21. "Escenas tranquilas" (2/2)

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Karan se sentó y suspiró, una vez más de las muchas que lo había hecho hoy. Podría llorar, podría tirarse al suelo, pero no conseguiría nada. La realidad no cambiaría. Entonces, al menos, seguiría desafiante. Se mantendría firme, alzaría la cabeza y no se avergonzaría.

Eso era lo que pensaba, pero poco después volvía a suspirar.

«No puedo hacer nada. No tengo fuerza...»

Karan intentó abrir las manos que tenía sobre el regazo. Los cálidos rayos del sol invernal le acariciaron las palmas de las manos. Previó otro suspiro.

Karan había cerrado la pequeña panadería que tenía en Lost Town y había pasado el día andando por ahí. Había ido a visitar a MinSeok, a la lujosa casa del vecindario de Chronos en la que vivían él y su abuela.

Si a los ciudadanos se les reconocía que destacaban en cualquiera de los campos de la ciudad se les permitía vivir en Chronos, sin tener en cuenta su sexo, educación o estructura familiar. La ciudad les proveía de una casa y de un entorno especial para el desarrollo de cada actividad.

Cuando LuHan había conseguido clasificarse en los exámenes que les hacían a los dos años, a Karan se le había proporcionado una casa en Chronos. Comodidades, una vida segura, igual que alguien de la elite, gracias a su hijo, que seguramente llegaría a los escalones más altos de No. 6, Karan estaba en una posición que muchos envidiaban y deseaban.

Una posición que muchos envidiaban y deseaban, una vida cómoda libre de las preocupaciones que podía traer el mañana; libre de hambre o violencia; una vida en la que el ambiente interior, seguridad, higiene y condiciones físicas estaban monitorizados.

Karan cerró la mano con lentitud. Tenía los dedos mucho más ásperos que cuando vivía en Chronos y a veces se le agrietaban y sangraban.

«Pero hasta que perdí a LuHan, era mucho más feliz que cuando vivía en Chronos.»

Karan nunca se había adaptado bien a un estilo de vida en el que todo estaba controlado y había empezado a temer que sus nervios no lo soportasen. Por eso, cuando LuHan quebrantó la ley acogiendo a un criminal, más que sorpresa o desesperación, lo que había sentido había sido liberación. Se había dado cuenta de que lo estaba disfrutando.

Claro está, sabía que eso significaba que iban a quitarles todos sus privilegios, que perderían el derecho a vivir en Chronos y que acababa de cerrarse el camino del futuro de LuHan. Pero aun así lo había disfrutado.

Más que echarle la bronca a su hijo por lo que había hecho, quería alabarlo, aunque para su nivel de inteligencia había sido algo muy estúpido. LuHan había tirado su vida en Chronos con mucha facilidad. Más que una vida cómoda y segura, había preferido ayudar a un extraño que se había colado en su habitación en una noche de tormenta. Había sido un error más que otra cosa. Pero no se había equivocado al cometerlo.

Quería decir que para LuHan tampoco significaba mucho su vida en Chronos. Para él, era algo de lo que podía deshacerse con facilidad. Sólo se había desecho de lo que no significaba mucho para él. Y no estaba equivocado.

― Mamá, lo siento.

En su primera noche en Lost Town, un LuHan de doce años había bajado la cabeza y le había pedido perdón a su madre.

― ¿Qué es lo que sientes?

― Que ahora... tienes que trabajar...

El crimen que había cometido LuHan había sido acoger y ayudar a un convicto peligroso, un VC en No. 6. Teniendo en cuenta su edad, lo único que le habían hecho había sido exiliarlo de Chronos. Pero no se le permitía vivir en otro sitio que no fuese Lost Town, el área residencial de más baja clase. Madre e hijo habían caído desde la cima hasta lo más bajo en una sola noche. Pero lo primero era lo primero, tenían que ver cómo iban a salir adelante.

HACIA LAS ESTRELLAS⭐  [HunHan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora