Capítulo trece.

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Sasuke se sentía como un idiota.

Era un idiota.

No, era el idiota mayor.

Sí, después de hurgar un poco entre las cosas de Naruto, no es como si fuera admitir que se había restregado contra la cama y hubiera sacado su ropa interior para olerla, no, esas cosas no hacían los Uchiha; había encontrado el libro de "Guía de la buena esposa". Había podido leer cada anotación que había hecho su esposo en ella.

Era patético.

Cerró los ojos mientras suspiraba en la habitación vacía. Amaba a Naruto, lo amaba como no tenía idea, se había dado cuenta desde el momento en que el idiota lo había golpeado por algo que ni siquiera recordaba. Estaban en la universidad; sus padres eran duros con él, Itachi estaba en extranjero y él tenía que ser perfecto, demasiado. No fue hasta que logró golpearlo que se dio cuenta que sus sentimientos por el rubio abrasaban cualquier perfección que sus padres le impusieran.

Y el saber que un mini Naruto estaría con ellos no hacía más que incrementar su felicidad.

...

Cuando Menma entró en la sala su tío Itachi lo cargó entre sus brazos para salir al cine, Sasuke ya había tardado demasiado en el baño y no quería saber que cochinada estuviera haciendo. Lo mejor era darle privacidad a la pareja y rezar porque pudieran arreglar sus problemas sin quemar la casa.

Naruto suspiró todavía frustrado por la actitud de su esposo, es decir, no es como si el dejara mucho que desear, pero por lo menos estaba intentando dar lo mejor para su hijo y para el siguiente integrante de la familia. Sólo estaba cansado, se dejó caer en el sillón escuchando levemente como Sasuke bajaba por las escaleras.

Estaba por empezar su monologo, cuando fue victima de un beso desenfrenado.

—¡Teme, ¿qué dia...?! — trató de hablar, pero de nuevo sus labios eran ultrajados por una sensualidad de carnada. ¡Al diablo con todo! Si en ese momento quería tirarse a su esposo, lo iba a hacer ¡se lo merecía! Después lo mandaría a dormir con sus revistar pornográficas, ahora solo quería demostrarle lo sexy que podía ser un Uzumaki.

Se había separado de sus labios por unos segundos para mirarlo fijamente; podía sentir la confusión de sus acciones, el tenía la misma necesidad de devorarlo, pero necesitaba mirar ese brillo en sus ojos, necesitaba saber que sus celos estúpidos eran solo eso, una alucinación de sus elocuencias, una locura en su cabeza.

—Estás a cinco segundos de que me arrepienta, teme...

Y lo besó, lo besó con una ternura que en ocasiones creía impropia en un hombre como él. Delineó suavemente sus labios con los suyos, dejó que su boca trasmitiera ese sentir tan pesado que guardaba su corazón, se escapó de su realidad y acarició gentilmente sus mejillas. ¡Como odiaba amarlo tanto!

—¿Sasuke? — preguntó confuso, ¿estaba llorando? Se escondió entre su quijada sin darle ninguna explicación mientras comenzaba a acariciar su vientre ¡lo sabía! ¡ÉL MUY MALDITO LO SABÍA! ¡¿Cómo era que lo sabía?!

—¿Por qué no me lo dijiste, dobe? — susurró entre dolido y feliz. Por dentro de sí un espíritu le decía que había triunfado el mal, ¡al fin! Después de muchos intentos había logrado su cometido de embarazar al rubio de nuevo, Naruto jamás había sido consciente de su sabotaje en cuanto a las pastillas, pero había tenido más precaución con los métodos anticonceptivos.

—¿Qué querías que te dijera, maldito teme? — contestó mientras se separaba del azabache. No eran las inseguridades de su esposo, eran las suyas propias las que trataba de menguar ¿cómo decirle lo mal padre que era? — Y-yo...

—Esto no se trata siempre de ti, usuratonkachi.

—¡Lo sé 'ttebayo! Es sólo que... — sus palabras dudaban en salir, sabía que no debía de temer; no era como si fuera a reírse de él, sólo que tenía miedo de expresarlo abiertamente. Incluso, de que le reclamaran sus errores... pero antes de que pudiera decir algo más, una pregunta lo asaltó —. ¿Cómo lo supiste? — y ahí estaba su mirada de sorpresa.

Sasuke quiso decir que eso era lo manos importante, pero Naruto ya estaba subiendo las escaleras directo a su habitación. No tardó en azotar la puerta y descubrir de donde había encontrado la información; lo que menos le impresionó fue su ropa interior esparcida por la cama, si no el libro abierto de par en par justo en la foto de la prueba de embarazo.

—¡¿No podías respetar mi privacidad?!

—Respeté tu privacidad sin abrir el libro, pero reafirmé mi autoridad como tu esposo leyéndolo de todos modos — incluso antes de que terminara de hablar ya le habían arrojado el objeto con todo el fin de golpearlo, solo bastó con agacharse para esquivarlo.

—¿Acaso algún día dejaras de ser un bastardo?

—¡¿Y tú de ser tan dobe?!

—¡¿Tan dobe?! ¡Tienes razón Uchiha soy todo un estúpido por estar con alguien que ni siquiera me respeta!, ¡qué prefiere un libro lleno de pornografía que este monumento, imbécil!

—¡Ni siquiera eran mías! ¿Sabes hace cuanto tengo de hacerte mío? ¡Maldita sea, he pensado en la violación! Y si encuentras el cloroformo en el baño tampoco es mío.

Sabía lo que seguía, un golpe, seguido de un beso. De esos besos que lo hacían sentir que se moría en vida. Porque ambos eran una marea roja, una tormenta sin naufragio, no importaba quien comenzara la batalla, casi siempre terminaban destruyéndose en la cama, ahogando su pena en besos y gemidos, ¿valía la pena?

Sólo Sasuke sabía cuando valía la pena Naruto y viceversa.

La ropa les había estorbado en algún punto de la partida; ambos se habían desnudado de sus problemas, de sus idioteces y de la manera tan tonta de actuar en los últimos meses. Llenos de miedos, de inseguridades, provocados por una cucharada de celos y unas gotas de embarazo.

Al final, ambos sabían cuál era su lugar y el rol de sus errores.

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