«El columpio frente a la cruz»

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En lo que iba el correr de mi niñez caminaba mientras curioseaba con gran afán lo extraordinario. Escuchaba muchas historias, historias fantasticas, historias terribles, historias cargadas de sentimiento. Y oía mucho, yo sólo oía. Mi anhelo, era que eso o parte de ello fuera real. Era grandioso vivir en las ilusiones de la niñez. Y sobre Él escuché mucho pero jamás me acerqué. Y aún un día así sobre la roca me senté a oír de un hombre extraordinario que se llevo mi atención, pensamientos y razón. Oí decir que aquel hombre caminó sobre estás tierras, que existía; yendo también sobre las aguas, hasta llegó a elevarse hacía los cielos. Era extraordinario, eso era real. Y eso fue sólo una pequeña parte de lo real de su existencia. Sus obras, palabras, persona y corazón terminaron por revelar mi ahora nueva meta, aquella persona era mi blanco ahora. Tangible, legible, sensible y real. Definitivamente quería seguir a más.

Otra cosa que recuerdo fue que la mayoría de sus palabras habían quedado plasmadas en los siglos, esperando a cada persona, y despertar las ilusiones, la fe de su corazón al leerlas. Eso era un regalo, aquello no sólo hablaba de Él; sino Él mismo hablaba y algo más grandioso eran hacía mí también. Y todo lo escrito a él hacía referencia. Ahora leía sus cartas y su mensaje podía escucharlo. Leía tanto que sus palabras fuese cual fuese el tiempo o época hacía rema en mí. Se mecian en mi interior como olas del océano en danza.

Me enteré de que más alla de su grandiosa persona había un plan especial, un plan de salvación para mí para todos nosotros. Que hubo un acto de entrega no conocido antes; para que todo estuviese preparado para nosotros. Cuento todo tan sencillo como pudo ser posible, como un niño lo hubiese hecho. Ahora me doy cuenta que soy el niño ahora en este relato. El que esperó el regreso prometido de la persona causante del rumbo de mi vida. Mientras trato de balancearme intentando que mis pies lleguen al suelo sigo mirando esa cruz. Ahí sigue el escenario de la batalla que trajo consigo la libertad de sus amados. Mientras ahora pienso esto, concluyo que mi columpio fue puesto por Él, para el niño que conoció y creció pero que siempre vuelve así como volverá Él, Jesús.

Más de tí, menos de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora