Capítulo ocho.

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[8]

Minimiza el ruido.



Menma se había refugiado en su cuarto con el pretexto de que se sentía mal. Sasuke había sido lo suficientemente claro para amenazarlo con las revistas para adultos que había encontrado en su cuarto unas dos semanas atrás. Nada tenia que estar haciendo un niño con esa información y a pesar de que se escudó que pertenecían a Inojin, su padre no dudaría en decirle a Naruto la verdad. Maldijo tratando de fingir demencia a los maquiavélicos planes del mayor.

Un hermanito no estaría tan mal ¿o sí? ¿A quien engañaba? Tendría que pelear mas por la atención del rubio y eso no le convenía en ningún aspecto.


...


Estaba nervioso, tenía muchas cosas que pensar referentes a su trabajo. No quería tener que dejarlo, se había esforzado muchísimo por ello, pero también era consiente del valor agregado que tenia en su familia. Los problemas con Menma eran debido a su falta de atención y eso le afectaba, en ese momento le pasaba factura, necesitaba estar mas tiempo en casa... con su hijo. Cerró los ojos tratando de no asimilar la solución más próxima.

Se dejó caer boca abajo en la cama, disfrutando que todavía podía hacerlo. Pensó en los meses que se vendrían, en el sexo del bebé y sobre todo en la reacción de Sasuke referente a su próximo hijo... Estaba tan concentrado en sus pensamientos que no escuchó como la puerta fue abierta lentamente, ni el leve tintineo de dos copas golpeándose llamó su atención. Uchiha tuvo que aclararse la garganta para ser digno de su interés.

—¿Se te perdió algo, teme? — susurró señalando con la mirada la botella de vino que traía entre sus manos. Era consiente de lo que esposo quería hacer, pero el saber que Menma estaba en la habitación continua melancólico no le animaba a nada más.

—Ha pasado mucho tiempo, ¿no, dobe? — soltó con una sonrisa de medio lado socarrona. Intuía la manera discreta de Naruto de incitarlo, después del mes sus cuerpos estaban necesitados, escasos del amor que se profesaban y deseosos de que un encuentro furtivo se llevara a cabo.

—No estoy de humor 'tteba...

Sasuke se había hecho oídos sordos porque conocía muy bien que debía de hacer. El rubio tal vez estuviera estresado porque volvería al trabajo al día siguiente, por su relación con Menma o porque el niño se había encerrado en su habitación. Dejó las copas y el vino en la primera repisa que miró para gatear en la espalda de su esposo, mientras el trigueño poco a poco se dejaba hacer al sentir las manos juguetonas contornear su cintura.

A pesar de que seguía enojado por los celos tonto del azabache, también necesitaba de él. De ese amor que sentía tan clandestino. El moreno sabía jugar, no tardó en tocar esos puntos que erizaban la piel de su amante, aquellos que estaban tan a la deriva, tan necesitados de sí. Con suavidad besó su cuello, aspirando el aroma erótico que poco a poco iba a consumirlos.

Estaba muy de humor, y sus sentimos se lo aclamaban. «Déjate llevar» le susurró su mente cuando las caricias recorrieron su vientre bajando centímetro a centímetro. Podía sentir su propia anatomía cobrar vida mientras era acariciada con lentitud. Pensó en aclamar, pero perdió la batalla cuando su cuello fue mordido por unos tenaces dientes. Gimió alto, con los sentidos expuestos y las ganas de comerse a su mercenario en altitud. Apretó los puños para después girarse, encontrar esos ojos azabaches lo consumían en fuego puro. Estaba enojado, excitado, pero al mismo tiempo una niebla cubría sus sentidos, quería a Sasuke y lo quería ya.

Cuando miró esos ojos azules encontró la tempestad que tanto amaba. Besó con creces su cuello mientras la camisa era lentamente retirada. Los dos se habían deshecho de sus zapatos en segundos y sin proponérselo, el rubio jaló sus cabellos al lugar que necesitaba más atención, quería una felación y su depredador iba a concederle el favor.

—Oh, teme... — susurró con excitación, esperando que la respiración de su esposo se sintiera a flor de piel. Trató de subir un poco sobre la cama para tener un soporte en la espalda, pero al apoyarse en una de sus manos flaqueó y terminó golpeando la botella de vino que estaban a su lado. El golpe fue sonoro.

Usuraton...

—¡¡Papá!! — ¡No iba a permitírselo!, ¡no, no, no!, era egoísta, pero su padre lo era más al querer otro integrante en la familia. Tal vez podría hacer que Naruto se diera cuenta de las intensiones del otro. Ya ni siquiera le importaba que lo acusaran del trauma que le dejó al psicólogo y mucho menos unas revistas para adultos.

Sasuke trató de detener al rubio, pero este se había puesto de pie al escuchar el grito del menor. Lo sostuvo de la espalda aferrado como un niño pequeño, mientras el otro caminaba a duras penas. Al diablo el deseo sexual, su hijo lo necesitaba.

—¡¡Bastardo, muévete!! — vociferó tratando de que lo dejara, pero su agarre solo se había intensificado. Estaba por volver a reñirlo cuando la puerta fue abierta de par en par por el niño de seis años.



...



¡Maldito mocoso! Lo iba a castigar en la primera oportunidad que tuviera. Había fingido asustarse por el ruido cuando había sido nimio. Era tan símil a él que le generaba controversias, Menma pensaba que le estaba arruinando los planes, pero no sabía que su relación con Naruto pendía de un hilo.

Los celos lo estaban matando. El mal nacido de Shikamaru parecía rondar cerca de lo que le pertenencia, sin mencionar todas las variantes de la ecuación. Desde semanas atrás el rubio actuaba raro, como evitándolo. A pesar de que lo tuvo acorralado, sabía que había dudado de su actuar. El encontrarlo tomándose fotos sin camisa le llama mucho la atención.

¿Acaso de verdad lo estaba perdiendo?

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