? Te prepararé lo que quieras.— RenJun intentaba a toda costa convencer al pelinegro a hacer algo, aunque...

Recapitulando un poco.

Tiempo antes, Jeno recién comenzaba su amistad con ese par de chinos, RenJun sintió una atracción hacia su nuevo amigo coreano, más nunca le confesó lo que sentía. Volviendo al día, RenJun sentía amor por él, estaba enamorado y no se atrevía a confesar sus sentimientos hacia Jeno, tenía miedo de perder su amistad pero, en su interior dolía y quemaba.

No prometo nada, lo intentaré. Nos vemos luego, chicos.— Jeno se despidió con la mano y dio media vuelta sobre sus talones para caminar a dirección contraria y dirigirse a su hogar, en dónde su madre lo esperaba cómo cada día, con los brazos abiertos.

Ese es Jeno, un chico risueño, amable y por cierto, inteligente. Era el mejor de su clase. Vivía con su madre, quién lo ha criado durante sus 17 años sin la ayuda de alguien más y a veces, Jeno se sentía muy mal.

La señora Lee decía que no era necesario enamorarse de alguien a su edad, estaba para su hijo, sólo para él. Jeno, llegaba a sentirse culpable y egoísta. Quería que ella fuera feliz, así cómo él deseaba serlo alguna vez el día que se enamorara.

Su madre era a quién admiraba, era su modelo a seguir, una persona con tanta fé, quién se esforzaba día y noche para dar lo mejor de sí a su propio hijo. No le importaba desvelarse para cuidar a Jeno cuándo enfermaba, aún si tenía que trabajar a primera hora.

Jeno estaba orgulloso, se sentía afortunado pero culpable de ser quién ocupe todo el tiempo de su mamá, ya que ella, no tenía el tiempo suficiente para salir y relajarse, para conocer gente o estar con sus amigas, ella... Para ella, su amor era su hijo, y no del todo, no estaba bien.

Jeno llegó a su casa y tomando el picaporte de la puerta principal, la giró hasta abrir. Antes de entrar, giró el rostro hacia la casa que días antes, estaba vacía. Ahora todo tenía movimiento. La casa que antes era silenciosa, estaba llena de ruido. Parece que el padre discutía con alguien por el tono de voz que usaba. Jeno suspiró.

Lo que menos quería, eran vecinos ruidosos y problemáticos pero, parece ser que todo se detuvo cuándo vio a un chico salir de la casa, quedándose de pie cuándo sintió una mirada encima.

Por unos largos segundos, los cuáles se convirtieron en minutos, ambos hicieron contacto visual.

Los ojos de Jeno se abrieron de par en par, sus mejillas se tiñeron ligeramente hasta sentir un ardor en su rostro, sus manos temblaron. ¿Quién era ese chico nuevo? Era guapo, tanto, que Jeno se quedó con los labios entreabiertos en forma de "O".

El otro chico, lo miró y levantó una ceja, parecía confundido, o podría ser, incómodo, no lo sabía exactamente. Tal parece que no le importó demasiado, porque no tardó mucho cuándo continuó su camino, desapareciendo por el lado contrario de su dirección.

¡Buenas tardes!— Se escuchó la voz de un hombre de más edad. Parpadeando para salir de su pequeño trance, buscó con la mirada el destino de esa voz. Era el nuevo vecino asomándose en la puerta.

Buenas tardes.— Ahora una voz femenina. , esa había sido la madre de Jeno, quién iba a sacudir a su hijo para ver si se encontraba bien pero, se distrajo con aquél saludo.

Jeno sonrió y agitó la mano en un saludo hacia el nuevo vecino. Miró a su madre con aquélla sonrisa que iluminaba su rostro. Jeno entró a su casa, escuchando unas voces alejarse mientras subía a su habitación. Por fin su madre parecía estar a gusto con una nueva amistad.

Jeno estaba feliz. ¿Quién era ese chico?

I need you...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora