Tres

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El suplicio de Lía no terminó bien al menos por lo que duró el cumpleaños de la castaña. No solo fue la exhibición de piel — con el diminuto traje de baño — lo que la hizo enrojecer de coraje en más de una ocasión, sino que la gota que derramó el vaso fue ver a Janie en toples cuando ella salió del mar para tratar de "despejarse".

— ¡¿Qué demonios crees que estás haciendo?! — gritó aventándole una toalla para que se tapara.

— ¿Por qué? — preguntó Janie con inocencia.

— Y todavía lo preguntas. ¡Está, no es una maldita playa nudista!

Durante la cena, Leo fue en busca del obsequio de Janie y con algo de timidez se lo entregó. Esperando, no, más bien rogando que fuera de su agrado. La cuestión fue que cuando Janie abrió el paquete, la mirada de sorpresa con la boca abierta que puso no la satisfizo en nada, al descubrir — gracias a los gritos de la contraria — que lo que le había regalado, no era más que un enorme consolador "con pilas recargables", color violeta.

— ¡Mira, se le mueve la cabecita!... ¡Vamos a probarlo!

«Esto no me puede estar pasando a mí».




* * *




Un nuevo despertar dio comienzo y, aunque Leo estaba esperanzado porque todo volvería a la normalidad en cuanto abriera los ojos, su decepción fue devastadora al mirarse las manos, las cuales eran finas y delicadas. Entonces, cayó en la cuenta de que aún seguía siendo una fémina con conciencia de hombre. Soltó un hondo suspiro de resignación antes de sentir como el cuerpo de Janie — recostada a su lado — se movía debajo de las sábanas, giró su fisionomía para observarla a detalle, debido a que el rostro de la castaña había quedado de frente al suyo.

Puede que se viera como una chica, pero aún conservaba ese aire a su Ken que tanto le había encantado, y sin siquiera planearlo sonrió al recordar la primera vez que había tenido el privilegio de despertar al lado de Ken...



Llovía a cántaros cuando salieron del cine — esa era su quinta cita en lo que iba del mes — y aunque las probabilidades estaban en un 50/50 de que obtuvieran un transporte rápido, Leo lo pensó mejor y terminó convenciendo a Ken para que caminaran hasta su casa, después de todo estaba un poco más cerca que la de Ken.

— Es linda — comentó Ken al ver el bonito jardín que se extendía por ambas partes de la entrada de la casa de los padres de Leo.

— Ven, vamos a dentro para cambiarnos.

Afortunadamente la lluvia había cesado levemente para cuando iban por la mitad del camino, pero eso no evitó que terminaran completamente empapados. Leo, abrió la puerta principal y entraron a la estancia en completo silencio. Estaban algo nerviosos, ciertamente ya habían dado alguno que otro paso en su relación, como tomarse de las manos y darse uno que otro beso apasionado, pero el estar completamente solos en una habitación que involucraba una cama, era algo que no habían considerado aún.

— ¿Tus padres no están? — Ken preguntó.

— Que ya olvidaste que te dije que se fueron a visitar a mi tía desde ayer.

— Oh, al parecer sí.. — respondió sintiendo un inusual golpeteo entre su pecho, entonces agregó — ¿Y Hani?

— Ella seguramente ha de estar encerrada en su cuarto... Ven, vamos a mi habitación.

Y entonces las pulsaciones de Ken se intensificaron, sabía que Leo no había dicho aquello con malicia ni una segunda intensión, pero eso no evitó que se sintiera aún más nervioso de lo que ya estaba. Pasó saliva con algo de dificultad y siguió a su novio por las escaleras, cruzaron un pequeño pasillo hasta llegar a su habitación.

Sin embargo, cuando ambos estuvieron cambiados —después de que Leo buscara entre sus cosas un cambio para Ken —. Descubrieron que tenían la casa sola, debido a que Hani se había quedado atrapada en casa de una amiga por la lluvia — la cual de nuevo se había restablecido e incluso con mayor intensidad —, ambos terminaron conversando acerca de sus escenas favoritas de la película, hasta que sin darse cuenta los besos que se comenzaron a robar se fueron intensificando más de lo normal.

— Leo... Es... Espera... No vamos a hacerlo ¿verdad? Porque yo no... — comenzó Ken diciendo solo para detenerse a media oración, al ser un manojo de nervios apresado debajo del cuerpo de Leo.

Taek Woon miró a Ken el cual lucia los labios inclusive más abultados de lo normal y su respiración le hacía competencia a la propia, al ser inestable y errática.

— No... — respondió con serenidad — pero si voy a besarte y mucho...

Esa noche fue la primera vez que ambos fueron conscientes de lo enamorados que estaban uno del otro, porque, aunque no habían llegado a tener relaciones, tanto Leo como Ken comprendieron que sus vidas ya no volverían a ser las mismas si no se encontraba el otro en la misma sintonía.

Después de todo, el amanecer al lado de la persona que hace tu mundo brillar, es una atribución que muy pocos se pueden dar de verdad, sobre todo sabiendo que son completamente correspondidos. Leo había atesorado cada segundo de la imagen de Ken dormido a su lado por primera vez, que incluso soltó una maldición interna cuando la alarma de su teléfono interrumpió su momento de contemplación. Ya que la efigie de Ken dormido a su lado, lo había hecho sonreír tanto, al menos hasta que las mejillas le dolieron; he hizo que su corazón latiera como loco desbocado durante días cada que recordaba aquella mañana...



Janie se removió entre las sábanas una vez más, mientras que Lía se fingió dormida de nuevo para que no la descubriera viéndola, cosa que Leo había estado haciendo durante los últimos — casi — seis años de su relación. La castaña abrió los ojos momentáneamente solo para cerrarlos segundos después bostezando y estirando sus delgados brazos de forma tierna, al menos hasta que vio la posición en la que Lía dormía y sonriendo agregó.

— Te amo, preciosa — dijo depositando un pequeño beso en la mejilla de su esposa.

Esas tres simples palabras hicieron merma en el interior de Leo, quien se derritió al recordar que en más de una ocasión Ken le había dicho esas mismas palabras cuando se fingía dormido, con la diferencia que su Ken, utilizaba la palabra "precioso" o simplemente Leito como apelativo, hasta que él dejaba de fingir y abriendo los ojos lo recibía con un muy pasional beso de buenos días. Y aunque a Janie le hubiera encantado recibir uno de esos, aquello no ocurrió y en cambio terminó levantándose de la cama para dirigirse al baño, pensando que seguramente Lía seguía molesta con ella, el problema era que no lograba entender el porqué.

«Perdóname Janie... pero tú no eres de quien me enamoré»

Rosas [KEO] 02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora