Un café con mi país

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Un día de tantos, en esos bonitos días de abril,
La marchita idea de ser libres se ha vuelto a embellecer,
La esperanza se posó en la bandera,
Y yo aquí preparando un café de palo,
-¡Pasa, ven por acá!, - le dije a mi patria en la antesala,
Mis ganas de preguntarle cosas se echaban de ver en los nervios que me consumían,
Era obvio, estaba ante la más grande de centroamérica,
Silenciosamente puse una taza de café en sus lagos,
Yo me senté en bosawas y conversamos,
Me hablaba de aquellos tiempos viejos que nadie recuerda,
Aquella lucha constante entre la raza y la etnia,
Cuando no eras libre ni para bostezar,
Me mencionó que una vez llegó un susodicho a autoproclamarse presidente, que ni de aquí era,
¡Ay, ay, ay!
Se le salió una lágrima de una de sus lagunas,
Me contó cómo vinieron hombres a defenderla,
Cuando mencionó sus mártires lloró en Masaya lágrimas de lava,
Cuando llegamos a los 80 sintió hambre,
Se rió de ella misma por permitir su miserable hambruna y trate de tranquilizarla llevando otra taza de café,
Entre tanta historia que me contaba no pude contener mis lágrimas pero ella contaba de un tal Sandino,
Mencionó nombres como el de Carlos Fonseca, Arlen Siu y algunos otros,
¡Oh Nicaragua, que tanto te han hecho!
Cuando pasamos el 2000 de sus años,
Solo lloró desde el xolotlan y dijo:
-¡Salve a mi Nicaragua mis suelos, no recuerdo que siga siendo país después de aquí!
- una vez dicho eso, no teníamos más café y salí a buscar, cuando volví le miré armada y corriendo salió de aquí,
Dejó una nota pero no le leí,
Yo dejé otra a mi madre,
-*¡Me fui a buscar a Nicaragua para defenderle, si no regreso, me fui con ella!*

café con versosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora