REFLEX [✔#2]

0,18

Un destello surgió al inicio, dicho estaba.

Dos almas se buscaban, en el aire se notaba.

Eila, con una anormal seriedad, se adentró al estudio, sin decir mucho hasta que tomó asiento frente a nosotros. No supe cuánto tiempo había permanecido ahí, mucho menos si nos había visto, pero lo que escuchó, fue suficiente para mostrar una increíble seguridad en cada paso que dio, con gracia y elegancia, digna de la esposa de un reflejo antiguo.

Una pizca de ella, un fulgor diferente dejó a primera vista lo que la diferenciaba de la humanidad.

Seguí sus pasos hasta que se sentó en el sillón frente a mí. La tela suave beige hacía juego con su bata turquesa, brillante ante los escasos rayos de luz que buscaban adentrarse, en tanto sus ojos se pasearon por mi cuerpo, notando claramente que no había ni una sola reacción en mí tras su repentina presencia.

No podía decir que algo me ocurría. Dentro de mí, ya muy en el fondo, supe que aquello ocurrido con Derian minutos antes, se había desvanecido. Todo el latido, brillo y hormigueo extraño, se esfumó y fue reemplazado, nuevamente, por un bloque de hielo profundo, un vacío común con el que viví siempre.

—Es posible que mi hijo ya te comentara que soy diferente. Que siento...de un modo que ningún otro humano lo hace—Derian por su parte solo siguió recorriendo el estudio, perdiéndose en sus propios pensamientos, lo suficientemente entretenido como para darnos su atención. La mujer frente a mí ya no era solo la madre risueña que abrazaba a su hijo, era la esposa de un poderoso reflejo, era la humana llena de fortaleza que sin duda, había superado más de lo que alguien podría imaginar—. Mi llegada al mundo de los reflejos, no fue por casualidad, sino porque era mi destino. Aún no sé el por qué. Pero mi vínculo, mi desconocida conexión con Aník, lo demuestra. Y sé que muchos podría pensar que más de una vez fui una tonta por mis acciones, por mi exagerada curiosidad, pero no entenderán que lo hay dentro de mí me pidió que fuese así, que fuera detrás de aquel reflejo de ojos grises. Todo era tan fuerte, que ni yo podía controlarlo, no sin él.

El destello de luz que cayó en sus ojos fue tan brillante como para que me percatase de cada pensamiento que nació en la mirada expresiva que dio.

>>Sonreí cuando menos pensé, lloré en los momentos, quizá, más inesperados y grité cuando todo podía irse a la mierda...—apretó los labios, seguramente recordando cada suceso—, todo eso fue por lo que había aquí dentro.

Señalaba su pecho con tanto añoro, con una pizca de esperanza y certeza, que solo dije:

— ¿Piensa que por eso mismo estoy aquí? ¿Tengo un propósito, una unión tal vez con los reflejos?

Pude escuchar su suspiro, dubitativo. Ni siquiera yo sabía por qué toda mi vida había girado en torno a una labor pesada y oscura, por qué tal vez, tras años de torturas por no sentir, llegaría un reflejo que cambiaría todo aquello que era imposible.

—Es difícil comprender las uniones en este mundo. Solo se encuentran las respuestas cuando más desesperado estás o cuando, finalmente, te rindes.

—Te lo dice alguien con muchísima experiencia en el campo—dijo sonriente su hijo, sentándose al lado de su madre. Ambos, frente a mí, eran como la pintura celestial de criaturas desconocidas, con la luz en aquellos ojos que ocultaban secretos y poder—. Buscamos más de una vez la razón por la que ella sentía de ese modo, y nunca encontramos respuesta. Pero ahora que tú has aparecido... siendo tan diferente también, quizá nos ayudes a encontrar las respuestas que creímos perdidas hace un tiempo.

Una parte de mí cuerpo finalmente pareció dejar un peso atrás. Estar cerca de Eila, con aquellos ojos azulados observándome, hizo que dentro de mí una especie de frescura me llenase, recibiendo la brisa del amanecer y las luces de un nuevo día. Supe que todo eso lo había hecho la gota plateada, eso ella misma lo confirmó, en cuanto tocó su propio cuello.