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La muerte siempre está presente. Siendo por naturaleza la contraparte de la vida, van de la mano, pero es menos manifiesta que ella. La muerte atrapa en silencio, mientras la vida da la espalda. Es un momento tan perfecto como aterrador.

Cuando vi a Nico desvanecerse en las sombras, lo descubrí. No hubo oportunidad para nada. Nico desapareció frente a mis ojos y no volvió a aparecer. No volví a sentir su aura de vida, ni la calidez de su presencia.

Mi luto duró semanas que se convirtieron en meses. Mis amigos intentaban alentarme, diciéndome que Nico no estaba muerto, que volvería en cualquier momento como había vuelto Leo Valdez, pero yo sabía que no era cierto. Lo supe desde el principio. Paulatinamente, ellos también lo entendieron.

Habían pasado siete meses desde el incidente cuando se me apareció. No era un ser definido ni parecido a otro que hubiera visto. Tenía una silueta humanoide, pero sus bordes se desdibujaban como si estuviera compuesto por vapor y luz. En su rostro apenas se distinguían facciones y éstas estaban en constante cambio, pasando de ser humanas a animales y combinaciones de ambas. Desprendía una energía que ninguno de los otros dioses podría haber igualado, ni siquiera los primordiales. No obstante, aunque sentí que una extraña vibración atravesaba mi cuerpo en reacción a su presencia, su poder no inspiraba temor. Me hacía sentir más bien sereno, como si acabara de practicar una sesión de meditación.

—Will Solace, he escuchado tus lamentos.

Yo no sabía quién era ese ser y sin embargo me encontré hablando.

—Él no tuvo las oportunidades que merecía, no tuvo la vida que merecía...

—Pudo haber sido distinto —convino la deidad—. Su destino se forjó a partir de varios puntos de su vida. Como podrías saber o no, Destino no encapsula las almas en un solo hilo, sino que lo va delineando, cortando poco a poco las bifurcaciones con cada decisión tomada. —Abrió las manos y de ellas se desplegaron siete imágenes móviles. Noté que ninguna pasaba de los diez años de Nico—. Las Moiras cortaron su hilo en aquel entonces. Justo en ese día. —Reprodujo una imagen más, que me hizo cerrar los ojos. El día de su muerte.

El dios esperó después de eso y mi cerebro fue haciendo conclusiones, observando más a fondo las imágenes. Solo había un momento decisivo en la vida de Nico en que yo estaba presente: el último. Cuando Nico llegó al campamento por primera vez. En la imagen salía yo fugazmente, temeroso de hablarle.

Recordaba ese día. A veces me preguntaba qué habría sido distinto si me hubiera atrevido a hablarle, si hubiera conseguido que se quedara. ¿Le hubiera ahorrado parte de su sufrimiento posterior? Pero hasta ese segundo, frente al dios desconocido, jamás me imaginé que en aquel momento de cobardía también había tenido su vida en mis manos, la última oportunidad de cambiar su destino. Me sentí tan mal que la bilis trepó por mi garganta y me doblé, regurgitando mi desayuno.

—Mi nombre es Aión —me informó, mientras mi mente intentaba ubicarlo entre los cientos de nombres de deidades griegas sin conseguirlo—, y el caso de Nico di Angelo me conmovió. He escuchado quejas procedentes de muchos lugares, de muchos seres. Pero quien realmente me convenció fue Hestia. No es propio de ella reprocharle al destino. —Me miró, sus ojos cambiando a miles de formas y colores distintos, y extendió la imagen de la llegada de Nico al campamento hacia mí—. Te voy a conceder el permiso de volver al pasado para cambiar su destino. Te encerraré en un bucle hasta que lo consigas, pero debo advertirte que el destino al que lo conduzcas no tendrá necesariamente un mejor final que el anterior, ese es el riesgo que debo imponer y al que debes atenerte. Si es que erras en algo que lleve a Nico di Angelo a la misma línea de destino que tenía originalmente, volverás al inicio. Cuando consigas separarlo de esa línea, regresarás al tiempo presente con tus resultados.

Sin decir más, fui absorbido por la imagen y desperté en medio del bosque del campamento, usando la armadura propia del captura la bandera.

Don't mess up with godsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora