El Perro

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Martes 10 de octubre de 2017

Tomó un baño y puso una correa de perlas a su perra, no recordaba su nombre ¿María? ¿Maité?

Era hora de su paseo matutino.

Enoc era un Podenco Ibicenco, alto como los suyos, con un porte sumamente atlético, de los jailas que practican deportes como la escalada en roca y salto largo. No era extraño verlo con una nueva perra cada mes, generalmente elegía unas Lebrel Afgano o Pastor Inglés, todas de razas dependientes o por debajo del número  45 en la escala de inteligencia canina de Stanley Coren.

Los Ibicencos siempre serían psicológicamente incapaces de generar empatía y resiliencia; Enoc era vanidoso, adicto a los halagos, egocéntrico como sólo él. Juzgar los defectos de sus amistades de clase media-alta era uno de los pasatiempos que disfrutaba estando en la ciudad, pero era fácilmente destructible, ya que al ser narcisista no vislumbraba sus propios defectos, convirtiéndose en hipersensible a las críticas.

Pese a ser un perro entrando a una edad joven-adulta aún tenía comportamientos atribuibles a un cachorro, nunca podrías verlo interactuar con un Sheltie, un Pastor alemán o un Labrador Retriever, que eran mucho más disciplinados y relativamente serios.

Enoc era el escritor publicado, el creativo, el talentoso y además muy conocido en el círculo artístico, era promiscuo, alcohólico a veces y con una adicción a las drogas que se paseaba de manera muy obvia en "las narices" de muchos hombres y mujeres cultos de la ciudad.

Después de comprarse un "Gatorade" y bebérselo, mientras dejaba a "Mai" esperando un taxi en la esquina del parque, tomó la Avenida Hernando Siles, dobló varias esquinas y finalmente llegó a la cafetería.

Preguntó si alguno de los Cuatro Astutos hizo una reservación, una mesera, con acento español, muy coqueta y de pelo largo, lo guió escaleras arriba.

"Es un lugar muy bonito, pero las mesas no combinan con la decoración y la cerámica del piso negro"— Piensa inclinándose hacia la ventana. Está muy vacío.

En Sucre, muchos acostumbraban desayunar en casa, con la familia, pero él no tenía ninguna. Observó el menú poniéndose los dedos en el mentón. Impaciente no pudo evitar mirar el reloj.

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