Nueve

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¡Lía, Lía, Lía...!

Su nombre de mujer aun resonaba con insistencia dentro de su cabeza, inclusive después de que el presentador otorgara el primer lugar a Janie los aplausos aún podían ser escuchados tras bambalinas.

— ¡Eso fue tan divertido! — gritó con júbilo Janie aun vistiendo el traje de hawaiana.

Leo prefirió quedarse callado ya que al parecer no importaba que tan avergonzado se sintiera, Ken parecía superarse a sí mismo con cada acto vergonzoso que lo hacía pasar, convirtiendo el rostro blanquecino de Leo, en un tomate maduro permanente.

Caminaron juntas hasta un pequeño camerino, en el cual, solo Janie entró para cambiarse y vestir de nuevo el atuendo que había llevado. Mientras tanto, Leo recordaba sus propios pasos de baile sobre la tarima, lugar en donde meneando su cadera en un movimiento circular, ayudó a Janie a ganar, mientras que se tapaba el rostro con ambas manos.

— Debo estar realmente loco para hacer algo así de nuevo... — se dijo así mismo.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos al escuchar la voz de Janie filtrándose tras la puerta del camerino, en la que claramente podían ser escuchadas otros pares de voces femeninas.

—... Tu compañera es muy guapa... Pero bastante tímida, ¿verdad? — comentó una de ellas.

— Lo sé, pero aun así la amo con locura, de hecho, si no fuera por ella creo que no estaríamos aquí — dijo Janie orgullosa de sus sentimientos.

— ¿Y cuanto tiempo llevan de casadas? — cuestionó una segunda voz.

— Es nuestra luna de miel.

— Y si es su luna de miel, ¿qué es lo que están haciendo aquí? — comentó una tercera voz con un deje de malicia al decir aquella oración.

Las risas de las otras féminas al escuchar aquello, molestaron a Lía, porque una cosa era que él, no supiera actuar sobre su situación actual, pero otra muy diferente era escuchar a terceras personas — que nada tenían que ver con su relación con Ken —, opinar como si fuera la cosa más natural del mundo, avergonzando de esa manera a su dulce castaña que no tuvo más remedio que quedarse callada sin nada que decir para defenderse. Por ese motivo, para cuando Janie salió del camerino lo hizo luciendo un rostro totalmente diferente al que había mantenido cuando entró al sitio.

— ¿Todo bien? — Lía preguntó fingiéndose inocente de no haber escuchado su anterior conversación.

— Sí — respondió Janie cabizbaja.

Caminaron un par de pasos hasta que Lía tomó una de las manos de la castaña y dándole un simple apretón le sonrió con calidez, antes de pronunciar con seguridad en la voz:

— Porque no regresamos al hotel para estrenar tu regalo de cumpleaños.

Los ojos de Janie se abrieron como platos y en cuestión de segundos retomó su característico brillo, sonriendo con demasiada algarabía de oreja a oreja.




* * *




Cuando la puerta de la habitación fue cerrada un extraño silencio se adueñó de la habitación. Lía podía notar la inquietud en los bellos ojos color canela de Janie, quien la miraba expectante aun sin mencionar palabra alguna, con todos los sentidos a flor de piel por la forma en la que su esposa la estaba mirando.

Rosas [KEO] 02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora