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Taehyung y su familia eran muy adinerados.

Ellos tenían una gran casa, con un enorme jardín, suficiente como para estacionar el vehículo de la familia, el más pequeño de TaeHyung, y ahora el de SeokJin.

La entrada al salón era inmensa y este sitio también. Tenía sillones enormes y una mesa de centro muy antigua y hermosa. Las paredes llenas de cuadros le daban más elegancia al lugar. SeokJin estaba intimidado al respecto.

Él no estuvo mucho tiempo allí, porque los padres de TaeHyung, junto a un adolescente, lo invitaron al comedor para cenar. La mesa donde estaba la comida era muy larga y de madera gruesa, resistente, y la superficie estaba repleta de todo tipo de manjares.

Los padres de TaeHyung eran muy solemnes, vestían formal y pulcramente. El hermano menor de su Alma Gemela, tenía rasgos un poco más finos que los del joven, pero igual se parecían.

—Es un gusto conocerte, SeokJin. TaeTae nos habló de ti —dijo la señora.

TaeHyung miraba concentrado su plato de comida. SeokJin ya estaba acostumbrado a que él no lo mirara por mucho rato. Demonios, echaba tanto menos sus ojos de cielo, quería nadar en ellos si eso era posible.

Los Kim, en resumen, ya sabían que era dueño de una librería y tenía veintiocho años. También mencionaron, a modo de broma, que esperaban que su hijo terminara con esa obsesión por las conspiraciones y se concentrara en su nueva pareja. SeokJin no dijo nada al respecto porque en realidad, le gustaba esa parte de Tae, lo hacía un chico especial.

SeokJin, para dar una mejor impresión, hizo lo que más le gustaba hacer en ese tipo de ocasiones: comenzó a lucirse con su mejor repertorio de chistes.

Pero sólo el menor de los Kim rió.

—Vaya, ahora entiendo porque contabas tantos chistes aburridos, hyung —mencionó el muchacho dejando a su hermano mayor muerto de vergüenza.

SeokJin no sabía cómo reaccionar ante lo dicho: en cierto modo tenía sentido, pero sus chistes no eran aburridos. No señor.

—Quiero que sepas, SeokJin —habló el padre de TaeHyung—, que puedes venir a casa cuando quieras, ya eres parte de nuestra familia.

—Oh, le agradezco mucho, señor. Ustedes también pueden ir a la mía cuando deseen. Esa casa también le pertenece a TaeHyung, desde ahora en adelante.

Eso no tenía planeado decirlo, pero sinplemente surgió. SeokJin todavía no se percataba de lo descontrolado que estaba: besando a TaeHyung, diciendo esas cosas, contando un montón de chistes, extrañando su mirada, enojado porque el chico insistía en mirar su comida y no a él. A él, su Alma Gemela.

La señora Kim tomó la palabra.

—También queremos aclararte que TaeHyung tiene permiso para estar contigo desde ahora en adelante. Si así quieren, el puede mudarse a tu casa. Lo hemos hablado y TaeTae está de acuerdo. Ya sabemos que estos primeros meses son importantes en su relación, y nosotros no queremos dificultarles las cosas… mientras TaeTae siga yendo a estudiar, por supuesto.

La parte más morbosa de SeokJin saltó del júbilo pero su lado racional todavía no aterrizaba. Ellos de verdad estaban ofreciéndole a su hijo en bandeja.

Definitivamente todos daban por hecho que TaeHyung y él eran una pareja ya sexualmente activa… demonios, incluso el mismo Tae estaba de acuerdo con eso.

Respiró profundo, confundido. Por una parte su pareja era tan fría e cautelosa pero por otro lado permitía esos acuerdos… quizás TaeHyung no se daba cuenta de los efectos que causaba en él.

Sí, seguro era eso.

—No quiero obligar a TaeHyung a estar conmigo. Él decidirá qué hacer.

Ante eso, el chico sólo se encogió de hombros.

Sí. Su querido Kim TaeHyung era un jovencito muy impredecible.

AZUL #taejinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora