2 EN MEDIO DEL BOSQUE

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Subo el equipaje a la habitación con parsimonia, lo que hace que cada escalón que pise cruja. Lo que me pone nervioso y acabo subiéndolas corriendo. Empiezo a colocar mis cosas, esta habitación está casi vacía, así que al principio me es fácil colocar todo, pero la cosa se complica cuando tengo que terminar de colocar todo dado que no me sobra espacio. Además saco al colibrí envuelto en el pañuelo, empieza a piar y lo desenvuelvo cuidadosamente. Me encierro en el baño con el animal, lo lavo  para quitarle el barro adherido a su cuerpo con el agua y ya habiendo acabado con gran parte del mismo lo seco con una pequeña toalla. El pájaro ya era capaz de moverse por la superficie del lavabo, donde yo intento dejarlo sin una partícula de barro. Ya habiendo acabado, envuelvo de nuevo al colibrí con el pañuelo y entro en mi habitación cerrando la puerta detrás de mi. Lo dejo a sus anchas en mi habitación moviéndose con sus pequeñas patas y acaba metiéndose en un armario. Yo me tumbo en la cama habiendo dejado la ropa que no pude colocar dentro de la maleta y me entretengo leyendo un libro que me atrapa. Sin darme cuenta son las 20:45 y oigo que se abre la puerta.

- ¿Se puede?, dice casi en susurros la criada.

-Si, no te preocupes, intento parecer educado.

Lo que me extraña es que no se mueve hacia dentro de la habitación. Alguna norma de mi tía...

- Su tía me ha mandado a decirle que la cena ya esta preparada y me ha encomendado ordenarle la ropa si usted me permite.

-Dila a mi tía, que mi ropa ya esta colocada, la he colocado yo y no me hables de usted más ¿vale?

- De acuerdo, su cara cambia de expresión a una llena de tristeza.

Me encamino hacia la puerta y me acerco a ella y la digo:

-Perdona, no era mi intención...

-Nada, no te preocupes.

-Por cierto, de nada.

- ¿De nada?, dice mirando con rostro de asombro.

- La respuesta a tu ketchup en el filete de pollo

Sonríe y me despido diciendo un simple hasta luego que suena agradable. Cuando bajo me encuentro la mesa puesta, lo que por una parte me molesta y por otra parte es un alivio, porque tenía hambre. Miro el reloj son las 21:00 en punto. Mi tía ya está sentada en la mesa en frente de mí en la otra punta, y como ella es tan considerada, ya ha empezado a comer la sopa que tiene en frente.
Yo me dispongo a sentarme y le espeto a mi tía:

- ¿Qué no has podido ni esperarme, tanta hambre tenías?

Ni si quiera me mira, pero sé que esto no ha acabado. Y en ese momento es cuando mi tía comienza:

-Esa chica es mi sirvienta, no la intentes proteger, porque cuánto más lo intentes más daño la haré.

-¿Porque no utilizas su nombre?, la reprocho.

-¿Tu te sabes su nombre?, y se me queda mirando fijamente.

-Amber, la respondo.

Empieza a aplaudir y dice:

-Yo la llamaré como a mi me plazca, reclama a la muchacha.

La muchacha aparece de manera apresurada y la pregunta:

-¿Como te llamas?

-Como usted deseé, señora.

-Aprendió ya la lección de que yo la llamaré como quiera.

-Tu llámala como quieras, yo la seguiré llamando por su nombre, Amber.

La situación sigue tensa, pero ya no nos lanzamos puñaladas a partir de la palabras, ahora la únicas armas son las miradas, los gestos y las expresiones faciales.Ya no hablamos en toda la cena.
Me voy a dormir sin despedirme de mi tía y antes de subirme a mi habitación a dormir ella me advierte, con voz quebradiza y con ojos que reflejaban el miedo:

- Sobrino, una norma fundamental es que nunca salgas después de la cena de la casa.

Yo no la hago caso, y lo tomo como una tontería. Mi tía se queda en la planta baja.
Mi cama está colocada de manera horizontal junto a la ventana por donde entra la luz de la luna. Me pongo el pijama y rebusco en mi mochila mi cuaderno de dibujo y me apoyo para dibujar en el cabecero de la cama con la luz de una lámpara en la mesilla. Cuando miro por la ventana me sorprendo de ver una luz azul clara sobre la maleza. Me visto y decido bajar a la planta baja, para averiguar que es eso y ya que estoy desobedecer a mi tía. Aunque va a ser complicado porque está en la habitación contigua al recibidor dormida en frente del televisor. Me quito los zapatos y voy andando con mucho cuidado, justamente había un mueble que no había visto dado que voy a oscuras lo que hace que, con lo patoso que soy, haga ruido y que mi tía se sobresalte.
Abre los ojos, pero no se levanta, parece que se encuentra ausente.
De todas formas, abro la puerta, dejo la llave enterrada en la tierra del macetero de aloe vera situado a la altura de las escaleras exteriores y rodeo la casa. La luz, es un insecto extraño batiendo sus finas alas que se encuentra frente a mí. Me saco un cigarillo de la chaqueta, me lo enciendo a medida que me voy acercando al insecto sigilosamente y este se aleja. Yo le sigo a una distancia prudencial pasando por encinas, juncos, arbustos, olmos, oyendo a las golondrinas, ardillas, zorros y búhos. Pero de repente en un punto la vegetación y la fauna empiezan a cambiar, todo aquello era fascinante a la vez que extraño. Siento un diminuto dolor en la mejilla derecha y me doy una palmada, encontrando una araña morada aplastada y un poco de sangre, consigo sacar un pañuelo, presionar con el mismo la zona y continuo andando. El extraño insecto se queda quieto, se encuentra delante de un árbol milenario gigantesco con infinidad de variedades de colores distintos en su tronco con el que yo me quedé fascinado. El insecto desaparece, apago el cigarro y me muevo con sigilo alrededor del árbol hasta que vislumbro unos ojos azules desde un hueco dentro del mismo. Esta figura se mueve y sale del hueco del que se encontraba hace un momento, es una figura humana, tiene el pelo largo negro como el carbón y va vestida con ropa rasgada, clava sus ojos en mí y se acerca poco a poco a mí.

Y yo pregunto:

- ¿Quién eres?

Me quedo quieto esperando una respuesta, aunque me podría ir. Pero su presencia es tan agradable, que solo quiero quedarme mirándola.

No me responde, sólo se limita a andar hacia mí. Cuando está lo bastante cerca, me aparta la mano con el pañuelo y me toca la mejilla derecha. La luz azul que desprende su mano ilumina la pequeña herida provocada por la araña que se cierra dado que compruebo que el pañuelo se ha dejado de llenar de sangre.

-Cómo... , digo sorprendido.

-Eso ahora no te debe importar, y se queda pensativa.

-¿Qué?

-Tu tienes la obligación de llegar.

-¿A donde?

-Mañana alrededor del árbol milenario estar.

Se va alejando, sigo preguntando y su figura se va difuminando hasta que su rostro desaparece completamente y me encuentro algo confuso.
Me giro, me enciendo otro cigarro mientras asimilo lo que ha pasado hace unos minutos.

Realizo el mismo camino a la inversa y no tardo mucho en volver a casa. A la altura de la puerta, empiezo a rezar para que mi tía no haya descubierto que me he escapado y que siga estando la llave en la maceta de la aloe vera de la puerta. Así es, la encuentro entre la tierra, abro la puerta con sigilo y por suerte mi tía esta en la misma posición en la que estaba al yo irme.

Esquivo el mueble con el que me he tropezado anteriormente, pero al subir las escaleras me caigo hacia atrás.

Mi tía se gira y la miro y la digo:

- Buenas noches.

Mi tía gira la cabeza y se queda mirando la tele pasmada así que subo a mi habitación.
Me tumbo en la cama y caigo en un profundo sueño.

EL MISTERIO (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora