Theophrastus Phillipus Aureolus Bombastus Von Hohenheim, conocido como Paracelso, fue importante en campos como la medicina popular, la alquimia y la astrología. Como alquimista, consideraba que los seres evolucionaban al conocerse a sí mismos, y esta comprensión derivaba en la transmutación de la mente con el medio.
De lo promovido por Paracelso, posteriormente saldrían dos ramas: La iatroquimica, y otra, también extinta, pero desconocida, la quimico-espiritualidad, que fracasó debido a que sus paradigmas proclamaban una simbiosis con creencias religiosas.
En el siglo XVII surgió una práctica nueva que significó una renovación de lo previamente estudiado, que acopló los postulados de Paracelso pero no a cabalidad. Sería imposible enmarcar esta fase sin mencionar el nombre de Drika De Vries, una mujer nacida en Países Bajos, estudiada en botánica y que provenía del seno de una familia que, según su diario, por generaciones se dedicó al comercio y tráfico de antigüedades.
Cuando quedó viuda y decidió regresar a su tierra natal, para vivir con su padre, junto a su pequeña hija Úrsula, no esperó recibir la noticia del fallecimiento del mismo; frente a esta desgracia, De Vries decidió familiarizarse con la agricultura y trabajar las tierras heredadas de su padre. En 1639 al revisar la propiedad, descubrió un habitáculo bajo un suelo falso, en él pudo ver cantidad de jarrones de piedra y objetos labrados en oro; pero entre todo, Drika notó, con suma curiosidad, un recetario antiguo ilustrado que hacía alusión a una forma diferente de sembrar tipos conocidos de plantas, con el fin de obtener resultados distintos, interviniendo en sus cotiledones para cambiar la estructura del vegetal en sí.
De Vries, empíricamente, puso en práctica las instrucciones del libro, entendiendo muy poco del extraño idioma en el que estaba escrito, los resultados favorables se vieron después de cientos de fracasos, pero fueron un gran avance para la humanidad; al crearse el letel rojo, gracias a la intervención de la mano del hombre y componentes químicos, es decir, de forma artificial, se dejaba en claro que la regeneración celular podía suscitarse aceleradamente en cuerpos neutros o sin actividad, en otras palabras, en cadáveres.
Con la sanación de tejidos, fue evidente la existencia de un alma o alguna forma especial de energía.
El primer caso sujeto a estudio, fue llamado "El truco de la muñeca viva": Después de que Drika perdiera a su pequeña hija Úrsula en un incendio, se procuró un brebaje de letel rojo y mojó el cuerpo de la fallecida para posteriormente cubrirlo, pero la niña jamás volvió a ser igual, no conseguía hablar, pestañaba a penas y tenía pulso irregular, era como una muñeca, carecía de lucidez, pero respiraba, esa era su única gracia, lo que generó un debate de si podría habérsela considerado un ser viviente, ya que, con el paso de los días sus tejidos sufrieron una necrosis acelerada. Drika se obsesionó con la idea de saber mucho más del libro que tenía en su poder, con la esperanza de que así recuperaría a su hija, en búsqueda de respuestas conoció al iatroquimico alemán, Zelig Linderman, con quien seguiría experimentando en el cuerpo de su hija, una historia y proceder inquietantes, que dieron lugar al nombre de la práctica médica sustentada en el Códex De Vries, así se acuñó el nombre de "Enterrador".
Los pocos estudiosos del Códex, se dedicaron a exhumar cadáveres frescos para la realización de pruebas, cuando éstas resultaban fallidas solían regresar los cuerpos a sus tumbas. Se fundó la Orden de los Enterradores como tal, en 1658, con el descubrimiento de John Evelyn, explicado en un ensayo sobre el lazo entre los humanos y el alma, trabajo que cambió la premisa de que el alma era un ente de aire o un cuerpo invisible dentro de otro material, algo parecido a lo que Paracelso denominó "sílfide"; en cambio se consideró que el alma era una energía colectiva, a la que cualquier especie con consciencia de su propia existencia podía llamar, siempre y cuando pudiera verse a sí mismo como un ser trascendente más allá de la materia y sus necesidades.
La Orden de los Enterradores evolucionó el razonamiento de varios conceptos sobre los que trabajó Paracelso, pero rescataba la premisa de que para curar había que separar lo puro de lo impuro.
Con el paso de los siglos, la Orden de los Enterradores creció a escondidas, disgregándose por varias partes del mundo, procurando no estancarse con lo mundano, las guerras o la búsqueda de riquezas, no todos eran aptos para formar parte, no todos debían estar en conexión con la tierra y sus secretos, sólo aquellos con la predisposición cerebral y patrones de personalidad específicos.
Al finalizar la Primera Guerra Mundial los Enterradores decidieron tomar el papel de reguladores, ejercieron reiterativamente el rol de curadores, se dejó en segundo plano la investigación secreta sobre el mejoramiento del método para la reanimación de personas y se buscó una manera eficiente de neutralizar a humanos con predisposición a la maldad o al caos. Durante este tiempo Jean Leprohom consiguió evolucionar y ver más allá en la línea del tiempo, ese fue el primer viaje de un ser vivo, todo gracias a la meditación, a la soledad y a una serie de rituales. Estos viajes confirmaron que una mente poderosa puede cambiar lo tangible, también para mal, convirtiendo lo despiadado o vergonzoso en materia, pero sólo en los lugares sucios, oscuros y húmedos, donde anidan insectos. Este "infierno", real, independiente de cualquier deidad o ser supremo, no sólo era un destino para los que murieron de forma violenta, también para los que involucionaban en vida.
Con este progreso se evitó la extinción de la vida en la Tierra a manos de líderes déspotas, sin acabar con todo lo cruel, porque de eso se trataba la evolución de una especie, de aprendizaje. Porque, el calentamiento del metal, en el proceso de la forja del hierro, quita elementos que puedan dañar su composición final; el fuelle, sólo con su aire, ayuda a que las brasas conserven el material a temperaturas favorables, rozando el punto de fusión, alcanzando un rojo doloroso, lo que junto a los golpes y martilleos sobre el yunque, más técnicas de aplanado y estirado, coadyvarán a la transformación del metal, modificando su diámetro, acabando con las aristas y las depresiones, creando curvas o rizos, así, lo que no parecía tener forma se vuelve útil y doblemente bello.
Las hojas con letra manuscrita y adicionadas con pegamento al empaste del libro verde de Anónimo, tituladas como «Prolegómenos» se descolaron cuando terminé de leerlas. Eran como un interludio adicionado a la historia de su familia, de sus creencias, era una explicación a porqué yo seguía «viva».
Comprendí que no dejó el texto sobre el estante por accidente, planeó que yo lo robara.
Anónimo siempre mostró ser un chico extraño, a veces reservado, otras, muerto de júbilo, en ese momento me daba escalofríos.
Después de haber creido que esa infraestructura estaba construida con empatía: Temor. El contraste de ambos me provocaba desasosiego.
Él, que me había dado una nueva vida, podía quitármela, lo di por hecho, decidí que no le haría preguntas, además, ¿no era Paracelso el que investigaba sobre la creación de humúnculos? Esos seres que sólo servían para seguir órdenes de sus amos.
Me pregunté si yo era uno.
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Los Cuatro Astutos
Short StoryCuatro individuos son los representantes artísticos de una ciudad pequeña, una Rosca pretenciosa y decadente, proveniente de la clase alta. ¿Su denominación? "Los Cuatro Astutos". Los dos personajes importantes de esta trama: Por un lado "El perro"...