II

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N/A: Cambié algunas cosas en lo canon por conveniencia de la historia. Tuve que releer algunas partes de La maldición del titán para estar más empapada del tema.

Recordaba ese suceso. Las cazadoras ganarían y Percy Jackson reñiría con Thalia Grace. Como no tenía nada que hacer allí, me escabullí entre los árboles buscando a Nico.

Mi corazón dio un vuelco cuando lo encontré. Había pasado siete meses sin verlo, sin escuchar su voz, sin sentir su aura. Y de repente estaba allí, sonriendo como tonto, tropezando bajo el peso de una armadura y espada demasiado pesadas para su cuerpo. Se veía tan joven, tan vulnerable e inocente. Una pequeña llama expuesta a los crueles vientos de la intemperie. Entonces recordé que yo estaba en las mismas condiciones, apenas unos meses mayor que él. Hice ruido al tropezar con una piedra y Nico se puso alerta, apuntándome con su espada. Levanté las manos en señal de rendición.

—No quiero hacerte daño.

—Yo tampoco, pero esto es un captura la bandera y estamos en equipos contrarios. —Suspiró, apesadumbrado—. Quirón pensó que poner a un principiante como yo del lado de las cazadoras inclinaría un poco la balanza a favor de los demás campistas. Pero soy un hombre y ellas me dejaron a mi suerte.

—¿Puedes olvidar todo eso por un momento?

Nico me miró con recelo.

—¿Acaso planeas chantajearme para que te diga dónde está la bandera?

—¡No! Lo juro. Solo quiero... —Noté que me sonrojaba— que me hables de Mythomagic. —Para probar mis palabras, dejé mi arma en el suelo.

—¿Ahora?

—Ahora.

Nico se estaba conteniendo, pero vi que comenzaba a ceder. Justo cuando creí que aceptaría, un rayo surcó el cielo y supe que la pelea entre Percy y Thalia había comenzado. Nico saltó sobre sus pies, jadeando un «wow» y alejándose en esa dirección.

—¡Espera! —grité, y caí de nuevo en el punto donde había iniciado.

Me sentí conturbado. ¿Eso había sido toda una oportunidad?

Carcomido por los nervios, corrí en busca de Nico sin ser cauteloso. En esta ocasión yo fui encontrado. Nico me tumbó por el costado y ambos nos revolcamos por la tierra hasta que consiguió mantenerme debajo. Incluso de niño tenía más fuerza que yo.

—¡Te tengo! —exclamó, apuntándome con su espada—. ¡Ríndete ante mí!

Habían muchas falencias en su técnica. Estaba arrodillado encima de mis costillas, por lo que me bastaba moverme para desequilibrarlo. Había dejado mis piernas y brazos libres para intentar cualquier movimiento. La punta de su espada se iba ligeramente de un lado a otro. Y lucía demasiado adorable y excitado como para resultar intimidante.

Aun así, le mostré mis palmas y acepté la rendición. Nico casi saltó de júbilo. Mientras me conducía a la cárcel manteniéndome a su lado, intenté entablar una conversación.

—Mi nombre es Will Solace. Soy un hijo de Apolo.

—¡Qué genial! —contestó, campante—. Ha sido el segundo dios que he conocido. Nos llevó a dar una vuelta en su carro solar. Y hablaba en haikus.

—Últimamente tiene un problema con ellos.

—¿Tú lo conoces?

—Pues no. —En ese entonces todavía no lo conocía y consideraba que aunque viniera del futuro debía ser fiel al tiempo en el que me encontraba—. Tienes suerte.

Don't mess up with godsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora