Siete

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Suaves gemidos llegaban a sus oídos provocando que la habitación fría, subiera de temperatura gradualmente o por lo menos esa fue la sensación que él sintió. Sus mejillas se tiñeron de un sutil sonrojo, el cual a medida que el tiempo pasaba — y los sonidos era más claros y altos —, iba aumentando de nivel hasta comenzar a sentir calor no solo en sus mejillas, sino por todas partes de su cuerpo.

Y entonces la realidad lo tomó por sorpresa. Apenas y se había sentado sobre el mullido sillón y el sueño junto al cansancio que juraba tener, se esfumó de su sistema inmediatamente, después de recordar la promesa que le había hecho a Ken muchas lunas atrás. Le había fallado y de la peor manera.

Leo se debatió entre regresar a la cama con Janie, o quedarse justo donde estaba para no hacer las cosas más grandes, porque conocía a Ken cuando se enojaba, pero no tenía la más remota idea de cómo proceder con un Ken molesto como una chica. De esa manera se la pasó prácticamente toda la noche, hasta que una idea para él descabellada pasó por su mente, quizá porque no estaba siendo muy consciente de lo que estaba haciendo.

Sobre todo, porque para él, le era muy extraño ser quien fuera el "culpable" de la discusión, siendo que Jae Hwan era quién tenía que estar detrás de Taek Woon casi siempre. Sin embargo, ahí estaba, escuchando los gemidos y jadeos producidos por un video porno, en donde dos chicas se auto-complacían mutuamente mientras se encontraban rodeadas por una cantidad enorme de cojines dispersos en una cama.

El cómo había llegado a ese punto, ni él mismo lo sabía. Quizás fue el impulso por solucionar las cosas con la castaña, cosa que lo había orillado a terminar buscando en el internet, como mantener relaciones sexuales con una mujer. Había comenzado con cosas sutiles, como leer uno que otro artículo ofrecido por el navegador, tales como:


* Descubriendo las zonas erógenas de tu chica.

* Ventajas de tener intimidad con otra mujer.

* Posiciones más adecuadas entre mujeres.

* Cosa que NO debes de hacer mientras estás en la cama con una chica.

* Cosas que DEFINITIVAMENTE deber de hacer mientras estás en la cama con una chica...


Y la búsqueda terminó extendiéndose por una cantidad enorme de páginas, en las que la gran mayoría — si no es que todas —, hacía referencia a la conexión que debían de mantener ambas partes, para poder disfrutar del encuentro sexual, el cual iba más allá de ser simple sexo, en donde no siempre existía penetración.

El vídeo terminó mostrando como última escena, una en donde ambas chicas se besaban con parsimonia, aun acariciándose mutuamente. Ciertamente Leo había visto porno con anterioridad — no de lesbianas, pero al fin cuentas porno —. Sin embargo, no era algo al que le dedicará mucho tiempo en su vida. Aunque de vez en cuando, tomar una que otra idea para su vida sexual era siempre bien recibida por Jae Hwan. Quién por cierto miraba a Lía con los brazos en jarra desde el umbral de la habitación.

— Eres increíble Lía, ¿Cómo es posible que prefieras ver porno, en lugar de estar conmigo? — comentó con clara molestia, a pesar de que su rostro se vía cansado y tenía el cabello totalmente revuelto.

— ¿Qué? ¡No! — dijo de inmediato Leo al percatarse de la presencia de la castaña, dándole sin querer al botón de reproducir nuevamente, acción que hizo que se escucharan nuevamente los gemidos del vídeo que estaba viendo.

Nunca en su vida había estado tan avergonzado, y eso al lado de todas las locuras por las que lo había hecho pasar Ken, era decir mucho. Su usual piel blanca se tornó tan roja como la lata de Coca-Cola vacía a su lado y esta vez no por estar excitada, sino por lo terriblemente ruborizada que estaba de ser descubierta. Entonces cuando el video fue detenido nuevamente, Lía se levantó de su lugar dispuesta a hablar con Janie, pero no contó con que está, daría media vuelta y se encerraría de nuevo en la habitación.

— ¡Oh! ¡Por favor! Janie escúchame yo...

«¿Y qué se supone que voy a decirle, estaba viendo porno para darme una idea de cómo hacerlo contigo? No, claro que no...»

Totalmente frustrada por cómo habían resultado las cosas otra vez, se quedó frente a la puerta cerca de diez minutos, hasta que está volvió a abrirse dejando ver a una Janie vestida para salir.

— ¿A dónde vas? — Lía preguntó.

— A fuera ¿Por qué? No me digas que ahora que estamos casadas debo reportarte todo lo que hago.

— Janie, por favor... Yo... — comenzó Lía diciendo suplicante, ya que sabía que, si la castaña la dejaba sola, el problema se haría más grande — Escúchame yo... Yo lo lamento ¿Sí? Sé que no me he comportado como usualmente lo hago, he estado actuando bastante extraña, pero te prometo que no es nada que tenga que ver contigo... Digamos que he tenido demasiadas cosas en la cabeza recientemente, en verdad lamento si te he hecho sentir que te alejo con mis acciones ¿Me... me perdonas?

Janie la observó escuchándola con atención y aunque aún estaba molesta, no por el hecho de que no quisiera tener intimidad con ella, sino más bien por no haber dormido con ella en la misma cama; eso no le impidió que su corazón de pollo se sacudiera por sus palabras. Principalmente, porque Lía casi nunca se disculpaba con ella, al menos no de esa forma, luciendo realmente arrepentida.

— Está bien... — dijo tras soltar un hondo suspiro — Creo que ambas exageramos un poco anoche... — decretó al tiempo que pasaba un mechón de su larga cabellera tras su oreja, para después agregar sonriendo — ¡Vaya! Con que así es como se siente.

—¿Qué cosa? — Lía preguntó, con la clara confusión presentándose en su rostro.

— Tener el poder de perdonar... Solo no vuelvas a dejarme dormir sola ¿De acuerdo? — dijo Janie haciendo uso de su ternura, para posteriormente abrazar a Lía en una clara señal de paz.

El cuerpo de Lía se relajó instantáneamente y por instinto le devolvió el abrazo, para después dejar un sutil beso en la coronilla de la castaña.

— Entonces, ¿crees que ahora si podemos estrenar mi regalo de cumpleaños? — Janie preguntó.




* * *




El cómo había terminado la habitación resonando con sus gemidos era un misterio. No, realmente no lo era, porque finalmente Lía había sucumbido a los deseos de la castaña. Ambas se encontraban sobre el mullido colchón tamaño King size con sábanas de seda, Lía debajo de Janie la sujetaba con fuerza, haciendo una dulce presión con sus manos sobre las caderas de la contraria, quien hasta el momento mantenía las riendas del control, además estaba haciendo un excelente trabajo besando su cuello y acariciando su cuerpo con tanta delicadeza, que incluso a Leo le sorprendió el no poner ningún reparo en dejar salir alguno que otro jadeo de sus labios. Pero entonces, cuando la castaña comenzó a descender buscando con cierto apuro el tratar de deshacerse del pantalón que usaba Lía, al tiempo que desabrochaba su blusa para dejar expuestos sus pechos, el corazón de Leo golpeó con fuerza entre sus costillas, conocía ese movimiento a la perfección, porque era justo lo que hacía Ken cuando decidía complacerlo haciéndole un oral.

Rosas [KEO] 02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora