Uno

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El avión aterrizó con media hora de retraso y, aunque el pasar cerca de diez horas al lado de su recién estrenado esposo se suponía que era una actividad agradable, no lo fue el tener que estar sentado en un lugar bastante incómodo sin poder dormir debidamente y degustando comida que, aunque no estaba tan mal, no había muchas opciones de las cuales escoger.

— ¿Quieres dejar de poner esa cara? No es mi culpa que una de las maletas se extraviara — dijo Ken abultando sus labios y pegando ambas manos en puños para recargar sobre estos su barbilla.

— Es que... Ahhh... Solo camina ¿sí? En este momento todo lo que quiero es llegar al hotel para poder dormir.

— Está bien, pero ya no estés enojado conmigo, ¿cómo iba a saber que las pegatinas no eran de buena calidad y se iban a caer?

— Solo olvídalo, hay que buscar un taxi...

El problema fue, que a pesar de sus buenas intenciones por llegar rápidamente al hotel y poder descansar, aun así, tuvieron que esperar cerca de una hora para poder abordar un taxi y que este los llevara al hotel donde habían hecho la reserva.




* * *




La estruendosa risa de Ken se hacía presente sobre el bullicio de los demás vacacionistas en la piscina del hotel, y todo porque Leo no dejaba de hacerle cosquillas como castigo por haberse tomado su bebida.

— Ya... Ya... Está bien, lo lamento — agregó Ken con lágrimas en los ojos.

— ¿Vamos a nadar? — Leo preguntó.

— De acuerdo, pero antes...

Y sin previo aviso Ken se robó una cucharada del pastel que celosamente Leo había estado guardando, antes de salir corriendo alejándose de su ahora esposo.

— ¡Lee Jae Hwan! ¡Ven acá!

Persiguiéndose cual niños en navidad, terminaron haciendo una absurda competencia de clavados en la zona más profunda de la piscina, ya que era el lugar donde menos personas había. Disfrutar de su luna de miel había sido uno de los propósitos que Taek Woon se había hecho, ya que quería reír y hacer reír mucho al castaño que había escogido para ser su compañero por el resto de su vida.

— Todavía no puedo creer que estemos en Hawái.

— Y yo no puedo creer que me hayas hecho gastar todos nuestros ahorros en esa maleta.

— ¿Vas a seguir con eso?

— Por supuesto — Leo respondió antes salpicar de agua el rostro de Ken, quien en venganza se colgó de su cuello tratando de hundirlo mientras reía divertido.

Leo lo tomó de la cintura y sin importarle si alguien pudiera verlos, besó los labios del contrario con cautela, antes de sumergirse junto a Ken en el agua y apreciar el torso delgado y desnudo de su castaño favorito. Sin embargo, cuando las caricias por debajo del agua comenzaban a ser no aptas para menores, salieron del agua, dirigiéndose a su habitación tomados de las manos.

El pestillo de su habitación fue puesto en el momento justo que las manos de Ken recorrían la espalda de Leo, pegándolo a su cuerpo besándolo con algo de desespero. El contrario no se quedó atrás y posando sus largos dedos en el pronunciado trasero de Ken, comenzó a acariciarlo.

Rosas [KEO] 02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora