II

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Al cabo de algunos minutos que a Nico le saben eternos, Jason vuelve a aparecer de la mano con otro rubio, cuyo aspecto le hace inclinar ligeramente la cabeza hacia un lado.

El contraste entre ambos es tremendo. Mientras que Jason tiene porte de luchador, el otro parece más bien relajado, aunque sin perder cierto nivel de autoridad. Pese a que su postura no es alerta y su sonrisa sea fácil, sus ojos rebosan una inteligencia cautivadora que Nico encuentra peligrosa. El cabello es más rizado, mucho más largo y más lanzado a dorado. Pero lo más extraño es su vestimenta; una camisa blanca manga larga, una capa negra, pantalones cortos azules y medias altas hasta las rodillas del mismo color que la camisa. Nico comprende así que en los Elíseos no se puede cambiar de prendas, por muchos años que pasaran seguirían vistiendo como en el día en que murieron. No conoce la historia de la moda, pero esas prendas se usarían mucho antes de que él naciera.

—Will, este es Nico, hijo de Hades y visitante desde el mundo de los vivos por hoy. Nico, este es Will Solace. Murió en el siglo XVII, durante la gran peste de Londres.

El chico muestra algunos signos físicos de cohibición, pero no baja la mirada. Pareciera que lo hace por mero protocolo, como quien ya está tan acostumbrado a avergonzarse por algo, que aunque ya no lo haga, parte de su cuerpo lo expresa aún.

—Mi padre era médico. Yo solo quería ayudar.

—Y supongo que lo hiciste —dice Nico.

—Al precio de mi vida.

—Las acciones altruistas resultan ser las que tienen el precio más elevado.

—Supongo que lo dices porque lo viviste.

Nico mira de refilón a Jason, negándose a seguir lidiando con aquella batalla invisible de tanteos emocionales.

—Y bien...

—Bien. —Will da un paso adelante y le extiende el codo con elegancia, sin mostrar el menor signo de haber perdido la compostura—. ¿Vamos?

Recelosamente, Nico acepta la invitación y se deja guiar hacia una de una de las vías empedradas que cruza los campos verdes. Echa un último vistazo sobre su hombro, descubriendo a Jason moviendo los dedos para despedirse. Se pregunta por qué Will le ha ofrecido el codo sabiendo que es chico, pero no quiere darle relevancia al asunto. Necesita encontrar a su padre, esa es la prioridad y el único papel del muchacho que lo acompaña.

Al principio, la tensión entre ambos es difícil de digerir y el transcurso del tiempo sólo la enturbia. Nico lucha contra un deseo apabullante de desaparecer, impulsado por el nerviosismo que le llena de espinas los pulmones. Afligido, repara en que sin Jason ya no interactuaba suficiente con los vivos. Nuevamente el contacto físico y la cercanía a una persona le mortificaba. Arrastra los ojos por el suelo y se mantiene lo más alejado que sus brazos cruzados le permiten de Will, sus músculos tensos mientras se recuerda una y otra vez que esa tortura acabará pronto.

—¿Cómo así estás aquí, estando vivo? —le pregunta Will de repente.

Nico da un ligero respingo y se pone aún más tenso, si es que eso es posible. No responde de inmediato. Solo quiere llegar donde su padre lo antes posible y liberarse de su atadura a ese desconocido. Pero no le parece justo ser descortés con alguien que le está ayudando tanto. Se obliga a sí mismo a abrir los labios y ser honesto.

—Porque mi padre es Hades y me dejó entrar para la ceremonia.

—¿Tu padre es el Hades? Siempre creí que era un dios fuera de alcance.

Nuevamente tarda en responder. No entiende por qué Will reacciona con tanta naturalidad a sus palabras. ¿Acaso no le importa que esté vivo? ¿No le importa que su padre sea Hades? ¿No le importa llevarlo como si fuera una dama a los ojos de todos? Inspirando hondo, vuelve a obligarse a responder.

Don't mess up with godsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora