4 ÁMBER

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Me giro y cuando voy en dirección a la puerta se interpone en mi camino. Me encuentro frente a él, su figura de complexión grande me llega a intimidar, pero me sonríe y me calmo. Al acercarnos el uno al otro me fijo en sus facciones: en su pelo castaño alborotado, en sus ojos verdes con tonos grisáceos que me sorprenden, en su marcada mandíbula y en sus labios. No sé porque esta atracción, pero vislumbro que es algo mutuo, me siento sorprendida de poder encontrar a alguien con el que tenga un vínculo tan fuerte, sepas su nombre desde hace unas horas y ni le conozcas. Nos quedamos quietos los dos mirándonos a los ojos y siento una sensación más que reconfortante, me siento aliviada. Somos como estatuas y él, poco a poco se empieza a agachar un poco para colocarse a mi altura  y me besa. Cierro los ojos y siento el roce de nuestros labios. Genera calor, fuego, que me hace sentir como si estuviera en otro mundo, como si estuviera flotando. Yo cruzo mis brazos a la altura de su cuello, el me agarra por la cintura. De repente, me coge de los brazos y me los pone contra la pared. Me empieza a besar en el cuello, lo que me acalora aún más. Parecería que este momento sería eterno, pero todo ha sido fruto de mi imaginación, me doy cuenta de esto cuando escucho el grito de la señora pidiendo atención.

- ¡Ámber el café!

El chico sigue inmóvil frente a mí, yo esquivo su figura y me encamino a la puerta con paso apresurado. Bajo las escaleras, cuando llego a la planta baja, la señora me mira malhumorada y me suelta:

-¿Qué has estado haciendo en la planta de arriba?¿Porqué has tardado tanto?

Estoy tan nerviosa que me tiemblan las piernas. Me tranquilizo y respondo:

-Estaba curando a un colibrí que ha encontrado el señorito.

-Sólo espero que lo hayas curado en tu habitación y no hayas estado en la habitación de mi sobrino. Sigue haciendo las demás tareas y si ya las has acabado vete a tus aposentos.

Subo las escaleras sorprendida de la señora ¿se habrá dado cuenta que he estado con su sobrino? y me encamino a mi habitación. Se me cae mi placa sonando un ruido metálico y me paro a la altura de la habitación de Drake y llamo sigilosamente a la puerta. Como no recibo respuesta, la entorno y me le encuentro en la terraza fumando un cigarrillo. Entro, cierro la puerta con el mismo sigilo como la he abierto, me acerco a él y me ofrece explicándome:

-Así que eres un fumador compulsivo...

-Bueno tampoco fumo tanto, se ríe mirándome.

-Eso dicen todos los que lo son.

-¿Quieres?, me pregunta con cara burlona.

-No gracias, no he fumando nunca.

-Anda aunque sea una calada, tienes que hacerlo así: tienes que ponértelo entre los labios, absorber el humo e inspirar fuerte y luego expulsar el humo inhalado, puede que te raspe algo la garganta.

-Estás en lo cierto.

Absorbo el humo como me dice y me arde la garganta, me raspa. Toso repetidas veces, me tapo la boca con las manos y él que se estaba medio riéndose, tiene un semblante serio ahora. Se oye un taconeo constante que proviene de la planta de abajo que se acerca poco a poco a la habitación. La única opción que tengo es pasar de la terraza de él a la de la señora y de ahí a la mía. Realizo la maniobra lo más rápido posible y gracias al cielo que dejé las puertas que dan a mi terraza abiertas. Entro en mis aposentos y cojo la fregona para parecer que me encuentro limpiando mi habitación.
Escucho a la señora entrar en la habitación de Drake y decirle:

-¡Dónde está¡

- ¿A quién te refieres tía?

- ¿No hay contigo nadie o no ha habido nadie contigo en la habitación?

- No

(Ufs por los pelos digo para mis adentros)

Sale de la habitación y se encamina a la mía. Yo estoy cagada de miedo.

Entra y dice:

- ¿Porqué te has parado cuando ibas a tus aposentos?

Sé que es verdad que soy muy mala intentando mentir, pero lo intento:

- Se me había caído la placa al suelo y una de las estrictas normas que me puso usted esque siempre debía de llevar la placa con mi nombre.

Yo eso nunca lo he entiendo porque nunca la ha importado mi nombre, nunca lo ha utilizado, será para que la gente que la visite me pueda llamar. Como si fuera un perro, solo que mi ama no utiliza mi nombre, solo es para los demás.

-Es una norma, ¿pero no estarías haciendo otra cosa mientra recogías tu placa?

-No, señora.

- Claro, y tu te crees que soy tonta o algo ¿no?.

- Señora la digo la verdad.

-No te creo.

-¿Porque?

-¿Porque no sería ni la primera, ni la última vez que me mientes? Se que mientes y sabes lo que se le hace a las criadas, mentirosas y desobedientes. ¿Y te crees que no apestas a tabaco? Y no es muy difícil saber quien fuma en esta casa...

-¡Por favor señora, no!(digo entre sollozos cogida de su brazo).

-No me lo hagas más difícil.

No opongo resistencia, abre la puerta de la habitación situada frente a la mía y me empuja dentro, como si de una rata se tratara. Nos encierra ambas echando la llave y veo que coje un cinturón del cajón. Me intenta azotar con él, pero me zafo. Coje unas cuerdas muy gruesas que estaban en un rincón, y me ata con ellas a una silla,que se encontraba colocada frente a un escritorio, de manera que mi pecho se encuentre apoyado al respaldo. En esa posición tengo la espalda al descubierto, empieza a azotarme con el cinturón y comienzo a gritar.

EL MISTERIO (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora