11 LA IRA

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Subo, como siempre a mi habitación con permiso de la señora, miro el reloj y marca las 18:00, me quedo impresionada de como ha pasado el tiempo tan rápido cuando no me echan una reprimenda, un grito o soy objeto de una discusión. A las 18:30 la señora como de costumbre me reclama, me levanto con desgana, me calzo, y salgo de mi habitación arrastrando mis zapatos. Siento que las suelas de las zapatillas estan bastante desgastadas, que debería de comprar unas. Cuando llego a la sala de estar, la señora me dice en un tono acercándose a ser agresivo cosa que no me sorprende:

- No quiero que me prepares la merienda, pero exigo que la cena este exquisita.

- Si señora, ¿me dejaría bajar al mercado a por unas suelas para las zapatillas?

- Baja a por ellas, también a por los alimentos que necesites para hacer la cena. Coselas para esta noche, vistete con el uniforme para ocasiones especiales y en cuanto termines preparas la cena. Hoy tenemos visita.

- Si señora, perdone ¿me puede dar dinero para las suelas?

- Si- se levanta y saca de su bolsillo 30 € y me da el dinero en mano.

Subo a mi habitación a por la cesta de mimbre y salgo de la casa y empiezo a seguir el camino de tierra que me lleva al pueblo. Y empiezo a recordar la primera vez que vine con mi padre, yo tenía 16 años y necesitabamos el trabajo. Recuerdo que la señora ese día era el ángel que después se convirtió en un demonio que desataba su ira contra mi a todas horas.
Recordaba que en el primer mes tenía dos días (sabado y domingo) que la señora me dejaba ir a visitar a mis padres. Me levantaba pronto a las 8 de la mañana, me olvidaba de mi uniforme, me vestía con la ropa y bajaba a esperar al autobus que pasaba a las 9:30 y me costaba 1,30€ de lo que me sobraban unos 13,7€ de donde guardaba el 1,30€ para la vuelta. Eran 20 minutos y tenía que andar otros 20 para llegar a mi casa. La finca de mis antepasados la heradron mis padres y construyeron esta casa. No es muy grande, ni tiene dos plantas, ni es bonita, yo diría que tiene encanto. Tiene un pequeño recibidor al que accedes a una sala de estar de tamaño mediano, a la izquierda se encuentra una puerta donde hay un baño con una pequeña ducha, un retrete y una pila donde lavarse las manos. A la derecha hay una puerta que conduce a cocina con un par de fuegos, un horno, un microondas y una nevera. Siempre que llegaba el sabado a las 10:10 mi hermano Loui estaba despierto, me abría la puerta y me abrazaba. Entraba e iba directamente a la nevera, sacaba dos huevos (que conseguíamos de las gallinas de nuestra parcela) uno para mi hermano y otro para mí. Cuando acabamos de desayunar, termino de fregar jugamos a cualquier juego. Hasta la hora comer que es cuando llega mi madre con la que hablo mientras prepara la comida y la doy el dinero que he traído menos el que necesito para la vuelta. Nos solemos echar la siesta, luego cenamos los tres junto a mi padre que llega sobre las 22:00 del trabajo. Un filete cada uno excepto mi padre que se come dos y no nos quedamos muy tarde, hablamos un rato y nos vamos a acostar. El día siguiente realizo la misma rutina quitando la siesta y la cena en familia. Salgo de casa despidiendome del crío rubio que es mi hermano y de mi madre. Cogía el autobús sobre las 17:00 y llego a casa de la señora sobre las 17:40.

El tercer fin de semana que llego, no vislumbro mi casa y me extraño. Empiezo a andar con más prisa y veo que parte de la estructura se ha mantenido en pie pero esta todo calcinado, lleno de cenizas y me falta el aire. Me empieza a latir el corazón mucho mas rápido empezando a temblar y a llorar. Cayendo así de rodillas en el suelo, gritando de la impotencia, dando cabezazos al suelo, pero eso no me alivia. Me armo de valor y veo el desolador panorama. Me arrepiento de no haberles dicho todo lo que les quería, lo que los necesitaba para que me dieran fuerzas, daría cualquier cosa por volver a verlos. Eran mi pilar fundamental que de repente se desmoronó por completo delante de mis narices.

Una brisa bastante fuerte me hace salir de esa situación, veo como algo es llevado por el viento y lo persigo. Logro cogerlo, me fijo que es una fotografía en blanco y negro de todos sonrientes, la guardo en mi ropa y bajo entre lágrimas al autobús.

EL MISTERIO (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora