Ocho

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El ceño fruncido, el labio inferior ligeramente de fuera y ambos brazos cruzados sobre su pecho, era la posición en la que Janie se encontraba mientras miraba a Lía desde el otro lado de la recepción del hotel. Si su vida fuera como una caricatura, seguramente en ese momento le estaría saliendo humo de los oídos y estaría completamente roja del coraje; aunque para la contraria, aquella imagen en vez de hacerla sentir temerosa era la viva imagen de la ternura. Especialmente porque no podía sentir temor de alguien que vestía una camiseta con estampado de conejo y un short color rosa pálido.

El gerente del hotel tomó la palabra — en medio del bullicio que se había propagado desde hacía cerca de cuarenta minutos, debido al supuesto incendio por el que todos habían sido desalojados de sus habitaciones con rapidez —, junto al capitán de bomberos, caminó hasta posicionarse justo en el centro de la recepción, para informar a todos los presentes tanto locatarios así como el personal que trabajaba en el hotel, que todo había sido una falsa alarma y según las grabaciones del video de vigilancia el cual ya había sido revisado, todo se debía a una broma de muy mal gusto de parte de un grupo de adolescentes, los cuales estaban a punto de recibir su merecido castigo.

—... Lamento los inconvenientes que esta situación les haya provocado, los infractores ya han sido capturados y recibirán su debido castigo...

«Si, pero gracias a esos pubertos yo volví a quedarme con las ganas...» Janie pensó.

— ¿Te parece si mejor salimos a comer? — preguntó Lía con fingida inocencia, evitando así que Janie siguiera fulminando con la mirada al gerente.

El par de ojos canela se posaron sobre el rostro enmarcado con cabello platinado corto, trató de suavizar la expresión sin lograrlo realmente, haciendo incluso el puchero formado con sus gruesos labios más grande, terminando de provocar que una sutil sonrisa se formara en los labios de Lía sin poderlo evitar.

— ¿Quieres dejar tus frustraciones a un lado?... — continuó Lía al tiempo que tiraba de la barbilla contraria para dejar el labio inferior de su esposa en una posición menos infantil — El día está demasiado lindo para desperdiciarlo, así que vamos, ya podemos regresar a la habitación y...

— ¿Podemos continuar donde nos quedamos, cuando nos interrumpieron? — terció.

— Ah... La verdad es que tengo hambre — mintió, sin embargo, al notar el semblante de Janie agregó rápidamente — pero no te preocupes, que todavía tenemos el resto del día para continuar donde nos quedamos ¿De acuerdo?




* * *




Uno de los atractivos de Hawái, aparte de ser una de las islas turísticas más visitadas del mundo, era el hecho de poder apreciar sus encantadores bailes y comida realmente deliciosa en muchos de los restaurantes alojados por todas partes.

— ¿Qué se te antoja comer?

— Mhn... No sé... Que tal un cóctel de mariscos.

— Yo quiero la mojarra al ajo...

Algo que Lía había aprendido durante su viaje como mujer, era que muy a pasar de que Jae Hwan era alguien que comía igual que él, siendo hombre, como chica tampoco era muy delicada y disfrutaba de todos los placeres culinarios que la vida podía ofrecerle sin dejar de verse femenina.

—... ¡Dios! Esto está para morirse, dime por qué no habíamos venido a este lugar.

— Me alegra verte como siempre... — Lía dijo a cambio acariciando la mano libre de Janie — Disfrutando todo sin poner trabas.

— ¿Yo? Tu eres la que ha estado rara todo este tiempo, hasta parece que actúas como si no fueras tú.

Si Lía se hubiera llevado un nuevo bocado a sus labios, seguramente se habría atragantado con la misma, sin embargo, debido a lo dicho por la castaña sentada justo en frente de ella, terminó dedicándole una cálida sonrisa a su esposa, sin comentar nada sobre aquel tema.

La música tradicional de Hawái se hizo presente en medio de una tarima justo al fondo del restaurante, lugar en donde un presentador junto a un grupo de chicas les dio una grata noticia que hizo a Lía estremecer, mientras que Janie levantaba la mano para apuntarse para el espectáculo.



— No... Puede... Ser...

Con una corona de flores, una falda de tiras de colores y un par de cocos cubriendo su busto, fue como apareció Janie junto a otras cinco personas arriba de la tarima. Luciendo una sonrisa de oreja a oreja le aventó un beso volado a Lía estimulando un severo sonrojo en las mejillas de la chica de piel pálida, quien trataba inútilmente de esconderse en el fondo de su asiento.

— Bien señoras y señores, la hora del baile ha llegado... De este lado tenemos a mis chicas hula, quienes les mostraran los pasos básicos del baile hawaiano para que nuestras bellas competidoras... — comentó el presentador señalando a Janie y compañía — puedan replicarlo lo mejor que puedan, ganando un premio y el reconocimiento de todos los aquí presentes.

Los gritos y aplausos no se hicieron esperar en cuanto la música dio comienzo. Los movimientos, aunque básicos, eran bastante sensuales para la ola de hombres presentes en el lugar, quienes no dudaron en silbar y aplaudir a sus favoritas, Janie entre ellas. Entre risas y una que otra palabra de apoyo gritada para hacerse escuchar, la bella esposa de Lía quedó entre las tres finalistas.

—... Bien señoritas, ha llegado el momento de colocar el ingrediente que las hará ganar o perder según sea el caso... ¡Vaya y traigan a sus parejas! — gritó el presentador por el micrófono haciendo que los gritos de todos los presentes nuevamente fueran atizados como las brasas de una fogata.

Janie se apresuró a bajar de la tarima localizando a Lía rápidamente con la mirada, quien intentaba escapar de ser expuesta frente a la multitud que minutos atrás había estado apoyando a su esposa.

— Lía vamos — dijo Janie tomándola de la mano en cuanto le dio alcance en la mesa en donde anteriormente habían estado comiendo.

— Yo no pienso ir a ningún lado... — Lía respondió soltándose del agarre de la castaña — Tú te metiste sola en esto, yo no tengo nada que ver.

— Ay, por favor Lía, es divertido ven, vamos... — insistió y al ver que los comensales a su alrededor observaban su discusión dijo con mayor fuerza — ¡Lía ven conmigo!

¡Lía, Lía, Lía...! — todos los presentes comenzaron a gritar su nombre haciendo que la mencionada, deseara con todas sus fuerzas estar dentro de la habitación del hotel teniendo sexo con una mujer por primera vez.


Rosas [KEO] 02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora