15 PERDIDA

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Alguien me tumba en el suelo, siento el frío suelo de piedra, me duermo. Me incorporó ante la atenta mirada de la multitud situada a mi alrededor. Me levanto y la gente que me rodea se aleja de mi, lo que me deja vislumbrar una sombra que corre hacia el bosque. No puedo pensar en nada más, parece que la cabeza me va a explotar, mis oídos no dejan de pitarme y me consigo incorporar. Ando con paso indeciso, consigo sentarme en una caja de madera vacía. Estoy bastante aturdida, intento no dormirme y se acerca con paso decidido un hombre bastante alto, con barba, este pasa frente a mis narices y titubeo:

- ¿Me puedes ayudar?

El se gira sorprendido con semblante serio, hasta que corre hasta sujetarme, al ver en sus ojos mi cuerpo empezar a caer. Me coge en sus brazos, siento el movimiento de sus pasos al caminar debido al balanceo de mi cuerpo, se detiene por un momento y entra en una estancia bastante oscura casi sin luz. Me deja con delicadeza en un mullido sofá, lo único que se me ocurre decir es:

-¿Como te llamas?

-Bernard.

-Gracias Bernard- le sonrío.

-¿Cuál es tu nombre?

-Amber.

-¿Que hacías ahí tirada?

-Eso me gustaría saber a mi también digo empezando a abrir los ojos.

-Se te veía un poco perdida, bueno descansa se te ve exhausta.

Me acabo durmiendo como siempre, pasando fugazmente el tiempo, como si hubiera pasado solo media hora, me despierta el estruendoso ruido de un martillo golpeando y el relinchar de un caballo. Abro los ojos con una tenue luz proveniente de una lámpara, Bernard esta poniéndole una herradura a los cascos de un caballo con el pelaje tan blanco como la nieve. Ni me muevo, me siento increíblemente cansada, tampoco pienso en molestar al herrero hasta que no acabe con este encargo y ni titubeo una palabra. Coge la herradura la pone debajo del casco y empieza a martillear unos clavos para dejar las herraduras ancladas. Me fijo en que en el mostrador se eleva una silueta:

-¿Cuánto es?

- Sesenta euros.

- Aquí tiene - dice al darle el dinero exacto.

Saca Bernard al caballo de su establecimiento llevándolo de las riendas en dirección a su propietario. El cual ensilla y hace cabalgar al animal hasta que el sonido se pierde en la distancia. En ese momento Bernard me ve despierta y me mira extrañado:

- Perdón si te ha molestado el ruido, pero ya ha sido el último cliente de hoy, ahora voy a descansar.

- ¿Cliente?

- Ah si, soy herrero.

- Una dura profesión- me encuentro bastante aturdida, siento como si acabará de nacer, no tengo ningún recuerdo anterior. Pero eso no se lo podía decir a Bernard o me tomaría por loca.

-No me muevo de la cama, me he tirado ya un día durmiendo casi, desde la tarde de ayer.

- Descansa- dice Bernard.

Me vuelvo a domir me desveló unas cuantas veces, la noche me parece interminable. Me encuentro en un mundo muy extraño, como en medio de una batalla. Suenan confrontaciones de armas y veo bolas de fuego volar por encima de mi cabeza. Me quedo bloqueada, mientras que una silueta se abalanza sobre mí, giro la cabeza y es un hombre que lleva una gran armadura con ojos rojos que atesta con su hacha hacia mí. No me llega a impactar, un muro de piedra se yergue entre el hacha y yo. El hombre mira hacia la derecha, donde se sitúa una mujer de mediana edad apoyada en el suelo con sus manos extendidas. Lleva una vestimenta morada, el hombre se abalanza contra ella decidido, no consigue llegar a su objetivo debido a que un hombre se interpone en su camino con un gran escudo que hinca en el suelo. Paro de fijarme en la escena al escuchar el grito de una mujer que se dirige a mi:

- ¡¡Amber espabila venga que Surna se acaba de jugar el cuello por ti!!

- ¿Cómo que Surna?

- Luego vamos a tener que hablar - dice con cara enfadada.

La mujer que me habla tiene las manos juntas, enese mismo momento las separa, de repente una cúpula que era invisible y nos rodeaba, se ilumina y se rompe en mil pedazos. Con lo que me quedo bastante impresionada, pienso que puede ser un efecto óptico, pero no, los cristales de la cúpula son reales, debido a que alargo la mano para tocarlos. En ese momento mi cuerpo se mueve solo, en un instante estoy sujetando un cetro dorado y paralizo a los enemigos que me encuentro en mi camino. El cetro se convierte en un anillo, de repente oigo a alguien gritar mi nombre, miro a mi alrededor y se donde proviene ese grito. En un parpadeo de mis ojos me encuentro ahí, al lado del hombre que me acaba de gritar. En el suelo otro hombre con heridas bastante profundas, mientras se nos avecina un ataque del grupo enemigo.

- ¡Amber date prisa yo te cubro!

En ese momento mi cuerpo se relaja, de mis manos emana luz, las acerco al pecho del hombre (donde se encuentra la herida más profunda). La consigo cerrar en cuestión de minutos, intento cerrar las demás, pero el hombre me para diciendo:

- Amber gracias, reserva energías.

Se levanta y me cubre junto al otro hombre. Cierro los ojos, siento mi cuerpo flotar y una gran energía sale de mi interior, cuando abro a los ojos los enemigos que nos atacaban están en el suelo inconscientes. Avanzan deprisa los dos hombres delante de mí con escudos y espadas. Yo avanzó distanciada de ellos e utilizo mi magia para crear una cúpula que nos protege a los tres mientras nos movemos que se convierta invisible al ojo. Una luz nos ciega delante de nosotros (un ataque mágico) que no nos hace un rasguño gracias a la cúpula que he creado hace un momento. Me adelanto a los dos hombres, visualizo la situación, tres personas a lo lejos juntan sus manos, se forma un círculo de color púrpura luminoso bajo ellos (un ataque mágico combinado). Lanzan 4 ataques colectivos certeros a la cúpula, con los que se estremece el suelo, pero la cúpula resiste. Un quinto ataque lo absorbe la cúpula y se destruye. Nos quedamos sin defensa, intento crear otra cúpula. Una especie de arquera me mira fijamente a lo lejos, me lanza una flecha y me despierto jadeando en la choza de Bernard. Debería de ser todo un sueño, parecía más una espectadora de ese sueño, dado que yo no movía mi cuerpo. Era bastante extraño, ¿yo puedo hacer eso?
No creo, Bernard al oír mi respiración se asusta y me mira preocupado.

-¿Te ocurre algo? ¿Estás bien?

-No me ocurre nada, estoy bien, era una pesadilla.

Me acabo durmiendo toda la noche del tirón, sin sueños ni pesadillas.

EL MISTERIO (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora